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lunes, 18 de enero de 2021

RESEÑA DE "BREVE HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN RUSA" (I. BOLINAGA)

 BOLINAGA, I. Breve historia de la Revolución Rusa. Madrid: Nowtilus, 2017 (Tercera edición).

La Revolución Rusa fue uno de esos acontecimientos históricos que provocan importantes cambios en el devenir histórico. Como resultado de su triunfo, no solo se estableció el primer estado socialista del mundo, sino que se iban a trastocar las relaciones geopolíticas del s. XX. Con este ensayo histórico, I. Bolinaga nos ofrece un acercamiento bastante preciso a la historia rusa, desde el último Zar a la muerte de Lenin.

Una revolución de esta naturaleza no es fruto de un día, hay que buscar causas en el pasado, incluso lejano. Por ello, el libro comienza con un estudio de la situación política, económica y social de la época de Nicolás II, un gobernante poco conectado con la realidad del país. I. Bolinaga analiza la autocracia un absolutismo típico del s. XVII europeo, que el Zar puede mantener con el apoyo del ejército y la policía, los funcionarios y la Iglesia Ortodoxa; las enormes desigualdades sociales destacando la situación de una ingente masa de campesinos, analfabetos en su mayoría, que vivían en la miseria, sometidos al poder de la nobleza y de la Iglesia (sus numerosas revueltas apuntaban a su potencial revolucionario); la aparición de una clase obrera, fruto del desarrollo industrial urbano en parte gracia al capital extranjero, que vivía en condiciones similares a la de los obreros ingleses en la segunda mitad del s. XVIII y que  va a protagonizar protestas y fuertes huelgas. Un terreno abonado para que prendieran las ideas revolucionarias.

Según M. Ferro, a Rusia le quedaban como alternativas seguir el camino de los países del occidente europeo e instaurar un régimen parlamentario (de esto ni quería oír hablar el Zar), emprender reformas sociales y políticas limitadas (ni siquiera esto podía admitir el Zar) y la vía revolucionaria. Descartadas las dos primeras, una serie de hechos y procesos van a preparar el camino a la revolución. I. Bolinaga detalla la llegada de ideas democráticas, socialistas y anarquistas, la formación de partidos políticos en la clandestinidad o el exilio (socialrevolucionarios, liberales y socialdemócratas), la derrota en la guerra Ruso-Japonesa y sus consecuencias inmediatas, la sublevación de la marinería del acorazado Potemkim y, especialmente los sucesos del Domingo Rojo (1905) cuyo desenlace dio como resultado un divorcio entre el Zar y el pueblo, como apuntó certeramente Krupskaia, la compañera de Lenin, “Cada cual comprendía que la Revolución había comenza­do ya”. Tras el Domingo Rojo aparecieron los soviets (un nuevo poder) y comenzó un período de gran inestabilidad social, numerosas huelgas y motines que no pudieron frenar las maniobras del Zar con el Manifiesto de Octubre ni con la convocatoria de unas Dumas que acabaron disueltas hasta que no mostraron total sumisión al Zar.

El marxismo, el motor revolucionario, fue introducido en Rusia por Plejanov. En el capítulo dos, el autor va a explicar la fundación del Partido Socialdemócrata y su posterior división en Bolcheviques (mayoritarios) y Mencheviques (minoritarios) a los que separaba la táctica revolucionaria, mientras los Mencheviques eran partidarios de aplicar las ideas de Marx como él las formuló, los Bolcheviques pensaban que, en las circunstancias rusas, había que realizar la revolución proletaria sin pasar por la fase de revolución burguesa.  Una división que se consolidó a pesar de algunos esfuerzos de volver a la unidad y que iba a tener grandes consecuencias para el desarrollo revolucionario.

A lo largo de toda la obra se va a destacar la importancia de las aportaciones teóricas y decisiones de Lenin para el desarrollo de la Revolución. Sin Lenin pudiera haber habido una revolución en Rusia, pero hubiera sido de otra manera. Ya en 1902, en su obra ¿Qué hacer?, señaló que el potencial revolucionario estaba en el proletariado de los países pobres y que no era necesario de pasar por una etapa de revolución burguesa para la revolución proletaria. Hubo muchos momentos en los que la actuación de Lenin fue decisiva para el discurrir de los acontecimientos: las maniobras para ir desplazando a los mencheviques del Partido Socialdemócrata (detallados en el capítulo dos), la publicación de las Tesis de Abril que no convencieron a todos los de su Partido pero marcaron el camino revolucionario, el imponer a su Ejecutiva el momento  para tomar el poder, el imponer la necesidad de firmar la paz y salir de la Guerra Mundial, el comprender la necesidad de un nuevo rumbo en la política económica (NEP) tras el fracaso del Comunismo de Guerra.  También se van a destacar el papel en el proceso revolucionario de otros protagonistas como Trotski, Stalin, Kamenev, Zinoviev, Bujarin…

La Revolución Rusa de 1917 tuvo dos momentos: febrero y octubre. Del primero de ellos se ocupa el capítulo tres. Se detalla la gran conflictividad social de comienzo del año, la multitudinaria manifestación del día 24 de febrero con sus grandes lemas de pan, paz y reforma política, la abdicación del Zar, la formación de un Gobierno Provisional que adopta unas medidas de urgencia (para muchos insuficientes) y convoca elecciones a una Asamblea Constituyente, la aparición de un doble poder (el Gobierno que tiene el poder y los Soviets que tienen la fuerza), la llegada de Lenin a Rusia y la publicación de las Tesis de Abril, el gobierno Kerenski, el levantamiento de julio que, para sofocarlo, el gobierno tuvo que acudir al ejército y el intento de golpe de Estado de Kornilov que, para detenerlo, el Gobierno tuvo que acudir al pueblo que antes había reprimido. Una gran contradicción que reconoció el propio Kerenski: "Antes de Kornilov, todo era todavía posible, después de la intentona, nada lo era ya".

El capítulo cuatro detalla el segundo movimiento revolucionario, octubre de 1917: el asalto y toma del poder de los bolcheviques. I. Bolinaga describe el inicio de la insurrección que triunfa tras el asalto al Palacio de Invierno, la formación del primer Gobierno Obrero y Campesino y sus primeros decretos: inicio de las negociaciones de paz, abolición de la gran propiedad agrícola, control obrero de las fábricas, decreto sobre las Nacionalidades de Rusia reconociendo su derecho a disponer ellas mismas de su futuro, censura de prensa, creación de la Cheka… Un hecho que merece especial atención es la elección a la Asamblea Constituyente y su disolución por los bolcheviques ante sus malos resultados electorales. A nadie podía extrañarle, ya que Lenin nunca había prometido una democracia sino la dictadura del proletariado. Las negociaciones de paz para salir de la I Guerra Mundial fueron duras, el gobierno bolchevique se resistía a aceptar las condiciones alemanas ante lo que el ejército alemán realizó una gran ofensiva. Lenin una vez más impuso su tesis de que la paz era necesaria a pesar de las pérdidas territoriales que comportaba.

Los bolcheviques habían tomado el poder, se habían asentado en Petrogrado y Moscú, pero había grandes áreas en las que había surgido grandes focos de descontentos con las medidas revolucionarias y que contaban con el  apoyado de fuerzas extranjeras. En el capítulo cinco, el autor explica la Guerra  Civil que enfrentó al Ejército Rojo (creación de Trotski) con los Ejércitos Blancos y por qué pudo triunfar un ejército bisoño frente a unos enemigos presumiblemente más poderosos. En este capítulo se abordan otros acontecimientos importantes como la ejecución de la familia imperial (julio, 1918), el atentado que sufrió Lenin a manos de Fanni Kaplan, la actuación del Ejercito Negro de Makhno, la aprobación de la primera constitución soviética o la formación de la III Internacional. También en este capítulo se va a tratar de la política económica de la época de la Guerra Civil, el Comunismo de Guerra, la producción al servicio de las necesidades bélicas: economía dirigida, nacionalización de la industria, control de los medios de producción y de la distribución… Ayudó a que los bolcheviques ganaran la guerra, ero las consecuencias fueron catastrófica, fuerte descenso de la producción y aparición del desabastecimiento y el hambre y con ellos las protestas y las huelgas. El Gobierno sacó tropas para reprimirlas, igual que el Zar. Pero lo que más daño hizo al gobierno fue la sublevación de la base de Kronstad, un apoyo tradicional a los ideales revolucionarios. El Gobierno reprimió duramente la sublevación, pero Lenin comprendió el mensaje, la Revolución no se podía asentar sobre el hambre, así que vio la necesidad de sustituir el Comunismo de Guerra por una nueva política económica: la NEP que significaba el retorno temporal a un capitalismo controlado

Finaliza la obra con la lucha por el poder entre Stalin y Trotski que se desató a medida que avanzaba la enfermedad de Lenin hasta dejarle bastante incapacitado. Casi al final de sus días, Lenin se dio cuenta  que  Stalin había acumulado demasiado poder y, en un documento conocido como su testamento político, recomendó fórmulas para reducirlo. Stalin se encargó de que no se divulgara. Esta tremenda lucha acabó con el triunfo de Stalin y de la demonización de Trotski (que, despojado de sus cargos y expulsado del Partido, finalmente tuvo que abandonar el país) y de sus seguidores.

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