BERBEL, S.,
CÁRDENAS, M. y PALEO, N.: “Ideas que
cambian el mundo”. Ediciones Cátedra. Col. Feminismo. Madrid, 2012. (265
págs.)
Partiendo de la tesis del poder de
las ideas para transformar las sociedades, las autoras de esta obra hacen un
repaso a las aportaciones, individuales y colectivas, de un gran número de
mujeres (desde el siglo XVIII hasta las primeras décadas del s. XX) que, con
sus ideas, precipitaron importantes cambios en la sociedad occidental, muchos
de ellos revolucionarios.
La obra pone de relieve el
pensamiento y la actuación de varias mujeres en torno a unas cuestiones básicas:
la igualdad, la libertad, la fraternidad, la justicia social, el
internacionalismo y la vida privada. En un capítulo aborda el difícil arraigo
de la igualdad en España. A lo largo de la obra se menciona la lucha de las
mujeres por superar su situación de
desigualdad y conseguir unas metas que han tardado hacerse realidad en las
sociedades europeas (algunas aún no se han logrado).
A lo largo del libro se incluyen un
buen número de fragmentos de escritos de las protagonistas que ayudan a
entender mejor el pensamiento de sus autoras. Se completa con una abundante
bibliografía.
Un libro interesante, de fácil
lectura, que aporta la voz de las mujeres sobre su situación en el mundo androcéntrico
de los siglos XVIII, XIX y primeras décadas del XX.
ALGUNAS IDEAS QUE SE DESARROLLAN EN EL LIBRO:
Aparte de algunas alusiones a la
Antigüedad Clásica (Aspasia defensora de la libertad y la igualdad), el
protagonismo de las mujeres emerge con fuerza en la Revolución Francesa,
especialmente en su etapa Jacobina. El texto deja constancia de la exigencia de
estas mujeres, muchas veces desde Asociaciones o Clubs femeninos, de una participación
política en condiciones de igualdad con el hombre. Mujeres que abrieron un
camino que se tardaría mucho en recorrer totalmente: Etta Palm, Lacombe, Olympe
de Gouges, etc. En 1848, mientras las mujeres tenían un gran protagonismo en
las barricadas revolucionarias en Europa, al otro lado del Atlántico, en Seneca
Falls, se promulgaba una Declaración en pro de los plenos derechos civiles y
sociales de la mujer y se abogaba por el derecho al voto. Las mujeres volvieron
a dejarse ver y oir durante La Comuna de París (Louise Michel, E. Dmitrieva,
Sonia Kovalevskaya, Eleanor Marx…) a pesar de lo cual no consiguieron que se
reconociera el derecho al voto.
La lucha por el derecho a voto fue
una de las primeras grandes reivindicaciones de la mujer. Lucharon por
conseguirlo las mujeres de clase media-alta con acciones un tanto llamativas.
Sin embargo, éstas no cuestionaban el orden económico y social. Fue necesario
que apareciera el feminismo socialista para que mujeres como Flora Tristán
fusionaran los principios del socialismo y del feminismo.
Muchas mujeres trataron de combatir
las ideas que defendían la desigual de hombres y mujeres basándose en la
desigualdad genética y pusieron de manifiesto que las desigualdades eran más
bien producto del desigual acceso a la educación. Muchas mujeres destacaron en
sus escritos la necesidad de luchar por la igualdad, por ejemplo Simone de
Beauvoir (cuya obra puede considerarse un referente para el avance en este
tema), Clara Campoamor y tantas otras.
Otra propuesta feminista es que la
justicia debe contemplar acciones que corrijan las desigualdades económicas y
acciones que superen el canon androcéntrico. Una denuncia recurrente fue la de
la condición de esclavitud a la que las mujeres se veían reducidas.
Un campo donde las mujeres tuvieron un
claro protagonismo fue en la organización del socialismo europeo. Rosa Luxemburg
y Clara Zetkin tuvieron papel destacado en la creación del SPD, en la II
Internacional y, posteriormente en la creación de la Liga Espartaquista y el
Partido Comunista Alemán. Actividades por las que sufrieron represión o
incluso, como en el caso de Rosa Luxemburg, la muerte.
También lucharon las mujeres por
conseguir la implantación de fórmulas que impidiesen el sometimiento de las
mujeres a los hombres en la vida privada y el establecimiento de relaciones en
pie de igualdad. Peticiones como el amor libre, el derecho al divorcio,
relaciones sexuales en pie de igualdad, unas nuevas formas de familia… fueron
algunas de las metas de mujeres como George Sand quien exaltó el amor libre de
obstáculos y lo llevó a la práctica en su propia vida.
En su análisis, la obra se queda en
las primeras décadas del s. XX, aunque hace una reflexión a la actualidad y a
las enormes posibilidades que ofrecen las NN.TT. (Web 2.0, blogosfera, redes
sociales…) para crear redes virtuales que pueden ayudar a aumentar la
autoestima de las mujeres y, a la vez, avanzar en la construcción de un modelo
de sociedad diferente.
El segundo capítulo está dedicado al
difícil arraigo de la feminidad en España, un país de predominio agrícola y con
gran influencia de la Iglesia defensora de los roles clásicos en la familia
tradicional. Ello dificultó la aparición de movimientos feministas en el XIX,
con el breve paréntesis de la I República, a pesar de todo hubo voces como la
de Josefa Amar, Inés Joyces, Rosalía de Castro, Concepción Arenal, Emilia Pardo
Bazán, Teresa Claramunt, etc. Fue en las primeras décadas del s. XX, y especialmente
durante la II República cuando se produjo un gran avance en el movimiento
feminista, un gran número de mujeres formaron varias asociaciones para reclamar
el derecho a la igualdad. Destacaron: María Espinosa de los Monteros, Lucía
Sánchez Saornil, María Cambrils, Carmen de Burgos, las diputadas Clara
Campoamor y Victoria Kent, y un largo etc.
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