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domingo, 3 de diciembre de 2017

RESEÑA DE "LOS EXPLORADORES DE HITLER: SS-AHNENERBE"

MARTÍNEZ-PINNA, J.: “Los exploradores de Hitler: SS-Ahnenerbe”. Editorial Nowtilus. Colección Historia Incógnita. Madrid, 1917.

Es notoria la obsesión de los nazis por encontrar los orígenes de la raza aria y algunos objetos de poder, tanto religiosos (Grial, Arca de la Alianza, Lanza de Longinos, Mesa de Salomón) como civiles (martillo de Thor, espada de Turingia). Para llevar adelante estas búsquedas crearon instituciones, reclutaron científicos e investigadores de ideología afín y organizaron insólitas expediciones. Los dirigentes nazis (Hitler, Himmler…) mostraron gran interés por el mundo de lo oculto, la superstición y la magia. La obra de Martínez Pinna (experto en tesoros ocultos) se ocupa de arrojar luz, dentro de lo que es posible, sobre estas expediciones de búsqueda que, a pesar de su empeño, dieron pocos resultados. Esta obra es un relato ameno y fascinante que, contrastando diversas hipótesis, acerca al lector al mundo del ocultismo nazi y sus expediciones cazatesoros.

Emblema de Ahnenerbe
Los nazis crearon un Estado donde la raza aria era el elemento esencial para conseguir la cohesión del pueblo alemán. Dentro de este contexto hay que entender su interés por encontrar las huellas de los orígenes ancestrales de la raza aria. Para este fin, en 1935, crearon Ahnenerbe ("Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana"), un Instituto para estudiar y recuperar las huellas del glorioso pasado alemán. Himmler acabó integrando esta Sociedad en las SS y dotándola de abundante recursos que le permitió montar una gran estructura: museos, talleres especializados, bibliotecas… Para su dirección se eligió a H. Wirth, un hombre de temprana afiliación al Partido Nazi.

En este ensayo, Martínez-Pinna explica las insólitas expediciones que organizaron para hallar huellas de los orígenes ancestrales de la raza aria. Describe con detalle la expedición encargada a Ernst Schäfer para establecer contacto con los dirigentes del mítico reino de Shambala, que podía estar bajo las cumbres del Himalaya, pensando que podía esclarecer los orígenes de la raza aria. También las expediciones para encontrar los restos de la Atlántida donde, según algunos, tras un brusco cambio climático, pudieron refugiarse los supervivientes de raza aria. Otros situaron a los supervivientes atlantes en las cercanías del lago Titicaca en el altiplano andino donde habrían erigido la espectacular ciudad de Tiahuanaco. Los nazis prepararon una gran expedición (dirigida por el arqueólogo E. Kiss acompañado de varios especialistas) al yacimiento de Tiahuanaco, pero quedó pospuesta por falta de fondos.

Otro objetivo de los nazis fue encontrar los que se pueden denominar “objetos de poder” que suponían cargados de sacralidad por haber pertenecido o estado en contacto con personas fuera de lo común o por haber tenido un protagonismo esencial en religiones primitivas. Estos objetos podían proporcionar poder y dominio políticos, dar la vida eterna, otorgar una mayor grado de sabiduría o dar la posibilidad de alcanzar mayor pureza espiritual. El autor hace un repaso a los esfuerzos nazis en la búsqueda de algunos de ellos como la Calavera del Destino (buscaron estas calaveras de cristal en Centroamérica, las llegaron a interpretar como unas reliquias utilizadas por los antiguos sacerdotes de la Atlántida), el martillo de Thor de propiedades estremecedoras,  la espada de Turingia que perteneció al emperador Federico I Barbarroja (según la leyenda, aquel que la encontrase sería el encargado de llevar a los alemanes hacia la victoria, de ahí el interés de Hitler por hallarla), los restos del Arca dela Alianza a los que relacionaron con poderes especiales que podían ayudar a ganar la guerra (para su búsqueda montaron la Operación Trompetas de Jericó), la Piedra del destino (sobre la que reposó Jacob su cabeza cuando tuvo la conocida visión de una escalera que subía hasta el cielo y tras distintas vueltas llegó a Irlanda y Escocia - sobre ella se coronaron sus reyes-  hasta avabar en la Abadía de Westminter en Londres. Conocedores los ingleses del interés de los nazis por apropiársela, ante la posibilidad de una invasión, la escondieron)  y la Lanza del destino (la que utilizó Longinos para atravesar el costado de Jesús). Según la leyenda, el poseedor de la lanza no sería vencido en el campo de batalla y tendría el destino del mundo para bien o para mal. Una de las cuatro identificadas estaba en el Museo del palacio vienés de Hofburg. Hitler estaba obsesionado con ella desde sus tiempos mozos en Viena. Ya en el poder, Hitler, tras la anexión de Austria y su desfile triunfal por Viena,  fue al palacio de Hofburg para ver (estuvo una hora ante ella meditando en silencio) y, a la vez, reclamar la lanza. Ordenó preparar su traslado que no se hizo efectivo hasta 1938 en que fue llevada a Nuremberg donde fue encontrada por los aliados tras la conquista de la ciudad.

Sin embargo,  de todos los objetos de poder el más buscado por los nazis fue la copa sagrada, el Santo Grial. Una reliquia que proporcionaría a su descubridor la vida eterna. La historia del Grial es muy compleja llena de leyendas e interpretaciones. En primer lugar centraron su búsqueda en el sur de Francia al creer que estuvo en poder de los cátaros. Cuando la persecución contra los cátaros estaba llegando a su final, los últimos supervivientes se hicieron fuertes en Montsegur. Tras un largo asedio, Montsegur se rindió y los líderes cátaros con más de 200 seguidores fueron quemados vivos (marzo, 1244). Según la tradición, antes de la caída, algunos se descolgarían por la roca llevando su tesoro que escondieron en algunas cuevas y rutas cercanas, ¿estaba el Grial en este tesoro? En esta zona centró sus esfuerzos Otto Rahn, captado por la Ahnenerbe, para encontrarlo, contactó con arqueólogos franceses, inspeccionó todas las grutas en torno a  Montsegur… pero todos sus esfuerzos fueron en vano. En junio de 1943, parece (no es seguro) que Himmler volvió a enviar una expedición a Montsegur, al mando del prestigioso militar Skorzeny, para descubrir los restos del tesoro cátaro. 
Resultado de imagen de Hitler en Montserrat
Himmler en Montserrat
Pero no solo en el sur de Francia buscaron los nazis el Santo Grial. El autor relata con cierto detalle el viaje de Himmler a España, tras pasar por varios lugares de nuestra geografía llegó a Montserrat donde esperaba encontrar pistas sobre el Grial o el Grial mismo.

Cuando los nazis constataron que no podían ganar la Guerra y que se acercaba el final del Reich, parece que buscaron refugios seguros para esconder algunos tesoros muy valiosos y documentos comprometedores. Los rumores y leyendas sobre estos escondrijos atrajeron la atención de algunos gobiernos y de muchos cazatesoros. Nuestro autor se ocupa de aclarar lo que sabemos de algunos de ellos, por ejemplo: la gran cantidad de cajas con Libras Esterlinas falsificadas que cayeron al lago Toplitz en los Alpes austriacos  o el pecio de Wilhelm Gustloff hundido en el Báltico con un gran tesoro en su interior. Una de las búsquedas más intensas ha sido la de la famosa Cámara de Ámbar. Era una habitación forrada con paneles de ámbar (400 kg.) que Federico Guillermo de Prusia regaló al zar Pedro el Grande. En Rusia, el primer destino de la Cámara fue el Palacio de Invierno, pero en 1755 se trasladó al Palacio de Catalina en Tsárskoye Selo. Cuando los alemanes invadieron  la URSS, los soviéticos intentaron trasladar la cámara, pero no les dio tiempo. Los nazis desmontaron la cámara y la llevaron a Königsberg, aquí estuvo hasta el final de la guerra cuando se perdió su pista, ¿fue destruida por los bombardeos aéreos? ¿Fue desmontada y escondida por los alemanes? Los rusos la buscaron durante años desesperadamente sin resultado.

La reciente película The Munuments Men (2014) ha puesto de actualidad el programa, en el que participaron más de 400 personas, puesto en marcha por Estados Unidos para  salvar monumentos y recuperar obras de arte, joyas…  robadas y escondidas por los nazis (pudieron rapiñar unos cinco millones de obras de arte, tal vez la más famosa el Políptico de la Adoración del Cordero Místico que hoy podemos contemplar en la Catedral de San Bavón en Gante).

Cierran el libro dos curiosos capítulos. El 9 explica cómo Himmler y la Ahnenerbe pusieron mucho empeño en encontrar la tumba de Alarico I el Viejo que, tras saquear Roma en el 410, se hizo con grandes tesoros entre los que se podía encontrar parte del botín que los romanos tomaron del templo de Jerusalén en el año 70 y pudo ser parte del ajuar funerario de Alarico. En el capítulo 10 se trata del interés de los nazis por estudiar las características físicas de los guanches canarios que tal vez podían ser supervivientes de los atlantes, ¡siempre en busca de los orígenes de la raza aria!.

La obra en la Web de la editorial (hoja promocional y comenzar a leer):
  

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