viernes, 9 de diciembre de 2016

UNA HISTORIA DE LAS RADIOS CLANDESTINAS EN LAS ÚLTIMAS OCHO DÉCADAS

ZARAGOZA, L.: “Voces en las sombras. Una historia de las radios clandestinas”. Ediciones Cátedra. Colección Signo e Imagen. Madrid, 2016

En este ensayo, Luis Zaragoza hace un repaso muy pormenorizado del papel e importancia de las radios clandestinas desde su aparición a fines de los años veinte o principios de los treinta del siglo pasado hasta prácticamente la actualidad. Las radios clandestinas o la voz de los que no tienen o no les dejan tener voz (no es de extrañar que muchas de estas emisoras lleven en su título la palabra “Voz”). Abordar el estudio de estas radios es muy meritorio y complejo dado su carácter clandestino y su abundancia.

Desde su aparición (pero especialmente desde que los aparatos receptores se produjeron a gran escala y bajaron su precio), la radio demostró su gran potencialidad debido a su inmediatez y la posibilidad de llegar a muchos oyentes, incluso de zonas poco accesibles.  Los gbiernos vieron esta potencialidad y también su peligro, debían controlar este medio. También lo apreciaron los movimientos opositores, revolucionarios, independentistas… que se apresuraron a poner en marcha emisoras clandestinas para difundir su mensaje y apoyar a sus activistas. Señala acertadamente el autor que una radio  no gana una guerra ni derroca gobiernos por sí sola, pero  ayuda a difundir ideas y consignas, canalizar sentimientos, movilizar a la población, difundir propaganda, ofrecer, información alternativa…

Las radios clandestinas son “frutas de temporada”, su existencia está en función de la duración del régimen o sistema al que se oponen. Estas radios, para emitir, deben superar muchos obstáculos técnicos (contar con tecnología y emisoras potentes), financieros y de seguridad. La actuación de los gobiernos se centró en localizar  y anular estas emisoras (requisa de aparatos, interferencias, contrapropaganda, puesta en marcha de emisoras negras…); paralelamente recurrieron a medidas legales: prohibición expresa de su escucha, control de la venta de aparatos de radio y hasta de ¡pilas!. Con todo, las radios clandestinas resisten mejor la represión gubernamental que los medios escritos.

En el epílogo, el autor se autopregunta si en el mundo en que vivimos (digitalización de los medios de comunicación escritos y hablados a través de Internet, amplia implantación de las redes sociales, posibilidad de emitir vídeo en directo a través del móvil…) la radio clandestina ha perdido su razón de ser. A primera vista la respuesta parece ser que sí, aunque siembran la duda una serie de ejemplos de su vigencia en los últimos años del s. XX y los primeros del XXI: Radio Zapata, Radio Rozana que comenzó a emitir para Siria en 2013, el proyecto que no llegó a cuajar de Radio Democracy for África  para promover la democracia y los derechos humano en África, Radio Democrat Internacional con destino a Nigeria, Democratic Voice of Burma fundada en Oslo por un grupo de refugiados birmanos, la emisora clandestina puesta en marcha por Reporteros sin Fronteras con  motivo de los Juegos Olímpicos de Pekín para protestar de las restricciones informativas por China...

Los once capítulos del cuerpo central del ensayo son un documentado repaso cronológico a las principales radios clandestinas de las últimas ocho décadas y a las circunstancias que han propiciado su puesta en marcha. La relación entre radio y acontecimientos históricos está siempre presente a lo largo del texto.

Tras un primer capítulo  dedicado a definir  y clarificar conceptos que se  van a utilizar a lo largo de la obra como emisoras piratas, radios libres,  tipos de emisoras clandestinas, radios negras, etc., el capítulo dos aborda los orígenes de la radio clandestina que no se puede separar de la producción a gran escala de aparatos receptores.  Goebbels, desde el Ministerio de Propaganda del Reich, fue uno de los primeros políticos en comprender la importancia de la radio. Claro que también aparecieron emisoras antihitlerianas como las que pusieron en marcha Otto Strasser o el KPD (Partido Comunista), ésta, curiosamente, emitía desde Pozuelo del Rey, una localidad cercana a Madrid. La radio clandestina dio un paso adelante durante la Guerra Civil Española, “la primera guerra por radio”, los dos bandos pusieron en el aire emisoras clandestinas, muchas de ellas mantenidas por radioaficionados.

Durante la II Guerra Mundial la radio clandestina alcanzó su mayoría de edad (capítulo tres). En sus inicios, comenzaron a emitir radios negras alemanas destinadas a confundir a los franceses en los momentos de la invasión alemana (La Voix de la Paix  y Radio Humanité). Los alemanes también crearon emisoras destinadas a crear la animadversión de los británicos hacia su gobierno. La respuesta inglesa fue potenciar la BBC que incluso cedió espacios de emisión a gobiernos de países ocupados por los nazis o a movimientos de resistencia de los mismos (a través de sus micrófonos lanzó De Gaulle su discurso llamando a los franceses a resistir). Las emisoras clandestinas alcanzaron gran importancia en los momentos anteriores al desembarco de Normandía, sus mensajes fueron determinantes para que la resistencia recibiese instrucciones y coordinase sus acciones. Hubo otras muchas emisoras que actuaron en otros escenarios durante la guerra, por ejemplo, emisoras alemanas para desestabilizar el régimen de la URSS durante la Operación Barbarroja, emisoras soviéticas en zonas ocupadas por los nazis, la emisora que emitio “in situ” durante el levantamiento de Varsovia, la norteamericana Radio 1212 cuyo objetivo era ofrecer noticias que no podían escucharse en las emisoras del Reich…

El autor dedica un capítulo (el cuarto) a las emisoras dirigidas contra las dictaduras de Salazar y Franco, con especial relieve a la más importante de todas ellas, Radio España Independiente Estación Pirenaica (aunque nunca estuvo situada en los Pirineos) que emitió hasta julio de 1977 sorteando todas las acciones del gobierno para acallarla. Otra emisora importante fue Radio Euzkadi, la portavoz del gobierno vasco en el exilio. Algo más tardías fueron las emisoras opositoras a la dictadura de Salazar, destacan dos de ellas (Rádio Portugal Livre y Rádio Voz da Libertade) que emitieron hasta 1974.

La época de la Guerra Fría fue de gran actividad de las radios clandestinas, un intenso duelo de las radios de ambos bloques. Es el tema del capítulo quinto. Varias emisoras occidentales se encargaron de transmitir hacia la URSS y países satélites, destacando dos Radio Europa Libre (RFL) que desde 1950 emitía para los países de Europa del Este y Radio Libertad (RL) que desde 1953 lo hacía con destino a la URSS, ambas emisoras acabaron uniéndose.  Radio Libertad, curiosamente, uno de sus lugares de emisión fue la Playa de Pals (Girona). La CIA señaló sus directrices, controló sus contenidos y prestó el necesario apoyo financiero y técnico hasta 1973. Paralelamente, la CIA también puso en funcionamiento varias emisoras negras. Desde la URSS, dirigidas por la KGB, también se pusieron en marcha, financiaron o dieron facilidades de instalación a varias emisoras para lanzar propaganda anticapitalista y apoyar a los partidos comunistas de los países occidentales, especialmente los de Francia e Italia.

Los movimientos que lucharon por la independencia de las colonias asiáticas y africanas tras la II Guerra Mundial también comprendieron la importancia de la radio para construir una identidad nacional y movilizar a la población. En muchos casos contaron con el hándicap de la existencia de pocos aparatos receptores entre la población solucionado en parte con las escuchas colectivas. El autor analiza con detenimiento la importancia de algunas de estas emisoras: Radio India Libre o Congress Radio  en la India  (ambas desde 1942); las tres emisoras puestas en marcha por otras tantas organizaciones judías (Haganá, Irgun, Lechi) que tenían  objetivo último ayudar a crear el Estado de Israel; la Voz de los Árabes que comenzó a emitir poco después del derrocamiento del rey Faruk en Egipto y se convirtió en polo de difusión del panarabismo y antiimperialismo; La Voix de l´Algérie et Combattante puesta en marcha por el Frente de Liberación Nacional  para contrarrestar Radio Argel controlada por los franceses (la guerra de independencia de Argelia fue “la guerra del transistor”). Es el tema del capítulo seis.

El capítulo siete está dedicado al papel de la radio en el convulso mundo político de América Latina. Se centra en algunos casos: la aparición de decenas de radios clandestinas en Colombia que llamaron a la movilización popular tras el asesinato de Gaytan; la importancia de Radio Liberación creada por la CIA en Guatemala para derribar el gobierno Arbenz que había promovido una reforma agraria contra los intereses de la United Fruit Company; el papel desempeñado por Radio Rebelde en el derribo de la dictadura de Batista en Cuba que se oyó por primera vez en 1958 y en pocos meses tenía más oyentes que cualquier otra emisora cubana; las numerosas emisoras puestas en marcha por la CIA para desestabilizar el nuevo régimen de Castro en Cuba.

En el capítulo octavo se trata del papel de emisoras clandestinas de Asia. Tras el triunfo de Mao en China y la posterior ruptura con la URSS (1950), China participó en la creación y mantenimiento de varias emisoras de inspiración maoísta que emitieron para países del sudeste asiático. China, por su parte, sufrió emisiones por parte de la URSS  y de la CIA desde Taiwan. Un escenario donde se utilizaron profusamente las radios clandestinas fue Vietnam, desde que  Ho Chi Minh puso en marcha La Voz de Vietnam para apoyar la independencia de Francia hasta el final del conflicto vietnamita, la radio no dejó de estar presente y tener un papel protagonista. De entre la multitud de emisoras que surgieron, una de las que más influencia tuvo fue Radio Liberación (salió al aire en 1961), la radio del Viet Cong, el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur. De la otra parte, en  1965 comenzó a emitir Voice of Freedem controlada por  la CIA para contrarrestar la propaganda que llegaba desde Vietnam del Norte. Las guerras civiles de Laos y Camboya, en el contexto de la guerra fría, fueron un espacio idóneo para que surgieran varias emisoras clandestinas en ambos bandos.

África y Oriente Medio son los espacios de los que se ocupa el capítulo nueve. Las emisoras africanas, más numerosas desde mitad de los años sesenta, buscaron en su mayoría favorecer los procesos de independencia, protestar contra la discriminación racial, o hacerse oír ante frente a regímenes que les censuraban. Especial relevancia tuvieron en Sudáfrica las emisoras de las organizaciones nacionalistas negras para denunciar y oponerse al apartheid como Radio Freedom, emisora del Congreso Nacional Africano. En Namibia jugó gran papel la Voz de Namibia que animaba a resistir a la ocupación sudafricana.  El gobierno de Sudafrica se esforzó para contrarrestar a ambas emisoras para lo que creó Radio South Africa. Muy activas fueron las emisoras puestas en marcha para apoyar a los movimientos que luchaban por la independencia de las colonias portuguesas como  Rádio Libertaçao (Cabo Verde), La Voz e Angola o emisiones del FRELIMO y del RENAMO (Voz da África Livre) en Mozambique. Por lo que respecta a España, el independentista canario A. Cubillo puso en marcha La Voz de Canarias para difundir la  idea de una nación guanche que debía independizarse de España para crear una república africana socialista. Tras el precipitado abandono del Sahara por parte de España, Argelia, un tanto desencantada con la solución adoptada, apoyó a Frente Polisario y le cedió tiempo en su radio exterior para lanzar La Voz del Sahara Libre. En Palestina, cuando se fundó la OLP (1964) comenzó a tener su propio espacio radiofónico (La Voz de Palestina) a través de La Voz de los Árabes. En 1968 comenzó a emitir Radio Fatah para alentar a la lucha por la creación de un Estado Palestino. Cuando se firmaron los acuerdos de Camp David  entre Egipto e Israel, aparecieron dos emisoras que, desde el exterior de Egipto, denunciaron la traición de Egipto a la causa Árabe: La Voz de Egipto del Arabismo y la Voz del Pueblo Egipcio. Tras la primera intifada apareció la primera radio palestina no controlada por la OLP: al-Quds Radio.

El capítulo diez se vuelve a ocupar de América Latina. En primer lugar de las emisoras clandestinas que emitieron para Chile tras el derrocamiento de Allende para denunciar la represión de la dictadura: Radio Magallanes, La Voz de la resistencia Chilena y especialmente Radio Liberación. En Nicaragua, se crearon varias emisoras opositoras a la dictadura de la familia Somoza, de entre todas ellas destacó Radio Sandino, emisora del Frente Sandinista de Liberación Nacional, que comenzó a emitir en 1977 para apoyar la Guerrilla. Cuando los no sandinistas (con Violeta Barrios al frente) abandonaron el gobierno que se formó a la caída de Somoza, el país entró en un clima de guerra civil. La oposición al gobierno (La Contra) puso en marcha sus emisoras (como Radio 15 de Septiembre) con apoyo de la CIA. En El salvador, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional puso en marcha dos emisoras: Radia Farabundo Martí y la más importante Radio Venceremos (desde 1981), el gobierno dio su respuesta con  Radio Cuscatlán y varias emisoras negras. Y en Cuba, tras la llegada de Reagan al poder el exilio cubano, con apoyo de la CIA, puso en marcha Radio Libertad Cubana y otras emisoras como La Voz de Alpha 66, Radio Mambí, La Voz del CID.

Los acontecimientos disidentes que aparecieron tras el Telón de Acero también contaron con sus emisoras de apoyo. Así sucedió en el levantamiento húngaro de 1956, durante la Primavera de Praga o en Polonia con Solidaridad (capítulo once)

De todo esto trata esta obra. Solo me queda felicitar a Luis Zaragoza por este ensayo tan documentado que tan bien ha sabido engarzar el papel de las radios clandestinas en los principales acontecimientos históricos de las últimas ocho décadas.


Web de la obra en la Editorial:

1 comentario:

Tomás dijo...

Sin ser lo mismo, claro está, las radios eran el Internet de entonces, ya que llegaban a todo el mundo y mostraban una opinión distinta a la oficial.

La radio, aunque ya no tenga la popularidad de tiempos pasados, sigue muy viva. De hecho hay emisoras que funcionan por Internet. Además el nivel de cultura, respeto y tolerancia, en mi opinión, no se puede comparar con el de la televisión.

Un saludo.

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