miércoles, 24 de abril de 2019

RESEÑA DE "BREVE HISTORIA DE LOS TRANSATLÁNTICOS" DE VÍCTOR SAN JUAN


SAN JUAN, V. Breve historia de los trasatlánticos. Madrid: Editorial Nowtilus, 2019


En este nuevo título de la colección Breve Historia se aborda la historia de los trasatlánticos de pasajeros desde  1838, año en que el vapor Great Western inició su ruta regular a través del Atlántico, hasta 1970, año en que el mítico Queen Elizabeth, ya sin utilidad ni rentabilidad, salió a subasta. Hoy, en tiempos de gran auge de la aviación, los viajes en los lujosos trasatlánticos es un recuerdo romántico del pasado. Como señala el autor, hoy lo importante es el destino, mientras que en tiempo de los transatlánticos casi era más importante el viaje que el destino. Víctor San Juan, un reconocido experto en temas náuticos, nos ofrece un ameno relato de la fascinante historia de estos transatlánticos, una historia llena de éxitos (lujo, la velocidad, la grandeza…) y de dramáticos fracasos (naufragios, a veces con numerosas víctimas, que hacen reflexionar sobre qué se estaba haciendo mal o qué aspectos había que mejorar).



No hay que olvidar que portugueses y españoles, tras el descubrimiento de América, fueron los primeros en establecer líneas regulares para el transporte de viajeros y mercancías a través del Atlántico, unos viajes llenos de peligros que se saldaron con un buen número de naufragios. Pero los orígenes más inmediatos de los trasatlánticos hay que buscarlos en la aplicación de  los grandes avances de la Revolución Industrial al transporte marítimo: motores de vapor, hélices como medio de propulsión, casco de hierro... Las mejoras en el diseño y construcción, impulsadas por las grandes navieras como la Cunard van a ser continuas. Los transatlánticos van a ser un escaparate de la capacidad industrial del país constructor.


Tras analizar cinco candidatos a ser el primer trasatlántico, el autor se decide por Great Western dotado con motores de vapor. Desde sus comienzos, los lujosos trasatlánticos, un prodigio de la técnica, van a iniciar una carrera por el aumento de la velocidad (una lucha por lucir la Cinta Azul que acreditaba a un buque como el más rápido en cruzar el Atlántico) y por el aumento del número pasajeros que podían transportar. 


A lo largo de las páginas del libro se explica cómo diversos trasatlánticos van a ir luchando por lucir la famosa Cinta Azul compitiendo entre ellos por acortar el viaje. Los 15 días y 12 horas que tardó el Great Western en 1938, se van a ir reduciendo rápidamente. En 1854 ya se había bajado de 10 días. Se mencionan los míticos barcos que fueron batiendo el récord continuamente como: Germanic, Britannic, Alaska (que bajó de siete días en 1883), Etruria, City of París que bajó de seis días en 1889,  Ciudad de Nueva York , Majestic, Deustchland (batió el récord varias veces), Lusitania que fue el más veloz de 1907 a 1909 bajando de cinco días (su hundimiento durante la I Guerra Mundial iba a traer enormes consecuencias políticas), Mauretania, Bremen, Europa, Rex, Normandia (que bajó de cuatro días), Queen Mary, Queen Elizabeth, el United States cuya marca en su viaje inaugural en 1952 (3 días, 12 horas y 12 minutos)  ha quedado para la historia.
El Lusitania en una pintura de Wilkinson. 
Ilustraciónen en la obra como las otras 
que se incluyen en este post.

Los trasatlánticos van a gozar de gran popularidad y van a desarrollar su cometido con muchos éxitos y también con sonoros fracasos, varios accidentes con muchas víctimas. No solo el naufragio del Titanic, aunque la leyenda de éste lo haya hecho el más famoso. El autor explica  con cierto detalle otros muchos naufragios:  Lusitania,  Princesa Mafalda, Fort Victoria, Príncipe de Asturias, Andrea Doria (su  naufragio fue el primero filmado en blanco y negro para la TV), Queen Elizabeth, Costa Concordia… y otros muchos menos conocidos (Arctic, Pacific, Royal Charter, Republic, Athenia o Laconia).

Merecen un capítulo de la obra los trasatlánticos de la generación Titanic (los “cuatro chimeneas”), una generación sin suerte. Como no podía ser menos, se hace una amplia referencia  a la historia del Titanic que no era el más grande, ni el más rápido, ni el mejor diseñado, ni el mejor construido, eso sí el más famoso. Explica cómo sucedió su naufragio indicando que, dejando aparte la mala suerte existente, se hubiera podido evitar y en todo caso reducir mucho el número de muertos si se hubieran tomado las medidas adecuadas. Su naufragio sirvió para que se establecieran patrullas de vigilancia de los hielos, la obligatoriedad de llevar botes salvavidas para todos pasajeros y de conceder más relevancia a la radio.

El Carmania de la Cunard

No fue un iceberg el que cortó la progresión de los transatlánticos, sino la I Guerra Mundial. Muchos de ellos fueron confiscados por los gobiernos (especialmente Alemania y Gran Bretaña) y armados con lo que se convirtieron en crucero auxiliares cambiando radicalmente el rol para el que fueron construidos. A veces también ejercieron un papel de corsarios. Cruceros auxiliares que se convirtieron en un blanco fácil especialmente para los submarinos. El autor detalla algunos de los hundimientos más famosos: el del Cap Trafalgar abatido por el Carmania, el del Lusitania víctima del submarino U-20, el del Britanic… 

Primera llegada del Queen Mary a Nueva York

Tras la guerra, van a resurgir los trasatlánticos y las grandes navieras se van a afanar en construir barcos cada vez más grandes. Durante los años treinta los transatlánticos fueron víctimas de muchos siniestros, particularmente incendios. En 1936, Inglaterra puso en servicio los míticos Queen Mary (uno de los barcos más notables de la historia, que hizo 1001 travesías del Atlántico en 25 años) y Queen Elizabeth. Durante la guerra, Hitler fracasó en su empeño por hundir estos barcos.


Durante la II Guerra Mundial los transatlánticos fueron nuevamente incautados, esta vez para emplearlos principalmente en el transporte de tropas o como barcos prisión. Muchos de ellos acabaron siendo víctimas del conflicto: Bremen, Lancastria, Empress of Britain, Laconia, Awa Maru…


Tras la II Guerra Mundial, llegó una nueva etapa para los transatlánticos. Los nuevos huyeron de la ostentación y el lujo y buscaron un mayor equilibrio entre tamaño y potencia. Entre las construcciones de nuevos transatlánticos, cita con más detalle las de Italia (Andrea Doria y Cristóforo Colombo) y Estados Unidos que, como señal de su prestigio, construyó un barco muy destacado, el United States  heredero de la hegemonía del Atlántico, cinta azul en su viaje inaugural  con 3 días, 12 horas y 12 minutos marca que ha quedado para la historia. 


El Queen Mary en la actualidad

En los años sesenta, la falta de rentabilidad iba a ocasionar la decadencia irreversible de los transatlánticos. Esta falta de rentabilidad fue el motivo del fin de las dos reinas: Queen Mary y Queen Elizabeth. En 1967, el Queen Mary fue vendido a un grupo norteamericano que lo convirtió en un hotel que acabaría cerrado en 1992 por la mala gestión. Sobrevive en nuestros días como parque temático para el turismo. El Queen Elizabeth fue dado de baja al año siguiente, adquirido por unos norteamericanos para convertirlo en museo y hotel de lujo, fue subastado en 1979 y adquirido por un magnate de Hong Kong que quería convertirlo en una universidad flotante, acabó víctima de un incendio. La Cunard y la Trasatlántica Francesa intentaron un resurgir de los transatlánticos, fue un auténtico suicidio económico, la primera con el Queen Elizabeth II  y la segunda con  el France. El lujo y la cantidad de servicios que ofrecía el Queen Elizabeth II  pusieron la base para los modernos cruceros de diversión. 


Navieros y diseñadores se dieron cuenta que la única forma de subsistencia de los barcos de pasajeros era convertirlos en unos buques dedicados totalmente al sector lúdico: restaurantes, bares, tiendas, cines, casinos, saunas, centros deportivos, atracciones varias… El autor les denomina mutantes de los antiguas transatlánticos, se refiere a los modernos fun cruiser. Unos cruceros feos que, como dice el autor, se asemejan a bloques de pisos flotantes.

El Costa Concordia un ejemplo de los modernos fun cruiser


Cierra la obra la descripción del espectacular  y famoso accidente del Costa Concordia frente a la islita de Giglio. Un barco con excelentes instrumentos de navegación que fue víctima de la imprudencia y de una cadena de errores. A pesar de todo, este accidente no ha afectado a la popularidad de los cruceros de vacaciones que están en pleno auge actualmente.


La obra en la Web de la Editorial:



1 comentario:

José Gabriel Delgado Alonso dijo...

Si bien el libro abarca una interesante y amplia historia de los trasatlántico en un modo general desde sus comienzos hasta la actualidad, tiene muchísimos errores en cuanto a medidas de eslora de los trasatlántico que menciona. Eso sin contar una amplia crítica abierta y con cierto resentimiento podría añadir por parte del autor a la naviera Withe Star Line, sus barcos y concretamente contra el RMS Titanic. Lo más triste es que son críticas infundadas sin ninguna prueba o evidencia válida que las justifiquen. Es una vergüenza que un conocedor como don Víctor San Juan se rebajara tanto. En contra parte habla muy bien y enaltece a la naviera Cunard y sus trasatlánticos estrellas Lusitania y Mauritania, exponiendo muchas verdades y también falacias comparativas con sus rivales de la clase Olympic. En fin...Para los amantes y apasionados neutrales de los trasatlánticos que ven objetivamente los puntos positivos y negativos de cada una de estas bellezas de la ingeniería e historia, no les recomiendo este libro poco objetivo donde la pasión ciega del autor no expone la verdad.

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