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jueves, 28 de septiembre de 2017

CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA CRISIS DE 1929

Las consecuencias de la Crisis de 1929 fueron múltiples y abarcaron todos los aspectos de la vida. En esta entrada, voy a hacer una pequeña síntesis de las consecuencias económicas:

1) Intervención del Estado en la economía
La grave situación económica no podían dejar indiferentes a los gobiernos que debieron abandonar el viejo axioma liberal de que el Estado no debía intervenir en la actividad económica salvo en algunas situaciones, así que los Estados comenzaron a:
  • Asumir protagonismo en sectores de la economía donde la iniciativa privada se mostraba ineficaz.
  • Crear empresas públicas, cuyo número se multiplicó en todos los Estados, como un medio de combatir el paro y reactivar la actividad económica. Se nacionalizaron empresas con déficit crónico. El estado también ayudó a empresas en crisis: subvenciones, créditos baratos, compra de acciones... En una entrada anterior he indicado la enorme caída de la producción en Estados Unidos y en otra la evolución de los indices de producción industrial el países europeos.
  • Estimular la demanda.
  • Planificar la actividad económica, es verdad que de forma muy diferente a lo que hacía la URSS (que no sufrió la crisis).
2) Proteccionismo y bilateralismo. Abandono del librecambismo
Se abandona el librecambismo como doctrina oficial y se gira hacia el proteccionismo y a los acuerdos bilaterales. Algunos ejemplos, los EE.UU. establecieron en 1930 un arancel sin precedente (Hawley-Smoot); Gran Bretaña resucitó la idea de una "unión aduanera imperial" y en la Conferencia de Ottawa (1.932) los miembros del Imperio adoptaron unas tarifas aduaneras más reducidas para el comercio entre ellos; En 1.930, se firmó el Convenio de Oslo, un acuerdo comercial entre los Países Escandinavos, Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Finlandia.


Carteles ingles y franceé alentando a consumir productos nacionales: proteccionismo


El avance del proteccionismo hizo fracasar la Conferencia Monetaria Internacional (1933). Este avance del proteccionismo llega a situaciones que podemos calificar de neomercantilismo:
  • Se instauran cupos y licencias de importación. No solamente se fija el cupo y el valor de las mercancías a importar, sino incluso el nombre de los artículos que entraban en dichos cupos.
  • Se firma de acuerdos bilaterales. Hay que comprar a los que compran en el propio país. Incluso se llega a una especie de trueque entre Estados, con ellos se trataba también de evitar el pago en oro o divisas (acuerdos de clearing).
  • Control de las divisas por un organismo de la administración al que los importadores deben acudir para obtener las divisas necesarias para comprar fuera del país.
  • Trabas de carácter burocrático a las importaciones.
Hacia 1932 casi todos los países utilizaban alguno de estos procedimientos. Lo que se tradujo en un verdadero colapso del comercio internacional.


Edit. Vicens Vives

3) Deflación
Fue una medida adoptada por los gobiernos para recuperar la rentabilidad de las empresas ante el bajo consumo y la caída del precio de los productos, ofrecer productos más baratos al exterior y atraer capitales. No surtió los efectos previstos porque los grandes entes industriales se mostraron incapaces de resistir los bajos precios y, por otra parte, el estado no podía reducir sus presupuestos en un momento en que habían aumentado enormemente sus cargas (ayudas a empresas, ayudas a los desempleados. etc.). Ante el poco éxito de la medida, los gobiernos tuvieron que acudir a devaluaciones y manipulaciones monetarias (la libra se devaluaba en 1.931 un 30 %, arrastró detrás de sí a cerca de 30 monedas). Keynes criticó enormemente esta política deflacionista.

4) Bajada de Precios
Los precios bajaron mucho, hasta un 38 % en los EE.UU. Las empresas que más se vieron perjudicadas fueron las que tenían muchos stocks. Cuanto más elaborado era un producto menos cayó su precio. Los precios agrícolas bajaron más que los industriales, así que los agricultores se negaron a disminuir su producción para mantener su nivel de renta con lo que entraron en un círculo vicioso, más producción más bajada de precios.




5) Abandono del Patrón Oro
Las devaluaciones hicieron que las monedas no pudieran mantener su paridad con el oro. En 1.931, abandona el patrón oro Gran Bretaña, en 1.933 lo hacen los EE.UU. Los países que tardaron abandonar el patrón (Francia, Holanda, Italia, Suiza, Polonia...) se convirtieron en "países caros en un mundo barato". Sólo Alemania mantuvo la paridad de su moneda con el oro, si bien fue nominalmente ya que se establecieron un estricto control de cambios y unas medidas tendentes a impedir la salida de oro y divisas.


lunes, 25 de septiembre de 2017

UNA EXCELENTE OBRA SOBRE LA "LEYENDA NEGRA" DE FELIPE II (Ed. Cátedra)

GARCÍA CÁRCEL, R.: “El demonio del Sur. La Leyenda Negra de Felipe II”. Edit. Cátedra. Historia, Serie Mayor. Madrid, 2017.

El profesor García Cárcel, que ya escribió en 1992 un libro sobre la Leyenda Negra  en un ambiente de euforia olímpica como confiesa en el Prólogo, en la presente obra se replantea la cuestión, veinticinco años después, en un ambiente muy distinto, más convulso y menos eufórico. El estudio se centra en la figura de Felipe II (“el demonio del Sur” como le denominó Voltaire), el rey cuyas actuaciones y decisiones contribuyeron a dibujar una opinión negativa de su persona y gobierno y, por extensión,  de España y los españoles. Sobre este Rey se proyectaron las principales acusaciones vertidas por la Leyenda Negra.

El autor señala, también en el Prólogo, que el objetivo principal de este libro es explorar la complejidad de la personalidad de Felipe II. Así, va a tratar  de la personalidad del Rey y de las principales actuaciones y decisiones políticas de su reinado que alimentaron la Leyenda Negra, tanto referentes a la política interior (Inquisición, integrismo religioso, colonización de los territorios americanos, Antonio Pérez, D. Juan de Austria y, especialmente, el tema de las relaciones con su hijo, D. Carlos) como a la exterior (Países Bajos, Portugal, Francia, Italia). Para desentrañar todo este mundo tan complejo, el autor va a utilizar un gran abanico de fuentes de orientaciones diversas: cronistas contemporáneos, descripciones de embajadores, historiadores desde el s. XVII a la actualidad, etc. intercalando muchos fragmentos de sus obras.

Tras una introducción en la que se analiza el concepto de Leyenda Negra como un conjunto de críticas negativas hacia España: cuando se forjó y quiénes contribuyeron a ello (incluidos los propios españoles), cómo ha sido tratada por la historiografía, la instrumentalización política que se ha hecho de ella en algunas épocas, la actual revisión de la figura de Felipe II, etc.

La obra se estructura en cuatro grandes apartados. En el primero de ellos, se explican los antecedentes de la Leyenda Negra antes de Felipe II cuyos orígenes, para algunos autores, como S. Arnoldsson, se remonta a las actuaciones en la Edad Media de la corona de Aragón durante la ocupación de Nápoles y Sicilia. Las actuaciones de Carlos V en Europa (especialmente las relacionadas con los protestantes) originaron una cascada de descalificaciones contra su persona, tampoco gustaron sus ambiciones imperiales en el interior (revuelta comunera). Estas críticas, a veces muy duras como  por ejemplo las que siguieron al Saco de Roma, trataron de ser acalladas por Felipe II que no dudó en bloquear muchos escritos de cronistas contemporáneos.

En el segundo apartado se aborda el perfil de Felipe II. Como suele ocurrir con personajes de gran protagonismo histórico, contó con una gran cantidad de apologetas y detractores. Para referirse al Rey se emplearon los calificativos más diversos: oscuro, prudente, indeciso, suspicaz, trabajador, flemático, calculador,  religioso, burócrata, receloso de su entorno, distante, asesino… Analiza cómo ha tratado este perfil del Rey la historiografía desde el s. XVIII a la actualidad. Felipe II fue consciente de que muchos españoles no le querían y se preocupó por detener y contrarrestar la erosión de su imagen. Se detiene en los hechos relacionados con  Antonio Pérez (revuelta aragonesa y su consiguiente dura represión) y pone de reiele lo que este personaje aportó a la Leyenda Negra (especialmente a través de las diversas versiones de “Las Relaciones”). También alimentaron las críticas al rey los conversos descontentos ante las disposiciones de limpieza de sangre, los moriscos que protagonizaron una revuelta en 1568, los sufridos pecheros ante el aumento de la presión fiscal (las críticas a la presión fiscal comenzaron desde 1575 y se radicalizaron en 1588-91 con los Millones, maximizándose en 1595-98).

El tercer apartado se ocupa del gobierno de Felipe como un rey despótico, represor de las disidencias de cualquier tipo y fanático para mantener la ortodoxia religiosa (“martillo de herejes”). Hace un detallado repaso a la política exterior del rey en sus diversos escenarios, en los que dejó varios descontentos que alimentaron la Leyenda Negra. Los abusos contra la población indígena de América, divulgados por varios coetáneos, especialmente por el Padre Las Casas (considerado por algunos como el verdadero padre de la Leyenda Negra) cuya obra encontró gran eco en los más diversos ámbitos. El Rey se ganó muchos enemigos en diversos países de Europa. El apoyo de Felipe II a los católicos en las guerras de religión en Francia (se le llegó a señalar como inductor de la Noche de San Bartolomé) fue la causa de la aparición de muchos escritos y panfletos antiespañoles. El matrimonio de Felipe II y María Tudor (gran represora de los protestantes), con el objetivo de aislar a Francia y asegurar la defensa de los Países Bajos, despertó cierto recelo en la población inglesa, pero fue durante el reinado de Isabel II cuando creció la hostilidad de Inglaterra hacia Felipe II y España. El autor se detiene en desarrollar el apoyo inglés a los rebeldes de los Países Bajos y a la piratería y, especialmente, en la formación, partida y fracaso de la denominada con ironía Armada Invencible. Por cierto, destaca cómo la reciente historiografía inglesa y española han llegado a una feliz sintonía en el tema de la Armada. El autor analiza diversos panfletos y pasquines ingleses contra España y el carácter de sus gentes.

La actuación de Felipe II en los Países Bajos fue otra de las fuentes fundamentales de la Leyenda Negra. Explica el profesor García Cárcel cómo actuación del Duque de Alba (se detiene en su biografía) con hechos como la ejecución de Egmont y Horn tuvieron gran impacto en la opinión pública que se materializó en la aparición de muchos panfletos antiespañoles. En este contexto apareció la “Apología” de Guillermo de Orange (1581) en la que se acusa al Rey de incumplimiento de sus obligaciones en los Países Bajos, de utilizar una violencia y crueldad desmedidas contra los protestantes, de su actuación en América, etc. Incluso llega a calificar de parricidio la muerte del príncipe D. Carlos e incluso insinúa que el Rey dejó morir a Isabel de Valois para casarse con Ana de Austria. La Apología fue un aldabonazo para la opinión pública europea.

Otra fuente de descalificaciones provino de Portugal. Si bien hubo sectores a favor y en contra de la anexión de Portugal a España, aparecieron muchos textos portugueses que muestraban el temor a involucrar a Portugal en la política exterior de Felipe II. Fue Antonio, Prior de Crato, el derrotado pretendiente al trono portugués, el que, desde el extranjero, vertió duras acusaciones contra Felipe II (rey tirano y parricida) y España (“nación perversa”). Una de las críticas más feroces contra Felipe II fue la de José de Texeira que se metió tanto con la vida pública del Rey (actuaciones en América, Países Bajos…) como con la privada (vida amorosa con Isabel de Osorio, matrimonio con sus sobria Ana de Austria, relaciones con D. Juan de Austria y, especialmente, lo referente al príncipe D. Carlos).

La cuarta y última parte la dedica a desentrañar el caso de D. Carlos, un problema que el Rey resolvió “a su manera”. El profesor García Cárcel va a profundizar en muchos de los aspectos de la vida del Príncipe: los tópicos y exageraciones a la hora de definir su perfil físico y psicológico, su delicada salud agravada desde 1550 (fiebres y tercianas), la soledad y el abandono paterno que sufrió en su infancia, su accidente de 1562 que se convirtió en asunto de Estado acentuó su difícil carácter (fácil irritabilidad, colérico, violento, tendencia al despilfarro, cruel con los animales, etc.), su enfrentamiento con el Rey (de modo abierto desde 1566), la posible relación con los protestantes de los Países Bajos, el plan de fuga delatado por D. Juan de Austria, su relación con Isabel de Valois (hoy ningún historiador mantiene que existiera una relación incestuosa), su prisión (nunca recibió la visita del Rey), las circunstancias de su muerte en 1568 a los 23 años (se especuló mucho sobre la forma de su muerte: decapitación, estrangulamiento, envenenamiento, ahogamiento con una almohada…), la versión oficial del caso (calificada su prisión como un servicio a dios y beneficio público - ¿razón de Estado? - y justificada su muerte natural debida a los desórdenes y excesos del Príncipe; muchos rumores pusieron en duda esta versión oficial), el debate sobre las fuentes documentales originarias (¿qué pasó con los papeles que tenía D. Carlos en su celda? ¿fueron requisados por el Rey? ¿pasaron algunos de estos documentos a manos de Antonio Pérez?), el tratamiento del tema en la historiografía (un tema muy querido por el romanticismo), D. Carlos como personaje literario (mucha producción literaria sobre él, el relato literario culmina con la obra de Schiller en la que se inspiró Verdi), las mujeres que influyeron en la vida del Príncipe (Isabel de Osorio, su tía Doña Juana de Portugal con la que tuvo relación de amor-odio, Isabel de Valois).

Acaba el libro con un balance final y una reflexión sobre los fracasos de contrarrestar la Leyenda Negra y de la incapacidad para promocionar la imagen del Rey desde el Estado.

Dada la profundidad del estudio, la  cantidad de fuentes manejadas y la diversidad de perspectivas ofrecidas, se puede considerar esta obra como un ensayo definitivo sobre el tema, aunque soy consciente de que calificar a un estudio como definitivo en Historia es un tanto arriesgado.

Completan la obra una amplia bibliografía y un apéndice documental en el que se ofrecen fragmentos de algunos textos difíciles de consultar, por ejemplo de  la Apología de G. de Orange.

La obra en la Web de la editorial:





sábado, 23 de septiembre de 2017

EXPANSIÓN MUNDIAL DE LA CRISIS DE 1929 Y LA SIGUIENTE DEPRESIÓN

La crisis se extendió rápidamente, tanto entre los países industriales como en los agrícolas. Era algo difícil de evitar dado el protagonismo de los Estados Unidos en la economía mundial, el principal productor mundial y líder de las inversiones en el exterior. Las quiebras llegaron a los bancos y productores de muchos países. Para  1931, la crisis tenía un alcance mundial.  El proceso tuvo varios pasos:
  • Hambre de liquidez en el sistema bancario norteamericano.
  • Fin de las exportaciones de capital de EE.UU a Europa
  • Repatriaciones de capital norteamericano de países europeos y latinoamericanos. Alemania sufrió especialmente estas repatriciones, el Reichsbank quedó casi sin divisas. Muchos países quedaron sin financiación.
  • Estados Unidos redujo la compra de productos de otros países.
  • Países que se habían endeudado con Estados Unidos, como Francia o Gran Bretaña, comienzan a tener problemas para devolverlos.


Mapa (Edit. Vicens Vives) que refleja la extensión mundial de la crisis. ¿Quién le iba a decir a un productos brasileño de café o a un productor africano de cacao que una crisis en la bolsa de Nueva York les iba a llevar a la ruina?

Edit. Santillana



En la gráfica y tabla anteriores se refleja el gran descenso de la producción industrial en varios países desde 1929 a 1932. 

El país que evolucionó de manera más parecida a Estados Unidos fue Alemania que, aparte de sufrir los problemas de todos, estaba más ligada a la economía norteamericana y debía pagar las deudas de guerra (tuvieron que ser renegociadas: Plan Young). No obstante, experimentó varias quiebras y escándalos financieros. Austria experimentó un recesión de similar intensidad.
En mayo de 1931, el Kredit Anstall, principal entidad financiera austríaca con el

70% del capital privado del país, suspendió pagos.

En Francia la depresión no fue tan intensa, debido a que sus empresas, al ser medianas y pequeñas preferentemente, no necesitaban tanto del crédito y al hecho de poseer una agricultura más diversificada. 

El Reino Unido fue uno de los primeros países en sentir la crisis. Su comercio internacional cayó mucho desequilibrando la balanza de pagos. No obstante observamos que la caída porcentual no fue tan acusada debido a la existencia de su imperio colonial que le aseguraba mercados, la naturaleza de su comercio exterior que exportaba sobre todo productos manufacturados e importaba materias primas y los precios de éstas cayeron más que el de aquellos. Tuvo que hecer ajustes como el abandono del patró oro y la devaluación de la Libra.

En la tabla observamos que la crisis no llegó a la URSS; es más vemos un crecimiento en los años de la recesión mundial. La política económica de planificación (Primer Plan Quinquenal) explica este comportamiento.

Al estallar la II Guerra Mundial, muchos países no habían alcanzado, o apenas lo habían hecho hacía muy poco, los niveles de antes de la crisis y la recuperación productiva estuvo muy ligada al crecimiento de las industrias de material bélico.




miércoles, 20 de septiembre de 2017

BREVE HISTORIA DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS

HUGUET, M.: “Breve historia de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos”. Edit. Nowtilus. Madrid, 2017.

Este nuevo título de la serie “Breve Historia” que publica la editorial Nowtilus se ocupa de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, un acontecimiento de honda repercusión en su momento y de gran transcendencia para la posteridad. La guerra de independencia de las Trece Colonias es algo más que una guerra, es también una revolución. Las nuevas ideas que se plasmaron en documentos fundamentales como la Declaración de Derechos de Virginia, la Declaración de Independencia o la Constitución sirvieron de guía a la Revolución Francesa y revoluciones burguesas de la primera mitad del s. XIX. No hay que olvidar que muchas de estas ideas como la libertad, igualdad, soberanía, la existencia de derechos inalienables, etc. eran sumamente revolucionarias para los gobiernos europeos de la época porque ponían en tela de juicio su legitimidad. Por otra parte, fueron las ideas de los ilustrados europeos las que inspiraron a los patriotas norteamericanos.

Esta obra de la profesora Monserrat Huguet se ocupa de más aspectos que los puramente bélicos. Lógicamente, se va a ocupar de los principales momentos de la guerra, pero también va a analizar en profundidad el contexto social y económico de las colonias en los momentos anteriores al conflicto, las causas que propiciaron el inicio de la rebelión frente a Gran Bretaña,  la división en la sociedad colonial entre legitimistas y patriotas, la dimensión internacional, las múltiples consecuencias  (políticas, económicas y sociales) que siguieron a la paz, la gran influencia de una serie de hombres ilustres (los “Padres Fundadores”) durante y después del conflicto  y  los primeros momentos del nuevo Estado (hasta 1815) en los que se va a conformar un modelo político que se ha destacado por su gran estabilidad en el tiempo.

Una síntesis, documentada y amena, muy bien contextualizada en su época,  que permite al lector conocer cómo se gestó el nacimiento de un Estado llamado a convertirse en una potencia hegemónica desde comienzos del s. XX.

¿Qué va a encontrar el lector en los nueve capítulos de este ensayo? En primer lugar,  un análisis de la sociedad, economía y organización política de las Trece Colonias en el s. XVIII y su relación con Inglaterra. Se destaca también la importancia de la Guerra se los Siete Años y sus múltiples consecuencias.  El enorme gasto que supuso esta guerra dejó a los participantes en una difícil situación económica, para paliarla Gran Bretaña intentó recaudar más fondos comenzando una escala fiscal que iba a propiciar el desencuentro entre Londres y las Colonias: Ley del Sello, impuesto sobre el azúcar y otras manufacturas que llegaban de Inglaterra. Aunque algunas de estas imposiciones fiscales se retiraron (no sin antes haber sufrido la represión inglesa con algunos momentos significativos como la masacre de Boston de marzo de 1770), los colonos no estaban decididos a dar marcha atrás.

En el segundo capítulo se trata el motín del té y la desproporcionada reacción del rey Jorge III (cierre del puerto, restricción de las actividades democráticas en la colonia, obligación de los colonos a cobijar y mantener la tropas..) que en las colonias se calificaron de “leyes intolerables”. Los colonos formaron el Congreso Continental que, convertido en una especie de gobierno nacional, se dispuso a formar un Ejército Continental con G. Washington al mando. Paralelamente se constituyó un Comité, con T. Jefferson al frente, encargado de redactar una Declaración de Independencia que se aprobó el 4 de julio de 1776. Como he indicado más arriba, contenía en su preámbulo ideas claramente revolucionarias para los sistemas políticos europeos de la época.

Oleo de J. Trumbull que representa la presentación al Congreso  de
la Declaración de Independencia. Ilustración recogida en la obra
Las Colonias no disponías de fuerza armada, así que no fue tarea fácil formar un ejército capaz de hacer frente a los Casacas Rojas ingleses. En el capítulo tres se trata sobre esta cuestión: organización del ejército, estrategias de ambos bandos, principales mandos, himnos, enseñas  banderas, uniformes, servicios de inteligencia y espionaje (temas en los que G. Washington fue un innovador), etc.

Los capítulos 4 y 5 se ocupan fundamentalmente del desarrollo de la guerra, deteniéndose en algunas de las más decisivas de las 230 batallas: Lexington y Concord (las primeras, abril de 1775), la derrota de los colonos en la batalla de Quebec (diciembre, 1775) o la humillante pérdida de Nueva York (donde la mayoría de la población era legitimista) en el verano de 1776 que cayó en manos inglesas. Lugar destacado en este análisis ocupa la batalla de Saratoga (octubre de 1777), la victoria del Ejército Continental marcó un punto de inflexión, los americanos comprendieron que podían ganar la guerra. Tras esta victoria, Francia, buscando el desquite de la Guerra de los Siete Años, se comprometió a entrar en la guerra al lado de las Colonias y declaró la guerra a Inglaterra (la labor del embajador B. Franklin fue fundamental para esta decisión). España también participó como aliada de Francia buscando recuperar Gibraltar y Menorca. Holanda reconoció a las Colonias lo que motivó que Inglaterra le declarase la guerra. Dedica un espacio a señalar las brillantes acciones del español Gálvez en Pensacola enfrentándose a los ingleses. Todavía  tuvieron los ingleses algún momento de gloria como la toma de Charleston en 1780. La batalla decisiva se libró en Yorktown en septiembre-octubre de 1781, los ingleses se rindieron dejando más de 7000 prisioneros.

No se olvida la autora del papel de las mujeres en la retaguardia. Se hicieron cargo de las granjas y negocios faltos de mano de obra masculina, recaudaron fondos, desarrollaron labores de información y espionaje, etc. Algunas siguieron al ejército donde realizaron labores auxiliares, llegando a participar en el combate en algunas ocasiones.

El  capítulo seis se ocupa del fin de las hostilidades, la firma de la paz de Versalles (con las diferentes cláusulas que afectaron tanto a los contendientes como a Francia, España y Holanda) y los primeros años del nuevo Estado en los que tuvo que afrontar algunos graves problemas: cómo saldar la enorme deuda que se había contraído especialmente con la banca francesa y holandesa, la reconstrucción de ciudades, la necesidad de ayudar a los granjeros arruinados por causa del conflicto, el desequilibrio de la balanza de pagos, la contracción económica general, etc. Se explican las medidas de Hamilton, no del gusto de todos, para recuperar el país.

Una necesidad urgente era aprobar una Constitución común y definir el sistema institucional. Existían los Artículos de la Confederación aprobados en 1781 que eran un débil marco legal para acabar la guerra, firmar la paz y establecer una política internacional, pero resultaban claramente insuficientes para el funcionamiento del nuevo Estado. Se creó una Convención Constitucional (1787) presidida por Washington que, tras vencer las reticencias de algunos Estados a perder competencias y sus temores en el tema de representatividad, elaboraron una Constitución que entró en vigor el 21 de junio de 1788, en principio para nueve Estados. Una Constitución que, con algunas enmiendas añadidas, ha llegado a nuestros días (las primeras enmiendas  garantizaron una serie de libertades a los ciudadanos). Se completó con una Carta de Derechos del Hombre (1791). A pesar de la Constitución y de esta Carta de Derechos, y de fuertes campañas abolicionistas en los Estados del norte, no se abolió la esclavitud dado que el hacerlo amenazaba la unidad del nuevo Estado. Fue una gran ocasión perdida. El 30 de abril de 1789 tomó posesión el primer presidente que no podía ser otro que G. Washington.

El capítulo siete se ocupa de la consolidación del sistema político, se analiza la consolidación de un  bipartidismo entre Federalistas (partidarios de fortalecer la unidad del Estado) y Demócratas-Republicanos dirigidos por Jefferson (que no querían despojar de muchos poderes a los diferentes Estados). Ambos partidos concurrieron por primera vez en las elecciones presidenciales de 1796 que ganó el federalista Adams. Desde 1800 los Demócratas-Republicanos tuvieron el poder 20 años con 3 presidentes. Las primeras campañas iban a marcar las directrices de la vida electoral de los Estados Unidos.

Dedica unas cuantas páginas a una semblanza de los denominados “Padres Fundadores” comenzando por G. Washington, su retiro de la vida política en 1796, tras dos mandatos, marcó un límite temporal a los futuros presidentes. Se hace breves semblanza de T. Jefferson (padre de la Declaración de Independencia y tercer presidente), Hamilton, J. Adams, J. Madison, B. Franklin.

El capítulo 8 lo dedica a la Segunda Guerra de Independencia contra Inglaterra (1812-14) que, puso a prueba la fortaleza de la joven república. Los ingleses protagonizaron algunos hechos muy dolorosos para los norteamericanos como la captura y quema de Washington D. C. (la nueva capital desde 1800) y el asedio de Baltimore. El choque de americanos e ingleses tuvo gran importancia para las tribus indias del entorno de los Grandes Lagos doce de ellas,  lideradas por Tecumseh, participaron en la guerra apoyando a Gran Bretaña. El final trágico para estas tribus vino tras la batalla de Thames donde murió Tecumseh. Fue el fin de la resistencia india y el inicio de su desplazamiento hacia el oeste y la confinación en reservas.
Termina la obra con un capitulo en el que se analiza cómo se  ha tratado el tema de la independencia de Estados Unidos en la historiografía, la literatura, el cine… Hace un repaso de los ensayos históricos, novelas y películas más importantes que han tratado, con enfoques muy diferentes, la cuestión.

La obra en la Web de la editorial:




lunes, 11 de septiembre de 2017

LA CRISIS DE LA BOLSA (1929) LLEGA A LA AGRICULTURA NORTEAMERICANA

Los precios de los productos agrícolas en Estados Unidos habían comenzado a bajar desde 1926 como se ve en el siguiente gráfico.

Edit. Vicens Vives

Tras 1929 siguieron bajando debido al aumento de stocks, la caída de la demanda (interior y extranjera) y la buena cosecha de 1929 cuya producción seguía sin venderse cuando se recogió la de 1.930. La siguiente tabla permite calibrar la magnitud de la caída de estos precios sin que bajaran en tanto porcentaje los gastos necesarios para la producción.




Esta realidad tuvo fatídicas consecuencias: 
  • Ante pérdida de poder adquisitivo (entre 1.929 y 1.932 los agricultores norteamericanos tuvieron un 70 % menos de ingresos), los campesinos se hicieron más autárquicos. Consecuentemente demandaron menos productos industriales.
  • Muchos campesinos se arruinaron y no pudieron pagar sus deudas (en 1.929 un 20 de las tierras norteamericanas estaban gravadas con hipotecas). Se entra en un peligroso círculo vicioso: para pagar sus deudas debían aumentar su producción con lo que los precios caían aún más.
  • Muchos tuvieron que abandonar sus explotaciones y emigrar buscando oportunidades en lugares más propicios
Granja abandonada

“ Y entonces los desposeídos fueron empujados hacia el oeste desde Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México; familias de Nevada y Arkansas, tribus espar-cidas, conducidas en tractores. Carretadas, caravanas sin hogar y hambrientos; veinte mil, cincuenta mil y doscientos mil. Parecían brotar de las montañas, hambrientos e intranquilos como hormigas, corriendo a encontrar algún trabajo para hacer -levantar, empujar, tirar, recoger, cortar- cualquier cosa, cualquier carga con tal de comer. Los críos tienen hambre. No tenemos donde vivir. Como hormigas corriendo en busca de trabajo y, sobre todo, de tierra. Tenían hambre eran fieros. Y esperaban encontrar un hogar, y sólo encontraron odio”. Las uvas de la ira, John Steinbeck

miércoles, 6 de septiembre de 2017

CRISIS DE LA INDUSTRIA EN ESTADOS UNIDOS TRAS 1929

Tras la caída de la Bolsa y las quiebras de bancos, llegó el turno a la industria norteamericana que experimentó una gran contracción hasta 1932 como se ve en el siguiente gráfico:
Edit. ANAYA

La crisis industrial se debió a toda una serie de circunstancias, por ejemplo:
  • La dificultad para conseguir créditos e inversiones (ver en el siguiente gráfico la gran caída de la inversión privada en estados Unidos).
  • La contracción de la demanda interior debida al descenso de la capacidad adquisitiva de una gran parte de la población (parados y subempleados).
  • La contracción de la demanda mundial debido a la extensión de la crisis.
  • El consiguiente descenso de los precios de sus productos por la caída de la demanda y la acumulación de stoks



Muchas industrias no pudieron resistir el descenso de los precios. Comenzaron arruinándose las que estaban en una situación más precaria y las que producían artículos de los que se podía prescindir más fácilmente, por ejemplo las industrias del automóvil (la estrella de los años 20)



Hasta el otoño de 1.932 no comenzó la recuperación industrial con ciertas vacilaciones.