martes, 11 de febrero de 2020

II GUERRA MUNDIAL: LA RENDICIÓN DE JAPÓN (2.09.1945). FIN DE LA GUERRA

Los altos mandos del ejército y de la política japonesas estaban divididos en cuanto a la actitud a tomar, o proseguir la guerra o continuar las negociaciones con los norteamericanos. La situación era desespetrada tras el lanzamientos de las dos bombas atómicas. Finalmente, en una reunión del 9 de agosto, a indicaciones del propio Hirohito, se acordó que Japón se rindiese a condición de que el Emperador conservase su posición simbólica como representante del pueblo japonés. Algunos oficiales jovenes eran partidarios de acabar con los partidarios de la paz y obligar al Emperador a luchar hasta el final.

Truman aceptó mantener al Emperador aunque despojado de su carácter divino. El 12 de agosto, los aliados aceptaron que se mantendría al Emperador pero indicando que el futuro gobierno japonés debía depender de la voluntad del pueblo japonés libremente expresada. Era algo que se consideraba retórico pues nadie creía que el pueblo japonés pudiera votar una república.

El día 14, Hiro Hito exigió a los altos cargos del gobierno y a sus principales asesores que aceptasen su propuesta de rendición. Acto seguido grabó el mensaje de rendición que se divulgaría  al día siguiente, 15 de agosto de 1945 a pesar del intento de algunos oficiales que trataron de impedir que se divulgara. Con gran sorpresa, el pueblo japonés escuchó por primera vez la voz de Hirohito, su Emperador, que anunciaba la aceptación de los términos de la Declaración Conjunta de las Potencias aliadas, es decir, la rendición de Japón.  También ordenaba a las tropas que depusieran las armas y colaborasen con las fuerzas aliadas para mantene el orden y la disciplina.

Un fragmento del texto tomado  de Wikipedia:


"Después de reflexionar profundamente sobre las tendencias generales del mundo y las condiciones reales que se dan hoy en nuestro imperio, hemos decidido lograr un arreglo de la situación actual recurriendo a una medida extraordinaria.
Hemos ordenado a nuestro gobierno que comunique a los gobiernos de los Estados Unidos, Gran Bretaña, China y la Unión Soviética que nuestro imperio acepta las disposiciones de su Declaración Conjunta.
(...) Pero ahora la guerra ha durado casi cuatro años. A pesar de lo mejor que ha hecho todo el mundo: los valientes combates de las fuerzas militares y navales, la diligencia y la asiduidad de nuestros servidores del estado y el servicio devoto de nuestros cien millones de personas, la situación de guerra no se ha desarrollado necesariamente para la provecho de Japón, mientras que las tendencias generales del mundo se han vuelto contra su interés.
Además, el enemigo ha comenzado a emplear una bomba nueva y más cruel, cuyo poder para hacer daño es, de hecho, incalculable, y está cobrando la vida de muchas vidas inocentes. Si continuamos luchando, no solo resultaría en un colapso final y la destrucción de la nación japonesa, sino que también conduciría a la extinción total de la civilización humana. Siendo ese el caso, ¿cómo podemos salvar a los millones de nuestros súbditos, o expiarnos ante los espíritus sagrados de nuestros antepasados imperiales? Esta es la razón por la que hemos ordenado la aceptación de las disposiciones de la Declaración Conjunta de los potencias. 
(...)  Somos muy conscientes de los sentimientos más íntimos de todos ustedes, nuestros súbditos. Sin embargo, es de acuerdo con los dictados del tiempo y el destino que hemos resuelto allanar el camino para una gran paz para todas las generaciones venideras al soportar lo insoportable y sufrir lo que es insoportable....

Para la población japonesa supuso un gran impacto. Anami, exministro de Guerra, y Onishi, segundo Jefe de Estado Mayor de la Armada, se hicieron el harakiri. También se lo hicieron otros muchos oficiales.

En 2015, con motivo del 70 aniversario del fin de la Guerra, la Casa Imperial Japonesa ha publicado una copia remasterizada del discurso del Emperador que se emitió el 15 de agosto de 1945 y que duró algo más de cuatro minutos. Está disponible en su página Web: https://www.kunaicho.go.jp/

Las capitulaciones se firmaron el 2.09.45 a bordeo del Acorazado Missouri anclado en la bahía de Tokio ante el General Mac Arthur, el gran protagonista de una ceremonia que duró poco más de 20 minutos y fue retrasmitida para todo el mundo. El primero en firmar el documento fue Mamoru Shigemitsu, Ministro de Relaciones Exteriores de Japón, que actuaba "por orden y en nombre del Emperador del Japón y del Gobierno Nipón"






 Después firmó Docuglas MacArthur.


Finalmente, firmaron representantes de la República de China, Reino Unido, Unión Soviética, la Mancomunidad de Australia, Canadá, la República Francesa, Reino de Holanda y Nueva Zelanda.  


Posteriormente, esta acta fue enviada a los Estados Unidos, se presentó al presidente Truman en una ceremonia formal celebrada el 7 de septiembre. 

Durante el acto, los japoneses habían esperado un discurso de MacArthur lleno de reproches y acusaciones; sin embargo, el general habló de libertad, paz y justicia.

(...) Mi más fervorosa esperanza -y la esperanza de toda la humanidad-, es que de este solemne acto, sobre la sangre y matanzas del pasado, surja un mundo mejor fundado sobre la fe y la comprensión; un mundo consagrado a la dignidad del hombre y el cumplimiento de sus más profundos anhelos: la libertad, la tolerancia y la justicia....Oremos todos para que se restaure la paz en todo el mundo y para que Dios la conserve para siempre. Se levanta la sesión"  (MacArthur)

Los firmantes japoneses salieron del acto con la conciencia de haber protagonizado uno de los episodios más humillantes de la historia de Japón. La II Guerra Mundial había terminado con este último acto.

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