Uno de los actos más notorios de la República de Saló fue el conocido como Proceso de Verona contra los jerarcas fascistas que habían votado la destitución de Mussolini en el Gran Consejo Fascista del 24-25 de julio de 1943 (ver entrada de este Blog). El proceso comenzó el 8 de enero de 1944 y duró solo dos días.
De los 19 jerarcas que votaron en contra de Mussolini, solamente fueron arrestados seis: el egneral De Bono, G. Marinelli, T. Cianetti, C. Pareschi, L, Gottardi y G. Ciano, yerno de Mussolini y antes hombre muy relevante del régimen. Los otros 13 fueron juzgados en rebeldía, pero nunca fueron capturados y sobrevivieron a la guerra. La acusación principal fue que, con la destitución de Mussolini y su separación de la dirección de la Guerra, se entregó el país al enemigo, es decir delito de traición. De nada sirvió que la defensa quisiera demostrar que en ningún caso había habido traición. El Tribunal impuso, a los juzgados presentes, cinco condenas de muerte y 30 años de cárcel a Cianetti. Mussolini no quiso conmutar las penas de muerte. La sentencia se cumplió con prontitud, fueron fusilados el 11 de enero. Fue un escarmiento ejemplar pedido por los alemanes y por el nuevo Partido Republicano Fascista.
Obviamente, el caso más llamativo fue el del conde Ciano. Tras conocer el armisticio huyó a Alemania, fue detenido al regresar a Italia. Mussolini, seguramente por presiones de Berlín, se resistió a las suplicas (y algunas veces amenazas) de su hija Eddase, incluso se negó a recibirla cuando intentaba pedir clemencia para su marido.
Más sobre la ejecución del conde Ciano en esta otra entrada de este Blog.
De los 19 jerarcas que votaron en contra de Mussolini, solamente fueron arrestados seis: el egneral De Bono, G. Marinelli, T. Cianetti, C. Pareschi, L, Gottardi y G. Ciano, yerno de Mussolini y antes hombre muy relevante del régimen. Los otros 13 fueron juzgados en rebeldía, pero nunca fueron capturados y sobrevivieron a la guerra. La acusación principal fue que, con la destitución de Mussolini y su separación de la dirección de la Guerra, se entregó el país al enemigo, es decir delito de traición. De nada sirvió que la defensa quisiera demostrar que en ningún caso había habido traición. El Tribunal impuso, a los juzgados presentes, cinco condenas de muerte y 30 años de cárcel a Cianetti. Mussolini no quiso conmutar las penas de muerte. La sentencia se cumplió con prontitud, fueron fusilados el 11 de enero. Fue un escarmiento ejemplar pedido por los alemanes y por el nuevo Partido Republicano Fascista.
Obviamente, el caso más llamativo fue el del conde Ciano. Tras conocer el armisticio huyó a Alemania, fue detenido al regresar a Italia. Mussolini, seguramente por presiones de Berlín, se resistió a las suplicas (y algunas veces amenazas) de su hija Eddase, incluso se negó a recibirla cuando intentaba pedir clemencia para su marido.
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