GRIOT, M.: “Iqbal Masih. Lagrimas sorpresas y
coraje”. Edit. Oxford. Col. El árbol de la literatura. Tercera edición, 2018.
Esta novela, con fuertes tintes biográficos, narra a la vida
de Iqbal Masih, un niño pakistaní que, desde muy temprana edad, se vio obligado
a trabajar en los talleres de alfombras de su localidad, en un régimen
esclavizado, hasta ganar lo suficiente pagar el préstamo (con sus abusivos intereses)
que el fabricante hizo a su familia (el denominado Paishgee tan extendido en la
sociedad pakistaní). En realidad, la vida de Iqbal no difiere mucho de la de
cualquiera de los 250 millones de niños (tal vez una cifra mayor) del mundo que
están sometidos a un trabajo forzado en unas condiciones que recuerdan a las que
niños y niñas soportaron en los primeros
tiempos de la industrialización, en Inglaterra allá por la segunda mitad del s.
XVIII: largas jornadas, bajísimos salarios, instalaciones insalubres, severa
disciplina que puede llegar al castigo físico…. Niños sin infancia y sin
escuela.
A través de testimonios ofrecidos por las personas que para
bien o para mal estuvieron cerca del pequeño Iqbal (familiares directos, compañeros
de trabajo, fabricantes, militantes de
la organización BFLL, los que le conocieron en Suecia o Estados Unidos, incluso
su asesino, etc.) el lector puede recomponer su corta, pero intensa, existencia.
Una vida similar a los niños de su entorno hasta que Iqbal se armó de coraje,
se rebeló y decidió cambiar el rumbo de su vida. Ayudado por la Organización BFLL (dedicada a la lucha
pacífica por erradicar el trabajo infantil) pudo abandonar el taller de
alfombras y acudir a la escuela. Iqbal dedicó el resto de su vida a dar
testimonio de su experiencia personal y la similar situación de otros muchos
miles de niños, a luchar por el fin del trabajo forzado de los niños, a pedir
que se cumpliese la ley aprobada en el Parlamento de Pakistán que prohibía el
trabajo infantil y que los fabricantes convertían en papel mojado, a participar
en campañas para exigir el fin del paishgee basado en una red de abuso de
menores que no solo beneficiaba a empresarios e intermediarios, sino también a
los consumidores de países occidentales... Defendió estas ideas también en los países
a los que viajó: Suecia (participó en un documental sueco) y Estados Unidos
(donde acudió a recibir un premio por su
defensa de los derechos humanos de los niños). Iqbal defendió estas ideas con
palabras sencillas que llegaron al corazón de mucha gente. Su creciente
popularidad no gustó a los fabricantes lo que iba a ser causa de su dramático
final: el 16 de abril de 1995 fue asesinado. ¡¡¡Tan solo tenía 13 años!!! ¿Tanto
poder tenían las palabras de un niño? La versión de la policía, culpando del
asesinato a un desequilibrado, no convenció en absoluto a muchos Organismos
Internacionales, pero nunca se pudo demostrar quién pagó al sicario que acabó
con su vida.
Ésta es una novela de denuncia de la situación de millones de
niños en varios países del mundo en pleno siglo XXI a pesar de las diversas
Declaraciones de Organismos Internacionales (ONU, UNICEF…) proclamando una
serie de derechos básicos de niños y niñas como el derecho a una vida digna, a la
educación, a la posibilidad de participar en actividades lúdicas y recreativas
propias de su edad, a una vida adecuada, a protección contra la explotación…
por citar algunos de los más conculcados en el trabajo forzado infantil.
Además, la lectura de esta obra puede ayudar a concienciar a
la sociedad de la necesidad de acabar con esta lacra de explotación infantil,
colaborando cada uno conforme a sus posibilidades. Una buena forma de fomentar
esta concienciación es comenzar por los más jóvenes. En este sentido, creo que
es una lectura a incluir en los planes de lectura de los centros educativos de
Enseñanzas Medias para 3º y 4º de la ESO y 1º de Bachillerato.
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