Páginas

miércoles, 20 de septiembre de 2017

BREVE HISTORIA DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS

HUGUET, M.: “Breve historia de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos”. Edit. Nowtilus. Madrid, 2017.

Este nuevo título de la serie “Breve Historia” que publica la editorial Nowtilus se ocupa de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, un acontecimiento de honda repercusión en su momento y de gran transcendencia para la posteridad. La guerra de independencia de las Trece Colonias es algo más que una guerra, es también una revolución. Las nuevas ideas que se plasmaron en documentos fundamentales como la Declaración de Derechos de Virginia, la Declaración de Independencia o la Constitución sirvieron de guía a la Revolución Francesa y revoluciones burguesas de la primera mitad del s. XIX. No hay que olvidar que muchas de estas ideas como la libertad, igualdad, soberanía, la existencia de derechos inalienables, etc. eran sumamente revolucionarias para los gobiernos europeos de la época porque ponían en tela de juicio su legitimidad. Por otra parte, fueron las ideas de los ilustrados europeos las que inspiraron a los patriotas norteamericanos.

Esta obra de la profesora Monserrat Huguet se ocupa de más aspectos que los puramente bélicos. Lógicamente, se va a ocupar de los principales momentos de la guerra, pero también va a analizar en profundidad el contexto social y económico de las colonias en los momentos anteriores al conflicto, las causas que propiciaron el inicio de la rebelión frente a Gran Bretaña,  la división en la sociedad colonial entre legitimistas y patriotas, la dimensión internacional, las múltiples consecuencias  (políticas, económicas y sociales) que siguieron a la paz, la gran influencia de una serie de hombres ilustres (los “Padres Fundadores”) durante y después del conflicto  y  los primeros momentos del nuevo Estado (hasta 1815) en los que se va a conformar un modelo político que se ha destacado por su gran estabilidad en el tiempo.

Una síntesis, documentada y amena, muy bien contextualizada en su época,  que permite al lector conocer cómo se gestó el nacimiento de un Estado llamado a convertirse en una potencia hegemónica desde comienzos del s. XX.

¿Qué va a encontrar el lector en los nueve capítulos de este ensayo? En primer lugar,  un análisis de la sociedad, economía y organización política de las Trece Colonias en el s. XVIII y su relación con Inglaterra. Se destaca también la importancia de la Guerra se los Siete Años y sus múltiples consecuencias.  El enorme gasto que supuso esta guerra dejó a los participantes en una difícil situación económica, para paliarla Gran Bretaña intentó recaudar más fondos comenzando una escala fiscal que iba a propiciar el desencuentro entre Londres y las Colonias: Ley del Sello, impuesto sobre el azúcar y otras manufacturas que llegaban de Inglaterra. Aunque algunas de estas imposiciones fiscales se retiraron (no sin antes haber sufrido la represión inglesa con algunos momentos significativos como la masacre de Boston de marzo de 1770), los colonos no estaban decididos a dar marcha atrás.

En el segundo capítulo se trata el motín del té y la desproporcionada reacción del rey Jorge III (cierre del puerto, restricción de las actividades democráticas en la colonia, obligación de los colonos a cobijar y mantener la tropas..) que en las colonias se calificaron de “leyes intolerables”. Los colonos formaron el Congreso Continental que, convertido en una especie de gobierno nacional, se dispuso a formar un Ejército Continental con G. Washington al mando. Paralelamente se constituyó un Comité, con T. Jefferson al frente, encargado de redactar una Declaración de Independencia que se aprobó el 4 de julio de 1776. Como he indicado más arriba, contenía en su preámbulo ideas claramente revolucionarias para los sistemas políticos europeos de la época.

Oleo de J. Trumbull que representa la presentación al Congreso  de
la Declaración de Independencia. Ilustración recogida en la obra
Las Colonias no disponías de fuerza armada, así que no fue tarea fácil formar un ejército capaz de hacer frente a los Casacas Rojas ingleses. En el capítulo tres se trata sobre esta cuestión: organización del ejército, estrategias de ambos bandos, principales mandos, himnos, enseñas  banderas, uniformes, servicios de inteligencia y espionaje (temas en los que G. Washington fue un innovador), etc.

Los capítulos 4 y 5 se ocupan fundamentalmente del desarrollo de la guerra, deteniéndose en algunas de las más decisivas de las 230 batallas: Lexington y Concord (las primeras, abril de 1775), la derrota de los colonos en la batalla de Quebec (diciembre, 1775) o la humillante pérdida de Nueva York (donde la mayoría de la población era legitimista) en el verano de 1776 que cayó en manos inglesas. Lugar destacado en este análisis ocupa la batalla de Saratoga (octubre de 1777), la victoria del Ejército Continental marcó un punto de inflexión, los americanos comprendieron que podían ganar la guerra. Tras esta victoria, Francia, buscando el desquite de la Guerra de los Siete Años, se comprometió a entrar en la guerra al lado de las Colonias y declaró la guerra a Inglaterra (la labor del embajador B. Franklin fue fundamental para esta decisión). España también participó como aliada de Francia buscando recuperar Gibraltar y Menorca. Holanda reconoció a las Colonias lo que motivó que Inglaterra le declarase la guerra. Dedica un espacio a señalar las brillantes acciones del español Gálvez en Pensacola enfrentándose a los ingleses. Todavía  tuvieron los ingleses algún momento de gloria como la toma de Charleston en 1780. La batalla decisiva se libró en Yorktown en septiembre-octubre de 1781, los ingleses se rindieron dejando más de 7000 prisioneros.

No se olvida la autora del papel de las mujeres en la retaguardia. Se hicieron cargo de las granjas y negocios faltos de mano de obra masculina, recaudaron fondos, desarrollaron labores de información y espionaje, etc. Algunas siguieron al ejército donde realizaron labores auxiliares, llegando a participar en el combate en algunas ocasiones.

El  capítulo seis se ocupa del fin de las hostilidades, la firma de la paz de Versalles (con las diferentes cláusulas que afectaron tanto a los contendientes como a Francia, España y Holanda) y los primeros años del nuevo Estado en los que tuvo que afrontar algunos graves problemas: cómo saldar la enorme deuda que se había contraído especialmente con la banca francesa y holandesa, la reconstrucción de ciudades, la necesidad de ayudar a los granjeros arruinados por causa del conflicto, el desequilibrio de la balanza de pagos, la contracción económica general, etc. Se explican las medidas de Hamilton, no del gusto de todos, para recuperar el país.

Una necesidad urgente era aprobar una Constitución común y definir el sistema institucional. Existían los Artículos de la Confederación aprobados en 1781 que eran un débil marco legal para acabar la guerra, firmar la paz y establecer una política internacional, pero resultaban claramente insuficientes para el funcionamiento del nuevo Estado. Se creó una Convención Constitucional (1787) presidida por Washington que, tras vencer las reticencias de algunos Estados a perder competencias y sus temores en el tema de representatividad, elaboraron una Constitución que entró en vigor el 21 de junio de 1788, en principio para nueve Estados. Una Constitución que, con algunas enmiendas añadidas, ha llegado a nuestros días (las primeras enmiendas  garantizaron una serie de libertades a los ciudadanos). Se completó con una Carta de Derechos del Hombre (1791). A pesar de la Constitución y de esta Carta de Derechos, y de fuertes campañas abolicionistas en los Estados del norte, no se abolió la esclavitud dado que el hacerlo amenazaba la unidad del nuevo Estado. Fue una gran ocasión perdida. El 30 de abril de 1789 tomó posesión el primer presidente que no podía ser otro que G. Washington.

El capítulo siete se ocupa de la consolidación del sistema político, se analiza la consolidación de un  bipartidismo entre Federalistas (partidarios de fortalecer la unidad del Estado) y Demócratas-Republicanos dirigidos por Jefferson (que no querían despojar de muchos poderes a los diferentes Estados). Ambos partidos concurrieron por primera vez en las elecciones presidenciales de 1796 que ganó el federalista Adams. Desde 1800 los Demócratas-Republicanos tuvieron el poder 20 años con 3 presidentes. Las primeras campañas iban a marcar las directrices de la vida electoral de los Estados Unidos.

Dedica unas cuantas páginas a una semblanza de los denominados “Padres Fundadores” comenzando por G. Washington, su retiro de la vida política en 1796, tras dos mandatos, marcó un límite temporal a los futuros presidentes. Se hace breves semblanza de T. Jefferson (padre de la Declaración de Independencia y tercer presidente), Hamilton, J. Adams, J. Madison, B. Franklin.

El capítulo 8 lo dedica a la Segunda Guerra de Independencia contra Inglaterra (1812-14) que, puso a prueba la fortaleza de la joven república. Los ingleses protagonizaron algunos hechos muy dolorosos para los norteamericanos como la captura y quema de Washington D. C. (la nueva capital desde 1800) y el asedio de Baltimore. El choque de americanos e ingleses tuvo gran importancia para las tribus indias del entorno de los Grandes Lagos doce de ellas,  lideradas por Tecumseh, participaron en la guerra apoyando a Gran Bretaña. El final trágico para estas tribus vino tras la batalla de Thames donde murió Tecumseh. Fue el fin de la resistencia india y el inicio de su desplazamiento hacia el oeste y la confinación en reservas.
Termina la obra con un capitulo en el que se analiza cómo se  ha tratado el tema de la independencia de Estados Unidos en la historiografía, la literatura, el cine… Hace un repaso de los ensayos históricos, novelas y películas más importantes que han tratado, con enfoques muy diferentes, la cuestión.

La obra en la Web de la editorial:




No hay comentarios:

Publicar un comentario