ZARAGOZA, L.: “Voces en las sombras. Una historia de las
radios clandestinas”. Ediciones Cátedra. Colección Signo e Imagen. Madrid, 2016
En este ensayo, Luis Zaragoza hace un
repaso muy pormenorizado del papel e importancia de las radios clandestinas
desde su aparición a fines de los años veinte o principios de los treinta del
siglo pasado hasta prácticamente la actualidad. Las radios clandestinas o la
voz de los que no tienen o no les dejan tener voz (no es de extrañar que muchas
de estas emisoras lleven en su título la palabra “Voz”). Abordar el estudio de estas radios es muy meritorio y
complejo dado su carácter clandestino y su abundancia.
Desde su aparición (pero
especialmente desde que los aparatos receptores se produjeron a gran escala y
bajaron su precio), la radio demostró su gran potencialidad debido a su
inmediatez y la posibilidad de llegar a muchos oyentes, incluso de zonas poco
accesibles. Los gbiernos vieron esta
potencialidad y también su peligro, debían controlar este medio. También lo
apreciaron los movimientos opositores, revolucionarios, independentistas… que
se apresuraron a poner en marcha emisoras clandestinas para difundir su mensaje
y apoyar a sus activistas. Señala acertadamente el autor que una radio
no gana una guerra ni derroca gobiernos por sí sola, pero ayuda a difundir ideas y consignas, canalizar
sentimientos, movilizar a la población, difundir propaganda, ofrecer,
información alternativa…
Las radios clandestinas son “frutas
de temporada”, su existencia está en función de la duración del régimen o
sistema al que se oponen. Estas radios, para emitir, deben superar muchos
obstáculos técnicos (contar con tecnología y emisoras potentes), financieros y
de seguridad. La actuación de los gobiernos se centró en localizar y anular estas emisoras (requisa de aparatos,
interferencias, contrapropaganda, puesta en marcha de emisoras negras…);
paralelamente recurrieron a medidas legales: prohibición expresa de su escucha,
control de la venta de aparatos de radio y hasta de ¡pilas!. Con todo, las
radios clandestinas resisten mejor la represión gubernamental que los medios
escritos.
En
el epílogo, el autor se autopregunta si en el mundo en que vivimos
(digitalización de los medios de comunicación escritos y hablados a través de
Internet, amplia implantación de las redes sociales, posibilidad de emitir
vídeo en directo a través del móvil…) la radio clandestina ha perdido su razón
de ser. A primera vista la respuesta parece ser que sí, aunque siembran la duda
una serie de ejemplos de su vigencia en los últimos años del s. XX y los
primeros del XXI: Radio Zapata, Radio Rozana que comenzó a emitir para Siria en
2013, el proyecto que no llegó a cuajar de Radio Democracy for África para promover la democracia y los derechos humano en África, Radio Democrat
Internacional con destino a Nigeria, Democratic Voice of Burma fundada en Oslo
por un grupo de refugiados birmanos, la emisora clandestina puesta en marcha
por Reporteros sin Fronteras con motivo
de los Juegos Olímpicos de Pekín para protestar de las restricciones
informativas por China...
Los
once capítulos del cuerpo central del ensayo son un documentado repaso cronológico
a las principales radios clandestinas de las últimas ocho décadas y a las
circunstancias que han propiciado su puesta en marcha. La relación entre radio y
acontecimientos históricos está siempre presente a lo largo del texto.
Tras
un primer capítulo dedicado a
definir y clarificar conceptos que
se van a utilizar a lo largo de la obra
como emisoras piratas, radios libres,
tipos de emisoras clandestinas, radios negras, etc., el capítulo dos aborda
los orígenes de la radio clandestina que no se puede separar de la producción a
gran escala de aparatos receptores.
Goebbels, desde el Ministerio de Propaganda del Reich, fue uno de los
primeros políticos en comprender la importancia de la radio. Claro que también
aparecieron emisoras antihitlerianas como las que pusieron en marcha Otto
Strasser o el KPD (Partido Comunista), ésta, curiosamente, emitía desde Pozuelo
del Rey, una localidad cercana a Madrid. La radio clandestina dio un paso
adelante durante la Guerra Civil Española, “la
primera guerra por radio”, los dos bandos pusieron en el aire emisoras
clandestinas, muchas de ellas mantenidas por radioaficionados.
Durante
la II Guerra Mundial la radio clandestina alcanzó su mayoría de edad (capítulo tres). En sus
inicios, comenzaron a emitir radios negras alemanas destinadas a confundir a
los franceses en los momentos de la invasión alemana (La Voix de la Paix y Radio Humanité). Los alemanes también
crearon emisoras destinadas a crear la animadversión de los británicos hacia su
gobierno. La respuesta inglesa fue potenciar la BBC que incluso cedió espacios
de emisión a gobiernos de países ocupados por los nazis o a movimientos de
resistencia de los mismos (a través de sus micrófonos lanzó De Gaulle su
discurso llamando a los franceses a resistir). Las emisoras clandestinas
alcanzaron gran importancia en los momentos anteriores al desembarco de Normandía,
sus mensajes fueron determinantes para que la resistencia recibiese
instrucciones y coordinase sus acciones. Hubo otras muchas emisoras que
actuaron en otros escenarios durante la guerra, por ejemplo, emisoras alemanas
para desestabilizar el régimen de la URSS durante la Operación Barbarroja,
emisoras soviéticas en zonas ocupadas por los nazis, la emisora que emitio “in
situ” durante el levantamiento de Varsovia, la norteamericana Radio 1212 cuyo
objetivo era ofrecer noticias que no podían escucharse en las emisoras del
Reich…
El
autor dedica un capítulo (el cuarto) a las emisoras dirigidas contra las dictaduras
de Salazar y Franco, con especial relieve a la más importante de todas ellas,
Radio España Independiente Estación Pirenaica (aunque nunca estuvo situada en
los Pirineos) que emitió hasta julio de 1977 sorteando todas las acciones del
gobierno para acallarla. Otra emisora importante fue Radio Euzkadi, la portavoz
del gobierno vasco en el exilio. Algo más tardías fueron las emisoras
opositoras a la dictadura de Salazar, destacan dos de ellas (Rádio Portugal
Livre y Rádio Voz da Libertade) que emitieron hasta 1974.
La
época de la Guerra Fría fue de gran actividad de las radios clandestinas, un
intenso duelo de las radios de ambos bloques. Es el tema del capítulo quinto.
Varias emisoras occidentales se encargaron de transmitir hacia la URSS y países
satélites, destacando dos Radio Europa Libre (RFL) que desde 1950 emitía para
los países de Europa del Este y Radio Libertad (RL) que desde 1953 lo hacía con
destino a la URSS, ambas emisoras acabaron uniéndose. Radio Libertad, curiosamente, uno de sus lugares de emisión fue la Playa de Pals (Girona). La CIA señaló
sus directrices, controló sus contenidos y prestó el necesario apoyo financiero
y técnico hasta 1973. Paralelamente, la CIA también puso en funcionamiento
varias emisoras negras. Desde la URSS, dirigidas por la KGB, también se
pusieron en marcha, financiaron o dieron facilidades de instalación a varias
emisoras para lanzar propaganda anticapitalista y apoyar a los partidos
comunistas de los países occidentales, especialmente los de Francia e Italia.
Los
movimientos que lucharon por la independencia de las colonias asiáticas y
africanas tras la II Guerra Mundial también comprendieron la importancia de la
radio para construir una identidad nacional y movilizar a la población. En
muchos casos contaron con el hándicap de la existencia de pocos aparatos
receptores entre la población solucionado en parte con las escuchas colectivas.
El autor analiza con detenimiento la importancia de algunas de estas emisoras:
Radio India Libre o Congress Radio en la
India (ambas desde 1942); las tres
emisoras puestas en marcha por otras tantas organizaciones judías (Haganá,
Irgun, Lechi) que tenían objetivo último
ayudar a crear el Estado de Israel; la Voz de los Árabes que comenzó a emitir
poco después del derrocamiento del rey Faruk en Egipto y se convirtió en polo
de difusión del panarabismo y antiimperialismo; La Voix de l´Algérie et
Combattante puesta en marcha por el Frente de Liberación Nacional para contrarrestar Radio Argel controlada por
los franceses (la guerra de independencia de Argelia fue “la guerra del transistor”). Es el tema del capítulo seis.
El
capítulo siete está dedicado al papel de la radio en el convulso mundo político
de América Latina. Se centra en algunos casos: la aparición de decenas de
radios clandestinas en Colombia que llamaron a la movilización popular tras el
asesinato de Gaytan; la importancia de Radio Liberación creada por la CIA en
Guatemala para derribar el gobierno Arbenz que había promovido una reforma
agraria contra los intereses de la United Fruit Company; el papel desempeñado
por Radio Rebelde en el derribo de la dictadura de Batista en Cuba que se oyó
por primera vez en 1958 y en pocos meses tenía más oyentes que cualquier otra
emisora cubana; las numerosas emisoras puestas en marcha por la CIA para
desestabilizar el nuevo régimen de Castro en Cuba.
En
el capítulo octavo se trata del papel de emisoras clandestinas de Asia. Tras el
triunfo de Mao en China y la posterior ruptura con la URSS (1950), China
participó en la creación y mantenimiento de varias emisoras de inspiración
maoísta que emitieron para países del sudeste asiático. China, por su parte,
sufrió emisiones por parte de la URSS y de
la CIA desde Taiwan. Un escenario donde se utilizaron profusamente las radios
clandestinas fue Vietnam, desde que Ho
Chi Minh puso en marcha La Voz de Vietnam para apoyar la independencia de Francia
hasta el final del conflicto vietnamita, la radio no dejó de estar presente y
tener un papel protagonista. De entre la multitud de emisoras que surgieron,
una de las que más influencia tuvo fue Radio Liberación (salió al aire en 1961),
la radio del Viet Cong, el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur. De
la otra parte, en 1965 comenzó a emitir
Voice of Freedem controlada por la CIA
para contrarrestar la propaganda que llegaba desde Vietnam del Norte. Las
guerras civiles de Laos y Camboya, en el contexto de la guerra fría, fueron un
espacio idóneo para que surgieran varias emisoras clandestinas en ambos bandos.
África
y Oriente Medio son los espacios de los que se ocupa el capítulo nueve. Las
emisoras africanas, más numerosas desde mitad de los años sesenta, buscaron en
su mayoría favorecer los procesos de independencia, protestar contra la
discriminación racial, o hacerse oír ante frente a regímenes que les censuraban.
Especial relevancia tuvieron en Sudáfrica las emisoras de las organizaciones
nacionalistas negras para denunciar y oponerse al apartheid como Radio Freedom,
emisora del Congreso Nacional Africano. En Namibia jugó gran papel la Voz de
Namibia que animaba a resistir a la ocupación sudafricana. El gobierno de Sudafrica se esforzó para
contrarrestar a ambas emisoras para lo que creó Radio South Africa. Muy activas
fueron las emisoras puestas en marcha para apoyar a los movimientos que
luchaban por la independencia de las colonias portuguesas como Rádio Libertaçao (Cabo Verde), La Voz e Angola
o emisiones del FRELIMO y del RENAMO (Voz da África Livre) en Mozambique. Por
lo que respecta a España, el independentista canario A. Cubillo puso en marcha La
Voz de Canarias para difundir la idea de
una nación guanche que debía independizarse de España para crear una república
africana socialista. Tras el precipitado abandono del Sahara por parte de
España, Argelia, un tanto desencantada con la solución adoptada, apoyó a Frente
Polisario y le cedió tiempo en su radio exterior para lanzar La Voz del Sahara
Libre. En Palestina, cuando se fundó la OLP (1964) comenzó a tener su propio
espacio radiofónico (La Voz de Palestina) a través de La Voz de los Árabes. En
1968 comenzó a emitir Radio Fatah para alentar a la lucha por la creación de un
Estado Palestino. Cuando se firmaron los acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel, aparecieron dos
emisoras que, desde el exterior de Egipto, denunciaron la traición de Egipto a
la causa Árabe: La Voz de Egipto del Arabismo y la Voz del Pueblo Egipcio. Tras
la primera intifada apareció la primera radio palestina no controlada por la
OLP: al-Quds Radio.
El
capítulo diez se vuelve a ocupar de América Latina. En primer lugar de las
emisoras clandestinas que emitieron para Chile tras el derrocamiento de Allende
para denunciar la represión de la dictadura: Radio Magallanes, La Voz de la
resistencia Chilena y especialmente Radio Liberación. En Nicaragua, se crearon
varias emisoras opositoras a la dictadura de la familia Somoza, de entre todas
ellas destacó Radio Sandino, emisora del Frente Sandinista de Liberación
Nacional, que comenzó a emitir en 1977 para apoyar la Guerrilla. Cuando los no
sandinistas (con Violeta Barrios al frente) abandonaron el gobierno que se
formó a la caída de Somoza, el país entró en un clima de guerra civil. La
oposición al gobierno (La Contra) puso en marcha sus emisoras (como Radio 15 de
Septiembre) con apoyo de la CIA. En El salvador, el Frente Farabundo Martí para
la Liberación Nacional puso en marcha dos emisoras: Radia Farabundo Martí y la
más importante Radio Venceremos (desde 1981), el gobierno dio su respuesta con Radio Cuscatlán y varias emisoras negras. Y en
Cuba, tras la llegada de Reagan al poder el exilio cubano, con apoyo de la CIA,
puso en marcha Radio Libertad Cubana y otras emisoras como La Voz de Alpha 66,
Radio Mambí, La Voz del CID.
Los
acontecimientos disidentes que aparecieron tras el Telón de Acero también
contaron con sus emisoras de apoyo. Así sucedió en el levantamiento húngaro de
1956, durante la Primavera de Praga o en Polonia con Solidaridad (capítulo
once)
De
todo esto trata esta obra. Solo me queda felicitar a Luis Zaragoza por este
ensayo tan documentado que tan bien ha sabido engarzar el papel de las radios
clandestinas en los principales acontecimientos históricos de las últimas ocho
décadas.
1 comentario:
Sin ser lo mismo, claro está, las radios eran el Internet de entonces, ya que llegaban a todo el mundo y mostraban una opinión distinta a la oficial.
La radio, aunque ya no tenga la popularidad de tiempos pasados, sigue muy viva. De hecho hay emisoras que funcionan por Internet. Además el nivel de cultura, respeto y tolerancia, en mi opinión, no se puede comparar con el de la televisión.
Un saludo.
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