MANSO, Javier. Breve historia de Juana I de Castilla.
Madrid: Nowtilus, 2019.
La
ajetreada vida de Juana I de Castilla es la de una reina que nunca reinó, una
mujer que fue víctima de la política matrimonial de sus padres (con el
desarraigo que ello supuso), de las ambiciones políticas de sus tres hombres
más cercanos y queridos (su padre, su esposo y su hijo), de virulentos ataques
de celos (seguramente justificados), de largos períodos de encierro en soledad,
de serios problemas mentales… La acusación de locura fue una excusa perfecta
que aprovecharon unos hombres ávidos de poder para usurpar sus prerrogativas.
Acusación que, a lo largo de la Historia, ha calado hondo, hoy la mayoría
conoce Juana como “la Loca”. Un par
de pruebas, buscamos en Google Juana I de Castilla y, por toda la página,
aparece el adjetivo “loca” o basta
observar la portada de esta obra. Es verdad que tuvo problemas mentales de los
que dio indicios desde muy joven, pero
no estaba loca. Según Vallejo Nágera, pudo sufrir una esquizofrenia paranoide.
En aquellos tiempos no se sabía que era una esquizofrenia o una depresión, por
ello no se podían tratar como se puede hacer hoy en día. No se podía tratar,
pero lo que no tiene ninguna justificación es que la respuesta a sus problemas
mentales fueran el encierro, el aislamiento, los castigos físicos y psíquicos,
el alejamiento total del mundo… a que
fue sometida por su padre, su marido y su hijo, sus carceleros. En el libro se
explica las razones que los tres tuvieron para esta inhumana conducta.
Juana
tuvo una frágil salud mental y, a la vez, una fortaleza física impresionante
que le permitió vivir hasta una edad inusual para la época, más aún tendiendo
en cuenta las duras condiciones de vida a las que fue sometida durante muchos
años de su existencia.
Javier
Manso no ha descuidado la contextualización histórica de la vida de Juana. Dedica
la introducción a la exposición de la situación política y cultural de la
España en las últimas dos décadas del siglo XV y a la situación política de las
principales potencias europeas del momento. A lo largo del texto, se ocupa de los
principales acontecimientos políticos y de las relaciones internacionales de
los países europeos durante la primera mitad del s. XVI.
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Retrato de Felipe el Hermoso y Juana I de Castilla en las puertas del tríptico de Zierikzee.
Museo Real de Belllas Artes de Bruselas |
El
autor, que muestra constantemente conmiseración por Juana, divide su biografía
en nueve etapas que dan pie a otros tantos capítulos de la obra.
Hija de reyes, 1479-1496. Se explican su nacimiento, su infancia en
el Alcázar de Segovia alejada de sus padres durante largos períodos de tiempo,
su esmerada y variada educación, sus primeros trastornos de comportamiento
ligados a ciertas crisis místicas y se describe su agraciado aspecto físico.
Condesa de Flandes, 1496-1501. Cumpliendo con los objetivos de la política
matrimonial de sus padres, fue a Flandes para desposarse con Felipe del que se
enamoró inmediatamente. Una etapa difícil: desconocimiento de las costumbres
del país tan diferentes a las de Castilla, desarraigo, ataques de celos,
violentas peleas matrimoniales y apasionadas reconciliaciones, fuertes
ataques depresivos… comienzan a forjarse su fama y sus desgracias.
Princesa
de Asturias, 1501-1504. Una serie de muertes inesperadas
convirtieron a Juana en heredera de la Corona de Castilla. Juana y Felipe
viajan a Castilla para ser jurados como herederos. Apareció la desmedida y
deslegitimada ambición de Felipe. Ante el estado mental de Juana y la ambición
de Felipe ¿pensaron los Reyes Católicos en inhabilitar a su hija? Felipe regresó
a Flandes. Juana, embarazada, quedó en Castilla, los celos le sumieron en tal
estado que su propia madre ordenó su encierro en el Castillo de la Mota (primer
encierro) hasta que le permitió ir a Flandes.
Presa
de los celos, 1504-1506. Tras su llegada a Flandes, la convivencia
en la corte estuvo salpicada de ataques de celos, violentas peleas conyugales y
un mayúsculo escándalo que hizo que Felipe ordenase el encierro en sus
aposentos (por segunda vez en su vida) lo que fue causa de una profunda
depresión. La muerte de Isabel, el 29 de noviembre de 1504 abrió una nueva etapa en su vida. A pesar de
que el testamento de Isabel la Católica dejaba bien claro que, en caso de
inhabilitación de Juana, sería su marino y no su yerno quien gobernase el país
hasta que Carlos tuviera 20 años, estalló una dura pugna entre Felipe y
Fernando por ostentar la regencia de Castilla, ambos pasando sobre los derechos
de Juana.
Viuda
y ¿demente?, 1507-1507. Felipe y Juana llegaron a Castilla tras
una travesía muy peligrosa en la que, durante algunos momentos, la única que
mantuvo la calma fue Juana. Siguió la rivalidad entre Felipe y Fernando que
pareció finalizar con el acuerdo de Villafáfila: Fernando se retiraba a sus
dominios aragoneses. La muerte de Felipe en septiembre de 1506 y el
comportamiento que tuvo Juana con su cadáver y la organización del cortejo
fúnebre se han convertido en una de las principales fuentes de la leyenda negra
de la Reina.
La
reina usurpada, 1507-1518. Fernando recibió en Nápoles la noticia de
la muerte de Felipe. No regresó inmediatamente, tal vez quiso que fuese
palpable la incapacidad de Juana para gobernar (sumida en una fuerte depresión
desde la muerte de su esposo) para así regresar como salvador. Fernando quiso
alejar a Juana casándola con el rey de Inglaterra, la negativa de Juana
enfureció a Fernando que castigó a su hija con un encierro forzoso en
Tordesillas (uno más) sin relación con el mundo exterior. El testamento de
Fernando reconoció los derechos de. De nuevo la ambición, ahora de su hijo Carlos,
que exigió que se le nombrara rey al mismo nivel que su madre; de hecho fue
proclamado rey en Bruselas en abril de 1516. Carlos no llegó a España hasta
septiembre de 1517. Juana seguía cautiva.
Madre
de reyes y emperadores, 1518-1520. Madre de seis hijos de los
que descendieron doce reyes. El autor escribe una breve biografía de sus hijos.
En este capítulo, Javier Manso destaca el inhumano, inmisericorde y ruin trato
que recibió Juana del Marqués de Denia, su carcelero en Tordesillas. Y, lo más
triste, es que lo hizo siguiendo fielmente las ordenes de Carlos.
Reina
de los Comuneros, 1520-1522. Los Comuneros trataron de conseguir el
apoyo de Juana para así legitimar su movimiento. Escuchó sus argumentos, pero
se negó a firmar cualquier documento de apoyo. Los Comuneros destituyeron al
Marques de Denia, mejoraron notablemente su vida, le rindieron honores… a pesar
de ello dejó claro que no se enfrentaría a su hijo.
La
reina olvidada, 1522-1555. Tras la derrota de los Comuneros, Carlos
repuso al Marqués de Denia como carcelero de Juana. Volvió el trato inhumano,
las profundas depresiones y los episodios de rebeldía cada vez menos vigorosos.
En sus “memorias”, Carlos dice que visitó a su madre tres veces, hoy sabemos
que al menos fueron doce, la última en enero de 1942. ¿Por qué tan escasas
visitas? ¿Por qué ese encierro tan riguroso si Juana no había mostrado oposición al reinado de Carlos ni siquiera en
época de las Comunidades? Ante las preocupantes noticias del abandono de sus
tareas religiosas, Felipe (II) envió a Francisco de Borja para que se
entrevistara con ella. Emitió un informe demoledor para sus carceleros. Este
religioso demostró que, con un trato más humano, podían obtenerse buenos
resultados. Este es el camino que debieran haber seguido, pero ya era demasiado
tarde. La Reina que nunca reinó murió en Tordesillas el 12 de abril de 1555
tenía 76 años de edad.
Ayudan a comprender y
contextualizar el texto una amplia cronología, reproducciones de obras de arte,
fotografías, mapas…
La obra en la Web de la
Editorial: