Las SA habían tenido un gran papel en los años de la lucha en los que el movimiento nazi luchaba por conquisrtar el poder, se habían batido en las calles contra comunistas y socialistas. Tras la llegada de Hitler a la Cancillería, las SA pensaban que estaban siendo marginadas, tenían la conciencia de que ya no se las necesitaba. Se redujeron los recursos financieros asignados a las SA. La radicalidad de Röhm en 1934 hizo que él y las SA se estuvieran convirtiendo en algo molesto para el régimen.
Dentro de las SA muchos (especialmente Röhm) aspiraban a convertirse la organización en una especie de ejército popular lo que se topaba con la oposición del ejército regular. Röhm, Strasser y otros defendían que, una vez tomado el poder, había que hacer como una "segunda revolución" para desarrollar los puntos más socialistas del programa del NSDAP (nacionalización de grandes empresas, reparto de tierras de terratenientes prusianos...). Esto iba a apartar a la derecha del proyecto nacionalsocialista y Hitler no estaba disouesto a perder estos apoyos. Röhm pretendía llevar adelante sus proyectos apoyándose en que las SA contaban con un número
de miembros muy superior al de los pertenecientes al ejército, además podía contar con otras organizaciones
paramilitares (como los Cascos de Acero).
El ejército no estaba dispuesto a tolerar la pretensión militares de Röhm. Además, se consideraba a las SA como un cuerpo únicamente válido para acciones defensivas, pero del todo incapaz para llevar adelante los actos ofensivo-imperialistas que bullían en su mente. Lo que no podía perder Hitler era el apoyo del ejército vital para el mantenimiento de la Cancillería.
E. Röhm |
El ejército no estaba dispuesto a tolerar la pretensión militares de Röhm. Además, se consideraba a las SA como un cuerpo únicamente válido para acciones defensivas, pero del todo incapaz para llevar adelante los actos ofensivo-imperialistas que bullían en su mente. Lo que no podía perder Hitler era el apoyo del ejército vital para el mantenimiento de la Cancillería.
Hitler trató de evitar el enfrentamiento abierto, aunque comenzó a inclinarse del lado del ejército. Trató de ganarse a Röhm (tan unido a Hitler en los primeros momentos del nazismo) al que asignó un ministerio sin cartera y apropbó una ley otorgando una pensión a los miembros de las SA que habían sufrido lesiones en sus enfrentamientos callejeros.
En febrero de 1934, Hitler forzó la situación y proclamó al ejército como el “único cuerpo armado de la Nación”. Las SA quedaban supeditadas a las necesidades del servicio del Ministerio de la Defensa. Algunos autores enlazan esta decisión de Hitler con el hecho de que el Presidente Hindenburg estaba muy enfermo y Hitler aspiraba a unir en su persona la Presidencia y la Cancillería para lo que necesitaba el decidido apoyo del ejército.
Röhm no aceptó de buena gana esta situación, incluso se llegó a permitir comentarios contra Hitler y anunció en público sus intenciones de seguir actuando como hasta entonces. Era un enorme desafío. Es más, organizó grandes concentraciones y desfiles en varios lugares lo que disgustó enormemente a Hitler. Desde este momento se comienzan a reunir pruebas en su contra de las SA y a espiar los movimientos de varios de sus miembros. Incluso se culpó a las SA de preparar un putsch. La confusión fue grande, las SA temían que el ejército se lanzara contra ellas, parece que las SS pretendían enzarzar al ejercito con las SA.
Caricatura.
Hitler ante la tumba de los jefes de las S. A. Röhm
y Heines.
Tenía una leyenda: “Y el Führer dijo: sólo la muerte
podrá separarnos”
|
El desenlace se conoce como la Noche de los Cuchillos Largos, una auténtica purga durante la cual fueron detenidos varios dirigentes de las SA y algunos eliminados inmediatamente. Röhm fue asesinado en su celda por miembros de las SS tras su negativa a suicidarse, parece que sus últimas palabras fueron “todas las revoluciones devoran a sus hijos”. Asaltaron el despacho de Von Papen, asesinaron a su secretario y él se salvó por su amistad con Hitler, fue fue
confinado en su domicilio y después obligado a aceptar la embajada de
Viena. Fueron asesinados otros adversarios y opositores de Hitler: Schleicher (en su propia casa), G. Strasser, Von Kahr (que se había
opuesto al golpe de Hitler en 1923, fue encontrado despedazado), Heines, K. Ernst... En total, según cifras oficiales, fueron 89 hombres (las últimas palabras de algunos fueron el saludo “Heil Hitler”), aunque algunos contemporáneos llegaron a subir la cifra hasta mil (Otto Strasser), tal vez lo más correcto es situar el número en torno a 200 o poco más. Hitler quedó como el dueño absoluto del país, líder indiscutible.
Respecto a Röhm, que tan unido a Hitler en los primeros tiempos del movimiento, Hitler tardó mucho en decidir su ejecución, Algunos jerarcas nazis, como Himmler, le empujaron a tomar la decisión de acabar con él. Como una acusación más contra Röhm se destacó su homosexualidad.
No se dio publicidad a esta purga, la prensa se limitó a la versión oficial y a señalar que había sido la respuesta a un complot. Nadie se atrevió a contradecir esta versión oficial. Goebbels presentó al Führer como el salvador de Alemania ante una grave traición, las ejecuciones fueron la “legítima defensa” del Estado ante esta traición. Hitler, en un discurso en el Reichtag el 13 de julio, justificó la matanza de la Noche de los Cuchillos Largos.
Respecto a Röhm, que tan unido a Hitler en los primeros tiempos del movimiento, Hitler tardó mucho en decidir su ejecución, Algunos jerarcas nazis, como Himmler, le empujaron a tomar la decisión de acabar con él. Como una acusación más contra Röhm se destacó su homosexualidad.
No se dio publicidad a esta purga, la prensa se limitó a la versión oficial y a señalar que había sido la respuesta a un complot. Nadie se atrevió a contradecir esta versión oficial. Goebbels presentó al Führer como el salvador de Alemania ante una grave traición, las ejecuciones fueron la “legítima defensa” del Estado ante esta traición. Hitler, en un discurso en el Reichtag el 13 de julio, justificó la matanza de la Noche de los Cuchillos Largos.
“Si alguien pretende reprocharme y me pregunta por qué no acudí a los tribunales ordinarios para que condenasen a los culpables, todo cuanto podría responder a esa pregunta es lo siguiente: en esos momentos yo era el responsable del destino del pueblo alemán, y por lo tanto me convertía automáticamente en el juez supremo del pueblo alemán…”.
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