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lunes, 30 de noviembre de 2020

RESEÑA DE "BREVE HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL" DE LUIS E. ÍÑIGO FERNÁNDEZ.

ÍÑIGO FERNÁNDEZ, LUIS E. Breve historia de la Revolución Industrial. Madrid: Nowtilus, 2014 (2ª Edición).

Con el término Revolución Industrial se designa  un largo proceso histórico que comenzó en la segunda mitad del s. XVIII y que, pasando por diversas etapas o fases, llega a nuestros días.  Tuvo su origen en algunas regiones de Gran Bretaña y desde allí se fue extendiendo gradualmente en el tiempo a otros países. La Revolución Industrial supuso una importante transformación de las formas de producción agraria e industrial gracias a los avaneces técnicos, de los sistemas de trabajo, de los transportes, de los intercambios, de la demografía y estructura social, de la relación del hombre con la naturaleza, de las leyes, de las mentalidades y costumbres… Todo un conjunto de factores, muy relacionados entre sí, van a explicar estos enormes cambios que se producen más bien como una evolución acelerada que como una brusca revolución. Las consecuencias de todo ello (positivas y negativas), que comenzaron a notarse ya desde sus inicios, llegan hasta nuestros días.

La obra de Luis E. Íñigo Fernández  ofrece un claro análisis de la Revolución Industrial desde sus orígenes hasta hoy, primando la explicación de los procesos frente a los hechos más concretos. A la vez, ofrece distintas visiones e interpretaciones de los muchos aspectos que han sido objeto de controversias y debates entre historiadores. Esta es una aportación muy interesante de este ensayo. Un primer gran debate historiográfico versa sobre la interpretación de la Revolución Industrial, el autor analiza los cuatro modelos más extendidos: tecnológicos (el factor clave son los cambios en la tecnología), institucionales (priman los cambios en las instituciones económicas), macroeconómicos y microeconómicos. Otro debate: ¿Fue un cambio muy rápido, casi dramático, como afirmó Toynbee y sus seguidores, o más bien una evolución acelerada, aunque hubiese un cambio rápido en algunos sectores? Puede haber algo más de consenso en señalar tres fases de la Revolución Industrial separadas por la evolución tecnológica, la energía predominante, los sectores industriales punteros y las formas de organizar el trabajo. De todas estas cuestiones se ocupa el autor en los dos primeros capítulos de su obra.

La Revolución Industrial, como cualquier otro proceso histórico, tiene muchas causas y unas raíces que se hunden en el pasado, a veces muy lejano. De esto trata el capítulo tres. Sobre la Revolución Industrial, se puede llegar hasta la Baja Edad Media, más en concreto a los necesarios cambios productivos adoptados tras la Peste Negra derivados de la escasez de mano de obra. Continuando por el gran desarrollo comercial desde el siglo XVI, el triunfo del protestantismo en Gran Bretaña con su idea de que el éxito en los negocios es un signo de predestinación, la revolución científica del s. XVII, el gran desarrollo del comercio marítimo inglés en el XVII (Actas de Navegación) y los cambios políticos en Gran Bretaña tras la revoluciones del s. XVII.

Hay tres factores endógenos que son esenciales para el triunfo de la Revolución Industrial, es decir, que si falla alguno de ellos no hay despegue industrial, son los “tres pilares básicos de la industrialización”:  la innovación técnica, la acumulación de capital y su inversión y el desarrollo del espíritu de empresa. En el capítulo cuatro se analizan estos tres factores. La innovación técnica es la aplicación de los nuevos inventos al proceso productivo. El autor  explica cómo la aplicación de algunos inventos a la producción industrial va creando cuellos de botella que exigen nuevas innovaciones. Un ejemplo concreto: la lanzadera volante de J. Kay (1733) aumentó la producción de tela lo que reclamaba inventos en el hilado (la Spinning Jenny de Hargreaves, la Water Frame de Artwright, la Mule Jenny de Crompton), ahora era el aumento del hilo el que exigía nuevos avances en el tejido (telar mecánico Cartwrigh). La enorme producción textil puso de manifiesto otro cuello de botella, el transporte para su comercialización (ferrocarril). Sobre el segundo pilar de la industrialización hay también una cierta polémica, ¿de dónde procedió el grueso del capital necesario, del comercio ultramarino o de la agricultura? Se analiza también el papel de los empresarios ingleses, ¿por qué hubo más empresarios emprendedores en Gran Bretaña?

Hay otros factores que, sin ser esenciales, son muy importantes para la industrialización de un país. Luis E. Íñigo analiza cuatro de ellos. Nuevamente hayl debate entre historiadores sobre su mayor o menor incidencia. Por ejemplo, la Revolución Agrícola. ¿Fue un prerrequisito necesario para la Revolución Industrial como sostuvo P. Bairoch?  El autor explica la compleja relación entre Revolución Agrícola y Revolución Industrial. El segundo factor es la Revolución Demográfica. ¿Fue causa o consecuencia de la Revolución Industrial?. También es difícil determinar la relación entre los sistemas educativos y la Revolución Industrial. Es verdad que los primeros grandes inventores fueron artesanos, muy observadores, con una gran intuición pero sin formación académica. Lo cierto es que con el paso del tiempo fue más importante la educación para el desarrollo industrial. Por último, el papel del Estado, más determinante en aquellos países que se incorporaron tarde a la industrialización y necesitaban proteger sus incipientes industrias.

La Revolución Industrial comenzó en unas regiones de Gran Bretaña, luego llegó a otros países europeos, Estados Unidos, Japón y, más adelante en el tiempo, a otros muchos países. Es como si fuera un camino que hay que recorrer, pero no todos países lo comienzan a la vez, ni lo recorren a la misma velocidad. En los cinco primeros capítulos del libro se ha atendido mucho Gran Bretaña, el país pionero; en este sexto, el autor se ocupa de la industrialización de otros países. En primer lugar, de los pioneros: Estados Unidos, Bélgica, Francia y Alemania. También hay un lugar para los rezagados: el resto de países Europeos (con especial mención para Rusia) y Japón industrializado rápidamente tras la Revolución Meijí.

No podía faltar un capítulo dedicado a la nueva sociedad y, especialmente, a las dos clases con mayor protagonismo: el proletariado y la burguesía. Los asalariados soportaron unas de las peores consecuencias de la primera industrialización, jornadas largas, salarios bajos, lugares de trabajo insalubres, nula protección social, trabajo infantil, etc. Para muchos fue un deterioro de sus condiciones de vida frente a la etapa preindustrial. El proletariado tardó en articular una respuesta colectiva: ludismo, cartismo, sindicalismo. En el otro extremo, la burguesía una clase que revoluciona constantemente los medios de producción y que aspira también a controlar el poder político. A pesar de las afirmaciones de Marx en el sentido de que la sociedad se estaba dividiendo en solo dos clases, poseedores y no poseedores de medios de producción, lo cierto es que se fueron fortaleciendo las clases medias y no desaparecieron los campesinos.

En el capítulo ocho se analizan las características de la segunda fase de la Revolución industrial: la importancia y aplicaciones de las nuevas fuentes de energía electricidad y petróleo, las industrias derivadas de la introducción de estas energías (automóvil, material eléctrico...), las industrias que pasan a ser punteras (como la química), la producción a gran escala de bienes de consumo, la nueva empresa y su gestión, la nueva organización del trabajo buscando aumentar la productividad (taylorismo y trabajo en cadena), los nuevos medios de transporte y comunicación, los avances en la globalización del mercado y el nuevo papel del Estado más intervencionista.

Finaliza la obra con una reflexión sobre las bases del crecimiento y la necesidad de la humanidad de encontrar nuevos modelos de crecimiento y de solucionar algunos de los graves problemas que tiene planteados. Hay claros ejemplos que ponen de manifiesto la fragilidad de los cimientos del crecimiento, por ejemplos las cris de los años setenta, la de 2008 o la más reciente recesión provocada por el covid-19. Si a esto unimos los graves problemas que tiene planteados el mundo como los graves desequilibrios territoriales, el calentamiento global debido a la contaminación, la acuciante escasez de alimentos en algunas partes del planeta que obligan a fuertes movimientos migratorios, el agotamiento de materias primas y otros recursos, etc. podemos pensar que la humanidad está en una encrucijada para seguramente buscará una salida.

Una exposición clara y didáctica en la que se nota la huella del profesor de Historia en secundaria que ha sido el autor varios años. La lectura de esta obra nos permite conocer las grandes transformaciones que aportó la Revolución Industrial y las consecuencias (positivas y negativas) que comportó y sigue comportando hasta hoy. Paralelamente se ofrecen diferentes puntos de vista de la historiografía sobre diversos aspectos del proceso industrializador.

 La obra en la Web de la Editorial (índice, comenzar a leer…):

https://www.nowtilus.com/pags.php?d=O59O1454&bsi=0&bso=1

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