Rusia experimentó una cierta industrialización desde el último cuarto del s. XIX que se llevó a cabo con una decidida intervención del Estado y grandes aportes de capital extranjero. El capital extranjero acudió a Rusia buscando los grandes beneficios que se podían obtener gracias a una mano de obra barata y sin derechos (obediente) y a las grandes disponibilidades de ciertas materias primas y recursos energéticos. El ministro Witte trasmitió al mundo financiero internacional el mensaje de que los margenes de beneficio en Rusia eran enormes. Como resultado, el capital extranjero llegó a controlar un buen porcentaje de la producción de varios sectores productivos básicos (no invirtió en industrias de bienes de consumo). Ver tabla adjunta.
A pesar de este desarrollo industrial, a la altura de 1915, la industria únicamente empleaba el 5 % de la mano de obra rusa, aunque aportaba un 20 % de la renta nacional.
“Últimamente, los capitalistas extranjeros están invirtiendo con ansia sus capitales en Rusia: están levantando empresas filiales aquí y constituyendo compañías cuyo objeto es formar más empresas en Rusia. Esos capitalistas extranjeros se han lanzado con auténtica hambre sobre este joven país, cuyo gobierno se muestra más amistoso y agradecido para con el capital que ningún otro, donde los trabajadores están menos unidos y en peores condiciones para resistirles que en los países occidentales; y donde el nivel de vida (y, por tanto, los salarios) es más bajo, de manera que los capitalistas extranjeros pueden obtener mayores beneficios que en sus propios países. El capital internacional tiene ahora por objetivo a Rusia”. LENIN, citado en C. HILL.
Aparte de la concentración financiera, la industria estaba muy concentrada geográficamente en unas pocas áreas: ciudades de Moscú y San Petesburgo, cuencas del Dnieper y Donets y en la Polonia rusa.
Los historiadores han discrepado sobre los motores de este crecimiento económico, por ejemplo, Baykov da más importancia a la construcción del ferrocarril, mientras que el historiador de la economía Gerschenkron incide en el valor de estímulo que tuvo la liberación de los siervos y los cambios a que dio lugar en la sociedad rusa; Tom Kemp señala como principales motores del crecimiento:
- La decidida intervención del Estado.
- La construcción de la red ferroviaria en buena parte con capital estatal. Su construcción se inició en 1843 (inauguración de la línea Moscú-San Petersburgo) y en 1914 había ya cerca de 70.000 kilómetros de vía (incluida la línea del Transiberiano). Las importaciones de equipo y maquinaria ferroviaria exigieron una cantidad creciente de exportaciones, por ejemplo se tuvo que vender buena parte de los cereales, a pesar de que el índice de consumo de alimentos per cápita era muy bajo (muchos de estos granos provenían del canon que los campesinos tuvieron que pagar anualmente por la emancipación). Curiosamente, la red de carreteras prácticamente no se desarrolló: Rusia, en 1923, poseía menos kilómetros de firme asfaltado que Inglaterra un siglo antes, a pesar de que era noventa y una veces menor en extensión.
- La explotación de petróleo. Un hallazgo en el macizo de Bakú, en cuyas prospecciones invirtieron los Rothschild, constituyó una fortuna. Rusia tenía carbón, fuente de energía de la Primera Revolución Industrial y petróleo, base de la segunda. Los campos de Bakú se convirtieron en los segundos más productivos del mundo tras los de Texas. Esta disponibilidad permitió a Rusia quemar etapas y acelerar su desarrollo. En doce años aumentó la producción catorce veces; a fin de siglo, con casi 6.000 empresas, ocupaba el primer lugar de la producción mundial de petróleo, aunque las fuentes de energía no estaban bien administradas, quizá por su abundancia.
Otro sectores muy importantes fueron:
- El textil, muy desarrollado en Moscú y en zonas polacas.
- Las industrias alimentarias
- La industria de armamento con decidido apoyo del gobierno.
De cualquier forma, el hecho constatable es que, entre 1870 y 1914, la producción industrial y minera se multiplicó por ocho, lo cual equivale a decir que siguió un proceso casi tan rápido como Estados Unidos durante dicho período y más acelerado que el de Europa Occidental.
Este crecimiento de la producción fabril y minera no fue continuo, creció un 8% anual en la última década del XIX, luego vino la fuerte crisis de 1901-1903, para volver luego al crecimiento (un 6% anual entre 1907 y 1914). La tabla anterior refleja la evolución de la metalurgia y la hulla.
La agricultura aunque experimentó una evolución, en general seguía siendo arcaica, muy poco productiva aunque seguía dando trabajo a la mayoría de la población. La tierra estaba muy mal repartida. Rusia era el primer país del mundo en la exportación de trigo y centeno. Gran parte de la riqueza que genera el sector agrario se invierte en el ferrocarril o la industria no en modernizar el sector.
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