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jueves, 30 de enero de 2020

LITTLE BOY, LA BOMBA ATÓMICA QUE ARRASÓ HIROSHIMA


Cartel advirtiendo de las medidas de confidencialidad para 
los trabajadores en el Proyecto Manhattan
El día en que comenzaba la Conferencia de  Postdam (17 de julio de 1945), el presidente Truman, que se encontraba en Postdam, recibió un  telegrama que decía "el niño ha nacido bien". Eso significaba que el ensayo nuclear haciendo explotar un artefacto de plutonio, efectuado el día anterior en Alamogordo, en el desierto de Nuevo México, había sido satisfactorio. El resplandor de la detonación se vio a 400 kms. de distancia y  el ruido se oyó en gran parte del sudeste de Estados Unidos. La prensa informó que se trataba de la explosión de un depósito de munición. Era la culminación del ultrasecreto Proyecto Manhattan en el que se había hecho una fuerte inversión (2000 millones de dólares de la época) y habían trabajado unas 125.000 personas  en varios centros desde hacía más de tres años. Trabajaron en el Proyecto varios científicos pioneros de la física nuclear, norteamericanos y procedentes de varios países europeos. El informe enviado a Postdam aseguraba que "la experiencia ha superado las esperanzas más optimistas". 

Truman no podía estar más satisfecho, ahora estaba en una posición de superioridad en la Conferencia. Comunicó la noticia a Churchill informándole de la posibilidad de emplearla contra Japón. Trumen comunicó la noticia a Stalin, pero restando importancia al hecho, Stalin tampoco pareció prestar demasiada atención a la noticia.

Truman, en una decisión muy polémica, autorizó el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre Japón, la primera sobre Hiroshima. Algunos militares y científicos mostraron su disconformidad con el empleo de este arma ya que Japón estaba al borde del colapso gracias a los bombardeos aéreos. Sin embargo, otros estaban deseosos de probar la nueva arma en un blanco real. A posteriori, Truman trató de justificar su decisión basándose principalmente en la necesidad de ahorrar vidas humanas si se alargaba la guerra. Un mal menor, vamos. ¿Tal vez quería enviar un mensaje a la URSS en un momento en que se prevía la futura próxima rivalidad de las dos superpotencias en lo que se ha denominado la Guerra Fría? Sea como fuere, su nombre siempre estará unido a esta infausta decisión.

"Antes de tomar la decisión final de lanzar la bomba atómica, convoque a un comité de las más destacadas personalidades en el campo científico, educativo y político para escuchar sus opiniones y consejos. Pregunté su opinión a los jefes de Estado Mayor y calculé el tiempo que podrían resistir los japoneses y cuantas vidas -americanas y japonesas- costaría invadir la isla principal de Japón. (...) Era deber mío de presidente obligar a los guerreros japoneses a avenirse a razones, con la mayor rapidez y con la menor pérdida de vidas humanas que fuera posible. Entonces tomé mi decisión, una decisión que a mí solo incumbía..." (Harry S. Truman)
 


El 6 de agosto de 1945, despegó desde la base de Tinian (islas Marianas)  el bombardero B-29  “Enola Gay”, pilotado por el teniente coronel Paul W. Tibbets, llevando la bomba atómica para lanzarla sobre Hiroshima, una ciudad de algo más de 300.000 habitantes. ¿Por qué fue la elegida?  ¿Tal vez porque apenas había recibido una docena de bombas durante la guerra y por ello se podía apreciar con nitidez el poder destructivo de la nueva bomba?

Little Boy
De entre toda la tripulación, solo Paul W. Tibbets conocía la naturaleza de la bomba que transportaban. La bomba, Little Boy, de uranio 235, medía algo más de 3 metros y pesaba 3.628 kg, fue lanzada desde 9.631 m. de altitud. Ese día la visibilidad sobre Hiroshima era muy buena lo que facilitó el lanzamiento. A las 8,15 se dejó caer la bomba que detonó 47 segundos después a 574 m. por encima de una ciudad totalmente desprevenida. 
 
"En este reloj de pulsera encontrado en las ruinas de la ciudad, la aguja pequeña del reloj quedó abrasada por la explosión, marcando una sombra sobre él mismo que le hace parecer la aguja grande" Imagen y texto tomados de: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/bombardeos-hiroshima-y-nagasaki_10590.


Una vez lanzada, el Enola Gay se tuvo que alejar rápidamente para no ser alcanzado por el hongo atómico, a pesar de todo sintieron una fuerte onda de choque y un potente resplandor, desde las ventanillas pudieron ver la formación del hongo atómico que se elevó hasta los 17.000 metros.




National Geographic



Los habitantes de Hiroshima vieron una luz cegadora y un aumento espectacular de las temperaturas que llegaron a  50.000 grados en el epicentro (en una diezmilesima de segundo se llegó a los 300.000º). Esto ocasionó la vaporización de unas 17.000 personas, de algunas únicamente quedó su sombre en una pared ("fotografía atómica"). Todos los edificios en un radio de 1800 m. del hipocentro también quedaron vaporizados.  Quedaron destruidos un 63 % de los 76.000 edificios de la ciudad.


Y lo que es más importante, murieron unas 80.000 personas y 50.000 quedaron heridas en el momento (muchos con terribles quemaduras). Para aplacar su enorme sed, algunos bebieron agua muy contaminada... En los días siguientes,  muchos murieron por causa de la radiación y en los meses y años siguientes, otros muchos padecieron cánceres, vieron nacer a sus hijos con malformaciones... Los habitantes de Hiroshima, y los japoneses en general quedaron en un estado de schock.


"Nuestro mundo se halla frente a una crisis de la que aún no se han dado cuenta aquellos que se hallan en disposición de adoptar decisiones capitales para el bien o para el mal. La potencia desencadenada del átomo lo ha trastocado todo, salvo nuestras maneras de pensar, y andamos a la deriva hacia una catástrofe sin precedentes. Nosotros, los científicos, que hemos librado de este poder inmenso, tenemos la abrumadora responsabilidad de desintegrar el átomo para el bien del género humano y no para su destrucción". (Telegrama remitido por Einstein al Presidente Truman a fines de octubre de 1945).

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