GÓMEZ
FERNÁNDEZ, F. J. Breve historia de la
Navidad. Madrid: Nowtilus, 2019.
La lectura de
esta obra, muy apropiada en estas fechas, ayuda a entender muchos aspectos de
las festividades de la Navidad, desde la Nochebuena hasta la fiesta de Reyes. Unas
antiquísimas fiestas esencialmente religiosas (con su liturgia, ritos y
celebraciones), pero también con un fuerte contenido social y unas variadas
manifestaciones culturales (arte, literatura, música popular y clásica,
gastronomía, etc.). El autor hace un repaso histórico en el que aborda cómo se
gestó la Navidad, el papel de sus principales protagonistas y cómo han ido
evolucionando hasta la actualidad sus celebraciones litúrgicas y populares.
Curiosamente,
los cristianos del s. I no celebraban la Navidad, estaban más preocupados por
la segunda venida de Cristo que creían cercana. Durante el s. II, la cueva de
Belén, el lugar del Nacimiento, comenzó a tener un fuerte significado religioso
y se llegó a determinar su ubicación. A pesar de ello, a fines de este siglo,
los cristianos seguían sin celebrar la Navidad. Es más, las comunidades
cristianas, en el s. III, seguían sin fijar la fecha del nacimiento de Jesús,
para determinar la fecha del 25 de diciembre hubo que esperar al s. IV. ¿Cómo
se llegó a esta fecha? El autor explica algunas teorías como la que sostiene
que se eligió este día para sustituir la fiesta pagana dedicada al Sol Invictus
que Roma fijó en el 25 de diciembre, o la que señala que el objetivo fue acabar
con las Saturnales romanas, incluso la que llegó a esta conclusión partiendo
del día de la muerte de Jesús que pudiera haber sucedido un 25 de marzo.
La Edad Media
fue una época fundamental para la fijación de las festividades navideñas. He
aquí algunos datos que lo avalan: se configuró el Adviento como un periodo de
meditación y preparación religiosa; se consolidó la celebración litúrgica de la
Misa del Gallo; apareció la devoción al “pesebre”
(que se consolidó desde el s. VII) y comenzaron las primeras colocaciones de
los mismos; se representaron Autos de Navidad, unos dramas litúrgicos también
denominados Autos Sacramentales, que experimentan un fuerte impulso desde el s.
XI (en España es de espacial importancia el Auto de los Reyes Magos, una pieza antigua
descubierta en 1783 de la que se conservan siete escenas y que aún se sigue representando); comenzó la
elaboración de figuras navideñas en Italia en el s. XIII, es decir apareció el
belén con sus figuras clásicas cargadas
de fuerte simbolismo (el niño en la cuna o pesebre, María, José, el buey, la
mula, los ángeles anunciantes, los pastores con sus rebaños, los Reyes…);
también apareció el culto a los Reyes Magos. Teólogos y exégetas trataron de
suplir la escasa información del Nuevo Testamento sobre los Reyes, en primer
lugar se apresuraron a fijar su número en tres (lo que cuadraba bien con las
tres ofrendas que, según los Evangelios, entregaron al Niño); se extendió de la
devoción a San Nicolás (que acabaría transformándose más tarde Santa Claus y
Papá Noel), su pusieron los primeros Árboles del Niño Jesús (de Navidad)… En
fin, que las raíces de muchas de las celebraciones actuales hay que buscarlas
en la Edad Media.
Algunas
curiosidades sobre los Reyes Magos. En un mosaico de Rávena del año 520 los
tres eran blancos, pero, en el tríptico de Covarrubias del s. XV, Baltasar ya es
un hombre de raza negra. ¿Se quiere
simbolizar con este cambio el universalismo del mensaje cristiano? Otra
curiosidad más, según la tradición los Reyes Magos fallecieron y fueron
enterrados en Sava, cerca de Teherán. El autor explica cómo desde esta primitiva
tumba sus restos (reliquias muy valiosas) acabaron reposando en la catedral de
Colonia (Federico Barbarroja) después de pasar un tiempo en Constantinopla
(Santa Helena) y en Milán (San Ambrosio).
Dedica el
autor tres capítulos a la Navidad en el mundo hispánico en los siglos XVI al
XVIII. Algunas novedades en las celebraciones: la cena de Nochebuena deja de
ser una noche de ayuno y se convierte en un ágape copioso con viandas similares
a las de hoy; hicieron su aparición los villancicos, unas composiciones de
origen incierto que adquirieron un gran protagonismo que no han perdido hasta
hoy; en el s. XVI, se popularizaron los belenes domésticos, en un ambiente
religioso marcado por la Contrarreforma (en la elaboración de sus figuras
llegaron a participar los mejores imagineros de la época); se generalizó la
costumbre de hacer regalos... En América, la Navidad se celebró desde el primer
momento de la llegada de los españoles, la liturgia y demás celebraciones fueron
similares a las que se hacían en España con algún elemento de las culturas
indígenas.
La llegada de
los Borbones en el siglo XVIII no trajo grandes cambios en la celebración de la
Navidad en España, aunque hay que señalar dos novedades del reinado de Carlos III:
la puesta en marcha de la lotería cuyo principal sorteo pronto se identificó
con la Navidad y la gran acogida de los belenes hispano-napolitanos por el
impulso del propio monarca.
El último
capítulo está dedicado a la Navidad desde comienzos del s. XIX a nuestros días.
La importancia de la Navidad no ha decaído a pesar de que en la sociedad hay una
creciente presencia de ideas laicas y secularizadoras. Son unas fiestas de reencuentro familiar lo que
viene desde muy antiguo, se cantan villancicos (en 1818, en una pequeña
población austriaca, se compuso Noche de Paz, tal vez el villancico más célebre
de la Historia), se ponen belenes y el árbol, sigue teniendo su protagonismo el
sorteo de la lotería, se organizan cabalgatas de Reyes en multitud de
localidades españolas (la primera en Alcoy en 1887), hace su presencia el cava (la primera botella
data de 1879), se hacen muy populares
los mercados navideños en las calles de las ciudades, cobra protagonismo la
figura de Papa Noel (una popular figura que es una transformación de San
Nicolás), se toman las uvas acompañando a las campanadas de fin de año (en
otros lugares hay costumbre diversas como la de comer lentejas en Italia),
tienen gran éxito de los conciertos de Año Nuevo (especialmente el de Viena)….
Para acabar,
un dato curioso que ilustra hasta donde llegó lo que solemos llamar “espíritu navideño”. En la Navidad de
1914, soldados británicos y alemanes, tras pactar una improvisada tregua, confraternizaron
entre las dos líneas de trincheras lo que no gustó nada a los mandos. De modo similar,
el 24 de diciembre de 1936, en la Guerra Civil española, soldados de ambos
bandos pactaron una tregua en el monte vasco de Kalamua.
Una obra rigurosa,
muy documentada y de lectura amena y entretenida que ayuda a descubrir el
origen y aspectos relevantes de muchas de las celebraciones de estas fiestas.
La obra en la
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