Algunos contemporáneos hablaron de una revolución inesperada. Tal vez el hecho de que muchos dirigentes no percibiesen la situación en la que se vivía en Francia fue clave para el éxito revolucionario.
Al historiador no le es fácil aceptar este calificativo de inesperada. Cobban ha escrito que fue una "revolución por accidente", entendiendo por tal que las disputas de las élites gobernantes fueron las que crearon las condiciones para una revolución no prevista.
No fue una sorpresa para Tocqueville (pensador, político e historiados) quien, pocos días antes del estallido revolucionario, pronunció en la Cámara estas premonitorias palabras, era el 29 de enero de 1848:
Al historiador no le es fácil aceptar este calificativo de inesperada. Cobban ha escrito que fue una "revolución por accidente", entendiendo por tal que las disputas de las élites gobernantes fueron las que crearon las condiciones para una revolución no prevista.
A. de Tocqueville |
"... Por primera vez después de quince años, declaro a la Cámara que siento un cierto temor ante el porvenir. La sensación, el sentimiento de inestabilidad, precursor de las revoluciones, existe hasta el más alto grado en el país. Si se presta un cuidado atento a la clase que gobierna y a la que es gobernada, lo que se percibe en una y otra asusta e inquieta. Lo que veo puedo expresarlo en pocas palabras: las costumbres públicas sufren una continua alteración. Como la moral no reina ya en los actos principales de la vida, no se manifiesta tampoco en los de menos importancia, y como el interés ha sustituido en la vida publica a los sentimientos desinteresados, constituye ley en la vida privada. Mirad lo que sucede dentro de la clase trabajadora, que hoy, es preciso reconocerlo, se mantiene tranquila. ¿No veis que sus pasiones han dejado de ser políticas para convertirse en sociales? Discute la justicia del reparto y de la propiedad. Mi convicción profunda es que dormimos sobre un volcán. En el régimen de 1830 se ha desarrollado la libertad mucho menos de lo que sería lícito esperar. Los gobernantes han concedido una especie de salvoconducto para la inmoralidad y para el vicio. Cuando me dedico a investigar en tiempos diversos y entre pueblos diferentes, la causa que a llevado a la ruina a una clase de gobierno, percibo con claridad un determinado acontecimiento, un tal hombre, un motivo accidental y superficial; pero creedme, la causa real y decisiva que hace perder a los hombres el poder, es la de haber llegado a hacerse indignos de conservarlo. Creo en la utilidad de la reforma electoral, en la urgencia de la reforma parlamentaria; pero no soy tan insensato como para ignorar que no son las leyes elaboradas con este fin las que labran el destino de los pueblos. No, no es el mecanismo de las leyes el que origina los grandes acontecimientos en este mundo. Lo que produce los acontecimientos es el espíritu del gobierno".
En otra entrada anterior he señalado cómo el gobierno de Luis Felipe generó muchos descontentos y no supo ni solucionar los problemas ni evolucionar. En definitiva, muchos factores de crisis del régimen a los que se sumó la crisis económica de 1846. Todo a punto para la revolución o, como afirmaba Tocqueville "dormimos sobre un volcán".
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