No es tarea fácil sintetizar en
una obra de poco más de doscientas cincuenta páginas la historia de un
personaje tan complejo como Carlos V, el monarca y emperador más poderoso de su
tiempo. Más aún si tenemos en cuenta que el autor nos acerca tanto a su
actuación política como a su vida personal, sin olvidar tratar la diferente
organización político-institucional de sus territorios, la economía, la
estructura social, la demografía, la cultura y el arte, la historiografía... Todo
ello enmarcado en el contexto europeo.
La lectura de este ensayo divulgativo
nos permite conocer una época que sin abandonar totalmente lo medieval se abrió
al mundo moderno (el mismo personaje de Carlos participa de esta mezcla); que conoció abundantes cambios, algunos
trascendentales para el devenir histórico (reafirmación de los estados
nacionales que luchan por la hegemonía en Europa, ruptura religiosa en la
cristiandad, gran expansión comercial al entrar en escena el mercado americano,
modernización de los sistemas financieros…). Carlos V aparece como gran protagonista de estos cambios en la
primera mitad del s. XVI. Cambios que también iba a experimentar el propio
Emperador en su persona, no hay más que pensar en la enorme evolución de aquel
joven borgoñón que llegó a la localidad asturiana de Tazones en 1517 sin saber
hablar castellano y el Carlos que murió en Yuste en 1558.
A lo largo de este ensayo, el
profesor Ortega se va a ocupar de diferentes facetas de la historia carolina.
Un lugar destacado ocupa el tratamiento de su vida privada: rasgos físicos (su
mentón saliente que, además de afear, dificulta su respiración), la esmerada
educación en los Países Bajos a cargo de sus preceptores (su tía Margarita de
Austria, Guillermo de Croy, Adriano de Utrecht), su feliz matrimonio con Isabel
de Portugal, la relación con su madre recluida en Tordesillas a la que visitó
en varias ocasiones, la relación con su primogénito Felipe al que tras quedarse
viudo y el desastre de Argel fue asociando cada vez más a las tareas de
gobierno, la existencia de otros hijos naturales y bastardos, su voraz apetito
causante de dolorosos ataques de gota, achaques y enfermedades, aficiones, su
retiro de Yuste tras sus abdicaciones donde llegó en febrero de 1577
permaneciendo hasta su muerte en septiembre 1558 (curiosamente, no murió de sus
achaque crónicos como los de artritis o gota sino de fiebres palúdicas
trasmitidas por un mosquito que habitaba en el estanque artificial que habían
construido frente al palacio).
La llegada y primeros años de
Carlos a tierras peninsulares no pudo ser más convulsa. La corte borgoñona de
la que viene rodeado despierta recelos y gran hostilidad. El poco respeto a las
leyes castellanas que había jurado guardar en Valladolid, así como la petición
de fondos para obtener los votos necesarios para su elección como emperador y
la partida hacia tierras europeas para la coronación imperial estuvieron en el
origen de la rebelión de las Comunidades de las que el autor analiza la
complejidad del conflicto, la derrota de Villalar, el triunfo de la Corona, sus
consecuencias (represión) y sus diversas interpretaciones. Casi paralelamente
estallaron las Germanías en Valencia y Mallorca, un levantamiento con un
carácter más social.
De la dimensión exterior del
reinado, el profesor Ortega se va ocupar preferentemente de cuatro grandes
temas. En primer lugar de la idea imperial de Carlos y su coronación como
emperador. Un título que tenía aparejado poco poder político, pero un enorme
prestigio. La necesidad de fondos para obtener los votos de los siete electores
va a hacer que exija impuestos extraordinarios a sus súbditos y se endeude con
banqueros extranjeros (los Fugger) a los que debe hacer concesiones. Describe
con detalle las coronación de Carlos como “Rey
de Romanos” en Aquisgrán (un largo ceremonial que recordaba al de
Carlomagno) y, posteriormente, por el Papa en Bolonia (1530) como Emperador del
Sacro Imperio Romano Germánico.
El segundo tema es la rivalidad
con Francisco I de Francia con el que sostuvo cuatro guerras (más una con su
sucesor), en total veintidós años de lucha. Guerras separadas por paces (Tratado
de Madrid, Paz de Cambrai, Tregua de Niza, Paz de Crepy) que tardaban poco en
no ser respetadas. Los objetos de disputa fueron el Ducado de Borgoña, el
Milanesado y Nápoles). Durante la primera guerra, Carlos obtuvo la gran
victoria de Pavía haciendo gran número de prisioneros entre ellos el propio
Francisco I. Durante la segunda guerra
tuvo lugar el Saco de Roma (1527), el ejército carolino, mal pagado, sometió a
la ciudad eterna a desmanes y pillajes difíciles de olvidar. En 1529 Carlos y
Clemente VII sellaron la reconciliación. En su último enfrentamiento con
Francia (ya muerto Francisco I), Carlos estuvo a punto de caer prisionero en
Innsbruck.
El tercer tema que aborda la obra
es su enfrentamiento con los príncipes protestantes alemanes haciendo bueno su
compromiso por defender la fe católica. Tras los fallidos intentos de conseguir
una reconciliación (Worms, Spira, Augsburgo, Ratisbona), se llegó el
enfrentamiento. A pesar de algunos sonados éxitos como el triunfo en la batalla
de Mühlberg sobre la Liga Smalcalda, Carlos presionado por su hermano Fernando,
firmó la Paz de Augsburgo (1555) en la que se establecía que cada Príncipe era
libre de adoptar el credo religioso que quisiera y de imponérselo a sus
súbditos. Fue un gran fracaso para Carlos.
Un cuarto escenario de la política exterior carolina fue
el Mediterráneo donde se enfrentó al Imperio Turco de Soleimán el Magnífico. Un
conflicto político, económico y religioso (el enemigo infiel). Carlos obtuvo éxitos como la reconquista de Túnez o el
levantamiento del sitio de Viena y fracasos como el de la expedición contra
Argel (ciudad nido de la piratería berberisca).
Respecto al gobierno interior,
además de las revueltas de Comunidades y Germanías, en la obra se analizan las
Instituciones y órganos de gobierno (diferenciando claramente los de la Corona de Castilla de los de la Corona
de Aragón): Cortes, Corregimientos, Consejos Reales, Virreyes, Secretarios… Se
destaca que durante su reinado tuvo lugar una gran expansión de los dominios
españoles en América fruto de las conquistas de los Imperio Inca y Azteca. A
pesar de esta expansión y de los metales que llegaban del Nuevo Continente sin
los que no hubiera podido llevar adelante su política europea, Carlos tal vez
no supo dar a América la debida importancia.
Se va a ocupar también de la evolución
población y de la sociedad de sus reinos hispánicos: la estructura social estamental y los grupos que la componen
(nobleza, clero, artesanos, campesinos…) destacando una gran debilidad de la
clase media, el papel de la Inquisición velando porque no se difundieran las
luteranas… No podía faltar un análisis de la economía: la revolución de los
precios (analizando las diferentes causas e interpretación de este fenómeno),
la salida de metales preciosos hacia Europa, la escasez de inversiones
productivas, la importancia se Sevilla y su Casa de la Contratación, la relevancia
de las Ferias de Medina, el gran volumen del comercio de la lana en el comercio
internacional, la situación de la
Hacienda Real y su galopante déficit resultado de la diferencia entre gastos e
ingresos, análisis de los diferentes impuestos, endeudamiento que prepara el
camino a la primera bancarrota del Estado ya en tiempos de Felipe II, los
productos típicos de la agricultura, la protección a la cabaña trashumante.
Un breve capítulo se ocupa de la
literatura (La Celestina, El Lazarillo, Garcilaso...), la cultura, la arquitectura,
la pintura (Tiziano, Rubens, Van Dick). Aún
se ocupa el autor de algunas otras cosas, por ejemplo, de la semblanza del
Emperador que nos ofrecieron los cronistas coetáneos que ofrecen una gran
información que hay que matizar ya que en sus obras prima más la función
propagandística que la objetividad y la reflexión crítica. Escribe unas líneas
sobre cómo ha ido evolucionando hasta la actualidad la forma de tratar la
figura de Carlos por la historiografía.
En definitiva, una obra rigurosa
para cuya elaboración el autor ha manejado críticamente abundante bibliografía y
fuentes de la época (cronistas). Una lectura muy aconsejable para estudiantes y
amantes de la Historia.
Acompañan al texto abundantes
ilustraciones, muchos textos (especialmente de Fray Prudencio de Sandoval),
mapas, una cronología del reinado, la relaciones de reyes y papas coetáneos y
una selección bibliográfica.
La obra en la Web de la
Editorial:
Muchas gracias profesor Oña por tan completa reseña de la obra, sus palabras son un acicate.
ResponderEliminarUn placer visitar su blog y recalcar la necesidad de mostrar recursos didácticos y lecturas para los alumnos de Geografía e Historia, potenciando así la reflexión y el espíritu crítico.
José Ignacio Ortega