SAN JUAN, V.: “Breve historia de las batallas
navales de la Antigüedad”. Edit. Nowtilus. Madrid, 1917.
Si preguntamos por batallas navales de la Antigüedad, son muy
pocos los que recuerdan alguna, tal vez Salamina o Actium. Y, sin embargo, hubo
muchas más liberadas entre pueblos que se disputaban el dominio del mar, sus
riberas y sus islas. Víctor San Juan recoge 27 enfrentamientos navales en la
Antigüedad y admite que seguramente hubo algunos más. En este ensayo
divulgativo se analizan estos 27 enfrentamientos: el contexto histórico que
ayuda a explicar sus causas, su desarrollo, las tácticas y estrategias que
emplearon los marinos y “almirantes” al mando, las naves participantes (estos
conflictos hicieron mejorar la construcción naval), el resultado, las
consecuencias, etc. Las 27 batallas analizadas abarcan un largo período, desde
la primera batalla en el delta del Nilo de los egipcios de Ramsés III contras
las hordas de los pueblos del mar que tuvo lugar en el 1190 a. C. hasta la
batalla de Actium entre Octavio y el combinado romano-egipcio de Marco Antonio
y Cleopatra que se desarrolló en el 31 a. C.
Víctor San Juan ha escrito una obra rigurosa, ágil y amena en
la que están presentes su condición de especialista en temas náuticos (tiene varias
publicaciones relacionadas con ellos) y sus amplios conocimientos de la
historia de los pueblos protagonistas.
Los egipcios adquirieron vastos conocimientos sobre
navegación fluvial durante los múltiples transportes de bloques de piedra que
realizaron desde la primera catarata del Nilo hasta el lugar donde construyeron
sus grandes pirámides. Esta experiencia y la acumulada en sus viajes para
comerciar con los fenicios permitió a Ramsés III enfrentarse con éxito a los
Pueblos del Mar, expatriados del Peloponeso, que tras arrasar al Imperio
Hitita, Chipre, Siria y Palestina, se dirigieron al Delta del Nilo. La primera
batalla naval conocida se desarrolló en el laberinto de acequias y canales del
Delta, donde los barcos egipcios, diseñados para navegar por aguas poco
profundas, tuvieron su ventaja frente a los barcos de mayor calado atacantes.
Era el año 1190 a. C., los combates navales entraban en la Historia.
Los fenicios fueron la primera potencia naval de la Historia.
Supieron construir magníficas naves para comerciar que representaron gran
avance técnico sobre sus antecesoras, conocemos algunos tipos por estelas y
bajorrelieves antiguos y por el descubrimiento y recuperación de algunas unidades
(como los dos descubiertos frente a la costa de Mazarrón que se pueden datar
entre el 760 y 500 a. C.). Barcos diseñados para el comercio, no para la
guerra: altos, robustos, de fondo plano, propulsados por velas. Estas naves
permitieron a los fenicios llevar a cabo una espectacular expansión por el
Mediterráneo estableciendo factorías en Chipre, Rodas, sur de Italia, Sicilia,
Cerdeña, costa norte de África, Península Ibérica… incluso llegaron a Gran
Bretaña buscando estaño. La aparición de otros pueblos que deseaban controlar
este espacio comercial dio lugar a la batalla de Alalia (535 a. C), un
enfrentamiento de fenicios y etruscos contra los focenses en las costas de
Córcega. Los focenses griegos derrotaron a sus enemigos gracias a su mejor
táctica. Aunque no conocemos muchos detalles de esta batalla, parece que fue
una victoria pírica de los focenses con muchas pérdidas por ambas partes.
Seguidamente, la obra va a dedicar un amplio espacio al
enfrentamiento terrestre y naval de griegos y persas. La gran colonización
griega por el Mediterráneo y Egeo tuvo lugar entre 770 y 520 a. C. Fundamental
para su expansión fue la trirreme griega, una nave práctica, ágil, ideal para
el combate (con un formidable espolón de proa compuesto de tres placas
metálicas paralelas) y fácil de construir. Por estas fechas, Ciro II el grande
fundó el Imperio Persa. El inevitable enfrentamiento dio lugar a las Guerras
Médicas en las que tuvieron lugar varios enfrentamientos navales como la
batalla de Lade (494 a. C. durante la I Guerra Médica), una Salamina
anticipada, que acabó con una derrota griega y la toma por los persas de varias
ciudades de Tracia y Macedonia. Temístocles, nombrado arconte en el 493 a. C.,
se dio cuenta de la necesidad de construir una gran flota ateniense para hacer
frente al Imperio Persa. Durante la II Guerra Médica, aparte de los
enfrentamientos terrestres que sonrieron a los persas (llegaron a saquear
Atenas), hubo enfrentamientos navales
como la batalla de Artemisio (480 a. C.)
donde todo quedó en nada a pesar de la enorme concentración de naves y la gran
batalla de Salamina el mismo año, para algunos la más grande batalla naval de
la Antigüedad. La arriesgada táctica de Temístocles dio una gran triunfo a los
griegos sobre la escuadra persa. Fue el pistoletazo de salida para la gran
ofensiva comercial de Atenas que iba a brillar durante tres cuartos de siglo
hasta su derrota en Egos Potamós (404 a.
C.)
Entre 480 y 405 a. C. se libraron al menos 15 batallas
navales, todas relacionadas con la expansión o regresión del imperio ateniense
que se saldaron con diferente fortuna. Nuestro autor las analiza con detalle.
En primer lugar la batalla de Micala (479 a. C.) donde los griegos incendiaron
la flota persa de Jerjes. La victoria griega sobre los etruscos en la batalla
de Cumas (474 a. C.). La batalla de Eurimedón (468 a. C.) que se saldó con una
gran victoria ateniense sobre los persas. Las cosas iban a cambiar pronto, las
200 trirremes enviadas por Pericles a Egipto para imponer allí su dominio sobre
los persas, quedaron atrapadas entre dos brazos del Nilo y aniquiladas (batalla
de Prosopitis, 454 a. C.). Fue la revancha persa por Salamina, Platea y Eurimedón.
En el 413 a. C., hubo cuatro batallas navales en Siracusa. En
la primera, los siracusanos se defendieron de la gran expedición ateniense
(casi trescientas embarcaciones) a la que derrotaron con ayuda espartana y
corintia y la traición del griego Alcibíades que cambió de bando uniéndose a
Esparta. Los atenienses, tras evitar el desastre en la segunda batalla,
conocieron la derrota en la tercera y cuarta batallas de Siracusa. Las grandes
pérdidas atenienses trajeron la ruina a la ciudad y la disolución de la Liga de
Delos. Esparta se preparó para ocupar el lugar hegemónico de Atenas.
Esparta envió varias expediciones a los Dardanelos, lugar
estratégico por donde llegaban productos de Oriente y trigo ucraniano. Los
griegos atenienses no podían consentir que les cortasen la llegada de este
trigo. Hubo varias batallas navales entre atenienses y espartanos en este
espacio. Como la batalla del cabo Cinosema (411 a. C.) que se saldó con una sorprendente victoria de los
atenienses, o la batalla de Cícico al año siguiente en el Mar de Mármara que terminó con una nueva
victoria de los. Los enfrentamientos navales entre atenienses y espartanos
continuaron en otros lugares: batalla de Notion (407 a. C.) cerca de Samos que
acabó con una victoria espartana o la
batalla de las Arginusas (405 a. C.) en la que la victoria ahora sonrió a los
atenienses. Estos enfrentamientos acabaron en el año 404 a. C. cuando los
espartanos destrozaron la flota ateniense en la batalla de Egos Potamós. Siracusa,
Notion y Egos Potamós hundieron la hegemonía naval ateniense. A Esparta le duró
poco su hegemonía naval, hasta la batalla de Cnido en que se enfrentó a
atenienses y persas (394 a. C.) y acabó derrotada.
Seguidamente, en la obra, se explica la entrada en escena de
los romanos que, en sus comienzos, no se sintieron atraídos por el mar. En el
contexto del enfrentamiento con Cartago por el control de Sicilia (Primera
Guerra Púnica), debutó la flota romana al mando de Cneo Cornelio Escipión. Tras
el desastre, el Senado encomendó el
mando de la flota a Caio Dulio, auténtico inspirador de la trirreme romana: más
grande y más robusta que el modelo griego, con su rostrum para desventrar las
naves enemigas y dotada de una pasarela abatible con garfios en su extremo
(corvus) que facilitaba el abordaje. En el 260 a. C. tuvo lugar la batalla de
Milas entre la flota romana al mando de Caio Dulio y la cartaginesa de Aníbal
Giscón. Fue un desastre para los cartagineses y el primer triunfo naval romano.
Caio Dulio se convirtió en un héroe naval,
entonces y para la posteridad: aún se conserva su columna rostral y han
llevado su nombre diversos barcos de la armada italiana.
Durante la primera Guerra Púnica, romanos y cartagineses
sostuvieron otras batallas navales. En
el 256 a. C. tuvo lugar la batalla de Ecnomo donde se encontraron la flota
romana al mando de Marco Atilio Régulo y la cartaginesa de Amílcar y Hannón. La
hábil estrategia de Régulo propicio una gran victoria romana. Tras esta
victoria, los romanos pudieron desembarcar tropas en tierra para atacar
Cartago. Envalentonado por el éxito de Ecnomo y de la victoria terrestre de
Aspis, Régulo rechazó los ofrecimientos de paz y, poco después, vio cómo su
ejército era diezmado por las tropas y elefantes de Jantipo. Más de
25.000romanos perecieron y el propio Régulo fue hecho prisionero.
Las batallas de Drépano (249 a. C.) y de las islas Egadi (241
a. C.) fueron los últimos actos navales de la Primera Guerra Púnica. Los
resultados fueron muy diferentes, si los cartagineses obtuvieron un gran
triunfo en Drépano, fueron derrotados en las islas Egadi. En esta batalla el
romano Lutacio Cátulo dio orden de quitar los mástiles y aparejos de las naves
para hacerlas más ligeras. Poco después de la batalla, una Cartago derrotada
firmó el tratado que puso fin a la Primera Guerra Púnica.
El autor va a finalizar su ensayo con la batalla de Actium
(31 a. C.). Para entender el contexto, dedica unas líneas a explicar la
situación de Egipto desde el reinado de Ptolomeo Soter, tras la muerte de
Alejandro Magno, al momento en que Egipto cayó en la órbita romana en tiempos
de Julio César. Expone detalladamente las causas del enfrentamiento entre
Octavio por un lado y Marco Antonio y Cleopatra por otro por el control de
Egipto, su trigo y su riqueza. En el enfrentamiento final de Actium, Marco Antonio
apostó por buque altos, grandes, poderosos, reforzados sus costados con
planchas metálicas; mientras que Octavio, mejor sería decir de su competente
militar Agripa, lo hizo por buques más ligeros y ágiles, libres de mástiles y aparejos (a costa
de que, al prescindir de la vela, no podría perseguir al enemigo si huía)
siguiendo el ejemplo de Lutacio Cátulo en la batalla de las islas Egadi. En
Actium, Cleopatra fue la primera mujer en la Historia que ejerció el mando de
una agrupación naval completa. Es un misterio por qué Cleopatra, en lo más duro
de la batalla, huyo con sus naves, ¿deserción? ¿algo acordado con Marco Antonio?
Hay opiniones para todos los gustos. Marco Antonio salió en pos de Cleopatra,
esta decisión marcó el principio del fin. Del resto de la flota de Marco
Antonio y Cleopatra, unos buques desertaron, otros se rindieron y algunos
lucharon hasta el final. Octavio fue el gran vencedor. No hubo más batallas
navales hasta muchos siglos después
En resumen, una obra muy documentada y esencial para conocer los enfrentamientos navales de casi 1200 años de historia.
Ficha de la obra en la Web de la Editorial:
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