Los portugueses se establecieron en las costas de Angola desde el s. XVI dominando una franja costera (ver mapa) basada en la trata de esclavos como principal actividad. Tras un breve período de dominación holandesa (1641-8), Portugal asentó su dominio colonial sobre esta franja costera. Los traficantes de esclavos estaban asentados en esta franja, sus contactos en las zonas del interior les proporcionaban los esclavos que dirigían especialmente a Brasil. Tras la Conferencia de Berlín, Portugal intensificó su penetración hacia el interior enviando tropas y funcionarios civiles no sin encontrar fuertes resistencias. Se organizaron diversas expediciones entre 1885 y 1890.
En la temprana fecha de 1498, Vasco de Gama desembarco en Mozambique en su viaje hacia la India. Inmediatamente los portugueses comenzaron a establecer establecimientos comerciales, una década después de la llegada de Vasco de Gama ya controlaban varios de estos establecimiento. Ver mapa adjunto. Estos establecimientos eran puntos de apoyo en sus rutas hacia el este y, a la vez, servían para controlar el comercio del oro con el interior y desde el s. XVII el marfil. En el s. XVIII se inicio el comercio de esclavos. Como en Angola, la penetración hacia el interior comenzó tras la Conferencia de Berlín.
En 1887, el Ministro de Asuntos exteriores de Portugal, Henrique Barros, presentó a la Cámara de Diputados un proyecto plasmado en el conocido como "mapa de color de rosa" (mapa adjunto) en el que se pretendía la unión de sus colonias de Angola y Mozambique incluyendo Rhodesia. Una línea de colonización este-oeste en el sur de África. Este proyecto chocaba directamente con los planteamientos británicos de unir El Cairo con el Cabo. Aunque Portugal pareció contar con el beneplácito de Francia y Alemania para ocupar la zona, la oposición inglesa fue firme (ultimátum británico de 1890) y Portugal acabó cediendo.
El 11 de enero de 1890 el gobierno de Salisbury envió un ultimátum al gobierno portugués para que se retirara de de los territorios de la futura Rodhesia. Un ultimátum fulminante pues solo daba a los portugueses menos de un día para aceptarlo. Ante la amenaza de guerra, el gobierno portugués lo aceptó y dimitió dos días después. El nuevo gobierno intentó que Inglaterra aceptase un tribunal de arbitraje, al no conseguirlo aceptó las nuevas fronteras (20 de agosto de 1890) pero fue rechazado por el Parlamento Portugués (15 de septiembre). Tres días más tarde neva dimisión del gobierno portugués. Por fín, en 1891 se firmaba un acuerdo regulando las fronteras que era menos favorable a los portugueses que el de 1890.
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