TARANILLA DE LA VEGA, C. J. Breve historia del arte Románico. Madrid: Nowtilus, 2019.
Hablar del arte Románico es hacerlo del primer estilo
cristiano unitario del centro, norte y oeste de Europa. Un estilo fascinante
que no se puede comprender en profundidad sin el conocimiento del contexto
político, económico, social, cultural y religioso de su época, la Alta Edad
Media. Este contexto ayuda a explicar la
función de este arte, su iconografía, su estética, sus realizaciones y su
evolución. A lo largo de las páginas de esta obra, el autor va a ir explicando
varios acontecimientos y procesos que van a tener gran influencia en la
gestación y evolución del románico: el asentamiento de distintos pueblos en
Europa Central y Occidental que van a ocupar el espacio del antiguo Imperio
Romano, la aparición y expansión del monacato y sus reformas (Cluny, Cister),
la invasión islámica de la Península Ibérica y el posterior avance hacia el sur
de los distintos núcleos cristianos, la instauración de la sociedad feudal, el
terror del año mil que una vez superado propició la construcción de un gran
número de iglesias como signo de acción de gracias, la consolidación de la ruta
jacobea y otras rutas de peregrinación, las Cruzadas, la aparición de las
Ordenes Militares (Templarios, Orden Teutónica…)...
Lógicamente, el autor también analiza las características de
las construcciones románicas y los elementos arquitectónicos que emplean
(arcos, bóvedas de las naves y de los ábsides, capiteles, cimborrios,
contrafuertes del exterior, portadas, canecillos…), la decoración escultórica
en las diferentes partes de templos y monasterios muy adaptada al espacio
(tímpanos, capiteles, canecillos…) que tienen una fuerte carga simbólica y una
función didáctica y ejemplarizante para un pueblo mayoritariamente analfabeto y
las espectaculares pinturas al fresco en
ábsides y bóvedas. A lo largo de la obra se van señalando las
principales realizaciones del románico europeo (iglesias, monasterios, decoración
esculturica, pinturas, miniaturas…), analizando en profundidad las más
importantes.
En sus los tres primeros capítulos, el autor explica una
serie de movimientos artísticos que preceden al arte románico, se pueden
calificar de prerrománicos. En primer lugar, el arte visigodo, especialmente
desde la conversión de Recaredo, con sus iglesias rurales, sus toscas
decoraciones y su refinada orfebrería. En segundo lugar, el arte carolingio.
Carlomagno, coronado emperador en la Nochebuena del año 800, va a establecer su
corte en Aquisgrán donde va a edificar la gran Capilla Palatina, inspirada en
la iglesia bizantina de S. Vital de Rávena, que se va a convertir en referencia
para el arte carolingio. La influencia carolingia siguió viva en el arte
otoniano del s. X. En el norte peninsular se configura un peculiar estilo
prerrománico, el arte asturiano que se desarrolla especialmente en el s. IX,
alcanzando su esplendor en la época de Ramiro I (842-850). En la Península,
también hay que destacar el arte mozárabe, un arte de repoblación, que recogió
influencias musulmanas aportadas por cristianos que llegaban del sur peninsular
ocupado por los musulmanes.
Los capítulos centrales de la obra se dedicar a estudiar el
Románico, desde sus humildes orígenes pasando por su apogeo en el s. XII hasta
el tardorrománico o románico de transición de fin del XII y principios del XIII.
Se va a explicar la difusión del
Románico desde Lombardía. En los años finales del s. XI y la primera mitad del
XII, el románico “se propaga como una
llama por Europa” con sus variantes regionales: Italia (Parma, Módena,
Florencia, Pisa), Francia (con sus diversas escuelas de escultura), Alemania,
Centroeuropa, Inglaterra, Dinamarca, Escandinavia, España donde penetra
fundamentalmente por el Camino Francés y otras rutas jacobeas. Todo el capítulo
8 está dedicado a la gran extensión del románico en la Península Ibérica
durante el s. XII, se explican con detalle las principales realizaciones en
Cataluña, Aragón, Navarra, País Vasco, la Rioja, Cantabria, Asturias, Castilla,
Galicia (la gran realización de la catedral de Santiago, meta de las
peregrinaciones, con su magnífico Pórtico de la Gloria) y Portugal.
No podían faltar unas líneas (capítulo 10) dedicadas al
románico civil y sus realizaciones: puentes, hospitales de peregrinos, murallas
que muchas veces aprovechan la base romana, fortificaciones, torreones,
castillos, iglesias-fortaleza, palacios y casas residenciales.
Una de las partes más interesantes de la obra es el amplio
anexo destinado a la iconografía románica. Describe pormenorizadamente cómo se
representan las distintas imágenes y el simbolismo de las escenas, de su
composición y sus atributos. Iconografía religiosa: representaciones de Dios
(individualmente o como Trinidad), escenas del Antiguo y Nuevo Testamentos,
iconografía del Apocalipsis, representación de la Virgen, los ángeles, los santos,
el Diablo. Iconografía de escenas profanas: Escenas de cacerías, combates,
tregua de Dios, despedida y regreso del caballero, labores agrícolas…
Personajes: monjes, cabaleros, artesanos con sus herramientas, mercaderes,
peregrinos, juglares y trovadores, saltimbanquis, bailarinas, contorsionistas,
acróbatas. Las representaciones impúdicas de los canecillos. Iconografía
geométrica (ajedrezado, sogueado, rollos, lacerías, líneas zig-zag, líneas
quebradas, círculos, semicírculos, lobulos…) y vegetal (hojas de palma, piñas,
helechos…). Bestiario, animales reales y fantásticos.
Cierra la obra un amplio glosario que explica diferentes
conceptos artísticos y la bibliografía.
Una obra muy rigurosa, de exposición
ordenada y fácil lectura, y con un marcado carácter didáctico que deja claro el gran conocimiento que el
autor tiene del tema (licenciado en la especialidad de Historia del Arte) y su
amplia trayectoria docente.
La obra en la Web de la Editorial:
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