El 20.07.1944, un grupo de militares y civiles liderados por coronel conde Claus von Stauffenberg, intentó asesinar a Hitler durante una reunión informativa en la cabaña-barracón de madera dentro de la supervigilada "Guarida del Lobo". Hicieron estallar una bomba de un kilo a dos metros de donde se hallaba el Fuhrer que, en el momento de la explosión, examinaba con una lupa un informe sobre reconocimiento aéreo.
Stauffenberg entró en la reunión cuando ésta ya había comenzado. Había pedido que le reservasen un sitio cercano a Hitler debido a sus problemas de audición. Al poco de llegar, Staufferbg alegó una excusa para salir, dejando su gorra como señal de que iba a volver. Era algo habitual, pero causó extrañeza porque tenía que intervenir. Tras la explosión, Staufferberg y Haeften, no sin algunas dificultades, abandonaron el recinto y volaban hacia Berlín. Estaban convencido que Hitler estaba muerto.
En un primer momento, Hitler pensó que les estaban bombardeando. cuando detonó la bomba, había 24 personas en el barracón. Los once que sufrieron peores heridas fueron trasladados al hospital de campaña que se encontraba a tres kilómetros. Algunos murieron a las pocas horas como el estenógrafo H. Berger, el coronel H. Brandt o el general G. Korten. El general R. Schmundt murió en el hospital pocas semanas después a causa de las heridas recibidas.
Pero Hitler seguía vivo, salió por su propio pie de los escombros del barracón con su ropa hecha jirones y se dirigió a su bunker. Tenía lesiones leves: tímpanos reventados, brazo derecho hinchado, contusiones y rasguños en su brazo izquierdo, pequeños cortes en la cara y algunas astillas y quemaduras en los muslos. Una serie de casualidades salvaron la vida a Hitler como que la reunión hubiera sido trasladada fuera del bunker, que la bomba quedara tras la gruesa pata de una mesa, que solo se hubiera introducido en la cartera de Stauffenberg uno de los dos explosivos previstos por no haberse podido activar el detonador o que las ventanas abiertas desviaran la onda expansiva. Hitler habló de la "Providencia" al dirigirse al pueblo alemán.
Hitler montó en cólera por la traición de mandos del ejército en los que siempre había confiado y decidió tomarse una terrible venganza. Desde un primer momento, las sospechas recayeron en el desaparecido Stauffenberg. Un cabo recordó que un coronel manco había salido de la cabaña con un portafolios amarillo.
En Berlín, los conspiradores estaban nerviosos, no llegaban noticias claras, por ejemplo ignoraban si Hitler había sobrevivido o si habían detenido a Stauffenberg. No sabían si debían poner en marcha la Operación Valkiria (utilización del Ejército de Reserva para neutralizar a líderes nazis y unidades adictas a Hitler, especialmente las SS y la Gestapo). Los conspiradores perdieron mucho tiempo dudando qué hacer. Stauffnberg y los principales conspiradores fueron detenidos y fusilados inmediatamente por orden del general Fromm que así intentaba borrar pruebas de su conivencia inicial con ellos. Esta rapidez que no gustó a Hitler.
Stauffenberg entró en la reunión cuando ésta ya había comenzado. Había pedido que le reservasen un sitio cercano a Hitler debido a sus problemas de audición. Al poco de llegar, Staufferbg alegó una excusa para salir, dejando su gorra como señal de que iba a volver. Era algo habitual, pero causó extrañeza porque tenía que intervenir. Tras la explosión, Staufferberg y Haeften, no sin algunas dificultades, abandonaron el recinto y volaban hacia Berlín. Estaban convencido que Hitler estaba muerto.
En un primer momento, Hitler pensó que les estaban bombardeando. cuando detonó la bomba, había 24 personas en el barracón. Los once que sufrieron peores heridas fueron trasladados al hospital de campaña que se encontraba a tres kilómetros. Algunos murieron a las pocas horas como el estenógrafo H. Berger, el coronel H. Brandt o el general G. Korten. El general R. Schmundt murió en el hospital pocas semanas después a causa de las heridas recibidas.
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20170308/47310892532/operacion-valquiria-el-atentado-contra-hitler.html |
Pero Hitler seguía vivo, salió por su propio pie de los escombros del barracón con su ropa hecha jirones y se dirigió a su bunker. Tenía lesiones leves: tímpanos reventados, brazo derecho hinchado, contusiones y rasguños en su brazo izquierdo, pequeños cortes en la cara y algunas astillas y quemaduras en los muslos. Una serie de casualidades salvaron la vida a Hitler como que la reunión hubiera sido trasladada fuera del bunker, que la bomba quedara tras la gruesa pata de una mesa, que solo se hubiera introducido en la cartera de Stauffenberg uno de los dos explosivos previstos por no haberse podido activar el detonador o que las ventanas abiertas desviaran la onda expansiva. Hitler habló de la "Providencia" al dirigirse al pueblo alemán.
Hitler montó en cólera por la traición de mandos del ejército en los que siempre había confiado y decidió tomarse una terrible venganza. Desde un primer momento, las sospechas recayeron en el desaparecido Stauffenberg. Un cabo recordó que un coronel manco había salido de la cabaña con un portafolios amarillo.
En Berlín, los conspiradores estaban nerviosos, no llegaban noticias claras, por ejemplo ignoraban si Hitler había sobrevivido o si habían detenido a Stauffenberg. No sabían si debían poner en marcha la Operación Valkiria (utilización del Ejército de Reserva para neutralizar a líderes nazis y unidades adictas a Hitler, especialmente las SS y la Gestapo). Los conspiradores perdieron mucho tiempo dudando qué hacer. Stauffnberg y los principales conspiradores fueron detenidos y fusilados inmediatamente por orden del general Fromm que así intentaba borrar pruebas de su conivencia inicial con ellos. Esta rapidez que no gustó a Hitler.
Acusadas de complicidad en el complot fueron arrestadas 5764 personas en 1944 y otras tantas en 1945, aunque menos de un centenar sabían lo que iba a ocurrir.
No está claro a quien representaban los conjurados. Churchill los describió como "los más valientes entre los mejores", pero no eran los democratas idealistas que ha retratado el cine, eran más bien nacionalistas alemanes extremistas. Stauffenberg despreciaba la democracia, para él era una mentira que todos los hombres fueran iguales; creía en las jerarquías naturales y, por ello, le sentó mal prestar juramento ante el cabo Hitler. También era racista, en su participación en la campaña de Polonia como ofocial de Estado Mayor de una división panzer, describió a los polacos como una ncreíble chusma de judíos y mestizos. Políticamente, quería que Alemania volviera a las fronteras de 1939. Para la solución de la situación alemana en aquel momento, Stauffenber creía que no había otra salida que matar a Hitler. Asumió el liderzgo del golpe ante la indefinición de los generales: “Puesto que los generales no han hecho nada hasta ahora, tendrán que entrar en acción los coroneles”
C. von Stauffenberg |
No está claro a quien representaban los conjurados. Churchill los describió como "los más valientes entre los mejores", pero no eran los democratas idealistas que ha retratado el cine, eran más bien nacionalistas alemanes extremistas. Stauffenberg despreciaba la democracia, para él era una mentira que todos los hombres fueran iguales; creía en las jerarquías naturales y, por ello, le sentó mal prestar juramento ante el cabo Hitler. También era racista, en su participación en la campaña de Polonia como ofocial de Estado Mayor de una división panzer, describió a los polacos como una ncreíble chusma de judíos y mestizos. Políticamente, quería que Alemania volviera a las fronteras de 1939. Para la solución de la situación alemana en aquel momento, Stauffenber creía que no había otra salida que matar a Hitler. Asumió el liderzgo del golpe ante la indefinición de los generales: “Puesto que los generales no han hecho nada hasta ahora, tendrán que entrar en acción los coroneles”
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