La desintegración de la antigua
Yugoslavia en los últimos años del siglo XX, con sus violentos enfrentamientos,
ha sido un proceso que ha dejado muchos episodios vergonzosos para el género
humano. Aunque no han pasado muchos años, ya disponemos de la perspectiva
histórica suficiente para abordar el estudio de estas guerras, sus causas y
consecuencias. Es lo que hacen, de una forma clara a la vez que rigurosa, Eladio
Romero e Iván Romero en este estudio cuya lectura va a permitir al lector tener
una idea clara de cómo se produjo el fin de la antigua Yugoslavia y cómo fueron
apareciendo nuevos Estados.
Resulta difícil comprender cómo
pueblos que habían convivido dentro de un Estado durante más de cuatro décadas
después de la II Guerra Mundial, se enfrentaron entre sí en unas guerras que
dejaron casi 150.000 muertos y más de cuatro millones de desplazados; además de
masacres de civiles (incluyendo mujeres y niños), internamientos en campos de
detención, torturas, limpiezas étnicas,
destrucción de miles de edificios, etc. Episodios de violencia que no se habían
vivido en Europa desde la II Guerra Mundial. Señalan los autores que explican
la crueldad de estas guerras una larga historia de enfrentamientos, el
nacionalismo radical y las tensiones étnicas y religiosas.
Los autores dedican las primeras
páginas a dar unas pinceladas explicativas del pasado de los pueblos que
ocuparon este espacio desde la antigüedad. La Primera Guerra Mundial, cuya
chispa fue precisamente el asesinato del archiduque austriaco Francisco
Fernando y su esposa en Sarajevo (28 de junio de 1914), marcó un antes y un
después. Tras la guerra, se creó el
Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, un conglomerado de pueblos y etnias
compuesto por Eslovenia, Croacia, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro,
Kosovo, Vojvodina y parte de Macedonia. Era una unidad artificial de
territorios de etnia, cultura y religión muy distintas. El control de la
administración estatal por los serbios, la rivalidad serbo-croata, el fracaso
del sistema parlamentario, el poco respeto a los derechos de los pueblos y de
los ciudadanos, etc. explican el fracaso en la cohesión de este nuevo Estado
que, en 1929, pasó a llamarse oficialmente Yugoslavia. Durante la II Guerra
Mundial, Yugoslavia fue invadida por Alemania e Italia y nuevamente dividida;
los enfrentamientos entre serbios y croatas, con sus correspondientes masacres,
iban a marcar mucho la convivencia posterior. La decisiva intervención de los
partisanos de Tito en la liberación del país explica cómo este hombre pudo
mantener unida Yugoslavia hasta su muerte (1980) a pesar de los desafíos nacionalistas
y descentralizadores.
Tras dedicar un capítulo a la
breve guerra de Eslovenia que acabó con la independencia del país (25 de junio
de 1991), la obra se centra en los conflictos mucho más largos y sangrientos de
Croacia y Bosnia-Herzegovina. La guerra entre Serbia y Croacia estalló a gran
escala en agosto de 1991. La lucha fue más intensa en las regiones donde la
población serbia era porcentualmente más importante, especialmente en la
Krajina. El asedio a Vukovar por el ejército yugoslavo ha quedado como uno de
los ejemplos más significativos de este enfrentamiento. Tras sufrir intensos
bombardeos (cayeron más de 700.000 proyectiles), pasar muchas penurias por la
dificultad de llegar la ayuda humanitaria y sufrir algunos miles de bajas, los
últimos defensores se rindieron en noviembre de 1911. Los serbios, tras entrar
en la ciudad, llevaron a cabo una fuerte represión sobre la población croata:
ejecuciones sin control, saqueos, limpieza étnica, expulsiones… la brutalidad
de los vencedores alarmó a la opinión internacional. No fue el único ejemplo, siguieron
otros episodios no menos sangrientos como las batallas de Osijek, Kusonje,
Gospic, la llamada de los Cuarteles, Sibenik, Zadar… y el asedio a Dubrovnik
que comenzó el 1 de octubre de 1991 y duró hasta mayo del año siguiente. Más de
once mil edificios de esta ciudad (algunos de su casco antiguo declarado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) sufrieron algún daño. El 8 de octubre
de 1991, Croacia proclamó oficialmente la independencia de Croacia. La crudeza
de la guerra hizo tomar cartas en el asunto a la Comunidad Internacional para
alcanzar un alto el fuego y llegar a una solución del conflicto. En la obra se
explican los fracasos de planes (como el Plan Carrington o las propuestas del
norteamericano Vance), el alto el fuego fue aceptado en enero de 1992 lo que
permitió el despliegue de Cascos
Azules en la zona. No fue el fin de la
guerra que continuó, de forma
intermitente, los siguientes años recrudeciéndose
en 1995 por el control de la Krajina. La
Operación Tormenta desatada por los croatas para dominar la Krajina fue tal vez la mayor operación
terrestre desde la II Guerra Mundial. Fue el mayor triunfo croata de toda la
guerra. Cerca de 200.000 serbios fueron desplazados de la Krajina a la vez que
volvían varios miles de croatas que habían sido desplazados anteriormente.
Los autores dedican un amplio
espacio a la guerra de Bosnia-Herzegovina, el territorio de mayor complejidad
étnica y religiosa de todos. Tras la proclamación por Bosnia-Herzegovina de su independencia
(reconocida pocos días más tarde por EE.UU. y varios países de Comunidad
Europea), el país fue atacado por los serbios. Comenzaba una guerra sangrienta
que conoció episodios como el implacable asedio de Sarajevo (de abril de 1992 hasta
finales de 1995) o las masacres que protagonizaron los serbios en Zvornik,
Visegrad (fueron asesinadas unas 3000 personas, de ellas más de 100 niños),
Foca (tuvo que huir más de la mitad de sus 40.000 habitantes), Banja Luka
(donde hubo un desplazamiento masivo de su población), Prijedor (que conoció
uno de los episodios más espeluznantes de limpieza étnica), Bihac… El panorama
se complicó bastante cuando los croatas también atacaron Bosnia haciendo también
sus propias limpiezas étnicas (por ejemplo en Vitez). Parecía una guerra de
todos contra todos. ¿Habían pactado los croatas y los serbios un reparto de
Bosnia? Ante la gravedad de la situación, la ONU desplegó sus fuerzas en la
zona (UNPROFOR) para hacer llegar la ayuda humanitaria y evitar que continuaran
las limpiezas étnicas. Tras la negativa serbia a aceptar alguno de los planes
de paz presentados por la Comunidad Internacional, la guerra se recrudeció y se
produjeron episodios de gran crueldad como el asedio de Mostar por los croatas
(la destrucción del puente romano de esta ciudad el 9 de noviembre de 1993 se
convirtió en uno de los iconos de esta guerra) o la masacre de Srebrenica
cometida por los serbobosnios en la que fueron asesinadas unas 8000 personas
(las imágenes fueron escalofriantes y despertaron las simpatías internacionales
por el pueblo bosnio). El Consejo de Seguridad de la ONU creó un Tribunal
destinado a juzgar las graves violaciones del derecho internacional y
humanitario (mayor, 1993) con sede en la Haya. Las masacres indicadas y otros
hechos de gran crueldad hicieron que la OTAN anunciara la operación Fuerza
Deliberada (1995) en la que participaron más de 400 aviones para obligar a los
serbobosnios a aceptar un alto el fuego y llegar a un acuerdo definitivo que se
alcanzó en Dayton (noviembre de 1995) por el que Bosnia quedó como una confederación
de dos entidades: La República de Srpska y la Federación de Bosnia y
Herzegovina. Para garantizar el cumplimiento de Dayton se desplegó una fuerza
dirigida por la OTAN que sustituyó al UNPROFOR.
No podía faltar un capítulo a la
guerra por la independencia de Kosovo. El serbio Milosevic acabó con la
autonomía de que disfrutaba Kosovo desde 1974 y tomó una serie de medidas
contra la población albanokosovar. Los diputados albanos proclamaron la república de Kosovo que, en un referéndum, fue
ratificada por el 99,87 % de los votantes. Tras esto, llegó la represión serbia
ignorando las presiones de la ONU. En respuesta, los albanokosovares partidarios
de la lucha armada crearon el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK)
considerado un grupo terrorista por
Serbia. El 10 de febrero de 1996 protagonizó su primera acción armada. El enfrentamiento
se recrudeció desde 1998. Una vez más, se cometieron matanzas y deportación de.
La presión de la OTAN hizo que las partes se sentasen a negociar en la
Conferencia de Rambouillet (febrero, 1999). Los acuerdos de esta Conferencia no
fueron aceptados por Serbia. Para doblegar a Serbia, la OTAN inició una campaña
de fuertes bombardeos aéreos que produjeron muchos “daños colaterales”. Durante
la campaña de la OTAN, se acentuó la represión serbia: casi un millón de
albaneses fueron expulsados de Kosovo, una vez más limpiezas étnicas que
llegaron hasta “limpiezas de identidad”.
Milosevic, falto de apoyo y ante la amenaza de la OTAN de una operación también
terrestre, aceptó un acuerdo firmado en Kumanovo (junio, 1999). Aún hubo
pequeños enfrentamientos. El 17 de febrero de 2008 el Parlamento de Kosovo
proclamaba su independencia de forma unilateral, no fue reconocido como estado
por la ONU aunque en 2016 lo habían reconocido 110 estados miembros de la ONU
(no por España).
Cierra la obra un capítulo
dedicado a Macedonia que alcanzó su independencia de forma pacífica en 1991.
Los albaneses residentes en el país (casi 450.000) comenzaron a organizarse para
exigir más derechos políticos para su grupo, en 1994, radicalizaron su postura
y exigieron la creación de una República Autónoma dentro del país. Comenzaron a
protagonizar acciones violentas desde 2001. A pesar de un acuerdo de alto el
fuego que el gobierno macedonio se vio obligado a aceptar, los enfrentamientos
siguieron hasta el acuerdo de Ohrid (agosto, 2001) en el que se reconocieron
más derechos políticos para los albaneses de Macedonia. A pesar de ello, en
2014 y 2015 hubo algunos incidentes y enfrentamientos.
Todo esto se explica con detalle
en esta obra. Su lectura permite conocer los hechos y comprender su complejidad
y la razón de la extremada violencia practicada durante los mismos.
Se insertan en el texto una serie
de mapas que ayudan a comprender y posicionar en el espacio los acontecimientos
estudiados.
Información sobre la obra y los
autores en la Web de la editorial:
1 comentario:
Esto hechos son fundamentales para entender la historia reciente y la historia de Europa, con aspectos que vienen de más atrás ("de aquellos barros, estos lodos").
Interesante artículo, un saludo.
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