jueves, 30 de julio de 2015

LA ASAMBLEA LEGISLATIVA (septiembre, 1791 - agosto, 1792) Y LA GUERRA EXTERIOR


Al aprobar la Constitución, la Asamblea Nacional Constituyente cumplió su cometido y se disolvió. A propuesta de Robespierre se aceptó que ninguno de sus miembros pudiera ser elegido para la nueva asamblea, con ello se intentaba que se diera paso a auténticos representantes del pueblo. Los nuevos diputados eran muy jóvenes y, como ha señalado algunos de sus críticos, carentes de experiencia.

Tendencias políticas de los diputados:
  • DERECHA. Unos 264 diputados partidarios de una monarquía constitucional tal como establecía la Constitución de 1791. Representan a la burguesía financiera y a la nobleza liberal; en lo económico defendían las ideas del liberalismo económico. Sus líderes, aunque no estaban en la Asamblea, eran Barnave, Du Port y Lameth.
  • IZQUIERDA. Unos 136 diputados inscritos generalmente en el Clib de los Jacobinos dirigidos por Brissot (arropado por un grupo de buenos oradores del departamento de la Gironda, de ahí el nombre de Girondinos popularizado años más tarde por Lamartine) y el filósofo e historiador Condorcet. Defendían los intereses de la ala burguesía.
  • EXTREMA IZQUIERDA.  Su fuerza superior a su representación les venía del apoyo de numerosos clubs radicales y de sociedades populares.
  • CENTRO. Era el grupo más numeroso (alrededor de 345), entre la derecha y la izquierda, sinceramente revolucionarios, pero sin líderes notables. La mayoría de las veces votaron con la izquierda.
La Asamblea tuvo que hacer frente a innumerables problemas: alza de precios, abastecimiento, depreciación de los asignados, agitación del clero refractario que arrastraba a las masas en algunas regiones como La Vendée (se exigió a este clero un nuevo juramento cívico),  agitación de los emigrados especialmente desde Coblenza (se les dio un plazo de tiempo para volver a Francia so pena de perder sus bienes), el peligro de intervención en Francia de las monarquías europeas...


LA GUERRA EXTERIOR

Por distintos motivos, los GIRONDINOS y el REY deseaban la Guerra:
  • EL REY veía su salvación en la intervención extranjera.
  • LOS GIRONDINOS creían que la guerra iba a servir para desenmascarar a los traidores y, a la vez, el propio Luis XVI se vería obligado a definirse (o es un traidor o se pone al frente del ejército). Además iba a ser el medio para consolidar la Revolución frente a Europa y para extenderla: "ha llegado el momento para una nueva cruzada. Es una cruzada de la libertad universal" (BRISSOT el 31 de diciembre de 1791).

Solo una minoría se OPONÍA A LA GUERRA, esta minoría estaba dirigida por ROBESPIERRE, apoyado por DANTON y algunos periódicos Demócratas (aunque se cansan pronto de esta oposición). Robespierre pronunció su primer discurso contra la guerra el 16 de diciembre de 1791,  advertía que: antes era necesario consolidar la revolución en el interior y controlar al Rey, la guerra iba a ser gravosa para el pueblo, había que reorganizar y depurar el ejército (muchos altos mandos habían emigrado, dudosa lealtad constitucional de otros, soldados con poca experiencia, indisciplina...), caso de triunfo podía ser aprovechado por algún generalambicioso.

En Europa, en las cortes de Austria y Prusia hay una predisposición hacia la guerra (llegan a concluir una alianza militar con un aporte de 50.000 hombres cada uno); España y Cerdeña están dispuestas a participar si lo hace Austria; Rusia y Suecia también son proclives. Solo el rey Jorge III de Inglaterra anunció su neutralidad. 

La Asamblea Legislativa, en abril de 1792, declaró la guerra sólo a Austria. Pronto el ejército francés sufrió una serie de reveses, acompañados de deserciones y motines. Los generales, reunidos en Valenciennes, en mayo, declararon imposible de ejecutar la ofensiva y aconsejaron al Rey que pidiese la paz. Este comportamiento de los mandos parecía dar  la razón a Robespierre quien había advertido:
"No! no me fío de los Generales, con algunas honrosas excepciones, digo que casi todos echan de menos el antiguo orden de cosas, los favores de la Corte. No me fío más que del Pueblo, solo del Pueblo"




Este actitud de los generales fue interpretado como una traición y dio lugar a un nuevo impulso revolucionario entre el pueblo que dirigió sus iras contra el Rey, la aristocracia (especialmente los emigrados) y el clero refractario. La presión popular obligó a la Asamblea a endurecer su postura: creación de una guardia revolucionaria y disolución de la guardia del Rey, deportación de todo sacerdote refractario denunciado por 20 ciudadanos de su Departamento... El Rey vetó la disposición contra el clero refractario. 

Para protestar contra esta decisión de Luis XVI, el pueblo organizó la JORNADA DEL 20 DE JUNIO DE 1792. El pueblo protagonizó un largo desfile popular por la Asamblea, posteriormente,  invadió la Tullerías. El Rey, presionado, se puso el gorro frigio y bebió a salud de la Nación, pero no sancionó los decretos.



Duque de Brunswick
Las cosas se complicaron para el Rey cuando, a principios de julio, el DUQUE DE BRUNSWICK cruzó la frontera y lanzó un manifiesto prometiendo destruir París si se ejercía violencia sobre la persona del Rey. Este manifiesto provocó una gran agitación popular y una enorme exaltación patriótica, Los Cordeliers piden la sustitución del Rey y lAsamblea proclamó que la Patria estaba en peligro

"Tropas numerosas avanzan sobre nuestras fronteras; todos los que odian la libertad se arman contra nuestra Constitución. ¡Ciudadanos! La Patria está en peligro"




La burguesía moderada (Girondinos) se asusta y desautoriza los movimientos populares. Comienza a consagrarse la separación entre los Girondinos y el Pueblo.

En septiembre de 1792, los ejercitos revolucionarios contuvieron a los prusianos en Valmy. No fue una victoria estratégica, sino moral: se había resistido al embite europeo y los aliados pensaron que no sería tan fácil derrotar a la Francia revolucionaria.


MANIFIESTO DEL DUQUE DE BRUNSWICK
Sus majestades el emperador y el rey de Prusia, habiéndome confiado el mando de sus ejércitos combinados (...), quiero anunciar a los habitantes de este reino los motivos que han determinado las medidas de los dos soberanos y las intenciones que los guían.
(...) Es poner fin a la anarquía en el interior de Francia, detener los ataques dirigidos contra el trono y el altar, restablecer el poder legal, devolver al rey la seguridad y libertad de la que ha sido privado y ponerlo en condiciones de ejercer la legítima autoridad que le corresponde. Es con estos objetivos que yo, el abajo firmante, comandante en jefe de los dos ejércitos, declaro:
(...) 2º Que (los ejércitos) no pretenden inmiscuirse en absoluto en los asuntos internos de Francia, sino que quieren únicamente liberar al rey, la reina y la familia real de su cautividad, y procurar a su muy cristiana majestad la seguridad necesaria para que pueda realizar sin peligro y sin obstáculos, las convocatorias que desee y trabajar para asegurar la felicidad de sus súbditos...
8° La ciudad de Paris y todos sus habitantes sin distinción serán obligados a someterse sin tardanza al Rey (...) las ya citadas majestades declaran bajo su palabra de honor como emperador y rey, que si el palacio de las Tuillerías es forzado o atacado, que si la mínima violencia se realiza contra el rey la reina y la familia real y que si su seguridad y libertad no son inmediatamente aseguradas; infligirán una venganza ejemplar que nunca se olvidará...
Por estas razones llamo y exhorto de forma apremiante a que todos los habitantes del reino no presenten oposición a las movimientos de las tropas bajo mi mando, sino que por el contrario les procuren un paso libre y les asistan y ayuden con buena voluntad en lo que las circunstancias requieran.
Dado en el cuartel general en Coblenza, 25 de Julio de 1792. Duque de Brunswick

El día 30 de julio entran en París 600 Federados Marselleses que entonan un himno compuesto pocos meses antes para el ejército del Rhin, ahora bautizado como la MARSELLESA. La revolución había encontrado un himno.




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