TARANILLA DE LA VARGA, C. J.: “Breve historia del Barroco”. Madrid: Editorial Nowtilus, 2018.
En este nuevo título de la colección Breve Historia
encontramos una síntesis rigurosa y bastante detallada de un movimiento
artístico y cultural que se desarrolló durante aproximadamente siglo y medio
(desde el s. XVII a la primera mitad del XVIII). Desde su foco italiano, se
extendió por Europa Occidental y su influencia llegó al mundo hispanoamericano.
El arte Barroco durante mucho tiempo se
consideró un arte decadente, una especie de puente entre el Renacimiento del s.
XVI y el Neoclasicismo del XVIII, su valoración y la reivindicación como un
arte coherente e imaginativo no ha llegado hasta el s. XX. Un estilo que, dada
su larga perduración en el tiempo, evolucionó como no podía ser menos de forma
significativa, desde sus inicios al Rococó.
El autor, en primer lugar, va a enmarcar el Barroco en su
contexto religioso (Contrarreforma tras el Concilio de Trento), político
(monarquía absoluta en el s. XVII y su evolución al Despotismo Ilustrado en el
XVIII, alianzas, guerras, tratados…), económico (mercantilismo), social (estructura
estamental de la sociedad) y científico (grandes avances en astronomía,
medicina, filosofía…). Solo así se pueden entender muchas de las grandes
creaciones en arquitectura, pintura y escultura de este estilo. El arte Barroco
responde a los intereses propagandísticos de la Iglesia de la Contrarreforma y
de la todopoderosa monarquía absoluta. En arquitectura, iglesias y palacios con
su decoración (pintura y escultura) son sus principales realizaciones. Aunque
no hay que olvidar sus actuaciones urbanísticas como grandes plazas o fuentes
monumentales.
Como paso previo al análisis del Barroco en los diferentes
países, el autor hace un estudio de las principales características y los
nuevos planteamientos: materiales, temas, tendencia al movimiento, formas
abiertas y atrevidas, triunfo de la línea curva, profundidad, dinamismo,
pasión, gran poder expresivo, sentido de la teatralidad, implicación del
espectador, creciente exuberancia decorativa…
El grueso del libro es un repaso al Barroco en los
principales países europeos, señalando las peculiaridades de cada uno, los
autores y sus principales creaciones. Comienza por la cuna del movimiento,
Italia (Roma, la “ciudad triunfante”).
Sin olvidar a otros muchos autores, va analizar de manera más detallada las
figuras estelares de Bernini y Borromini y la pintura de Caravaggio cuyo
tenebrismo tanta influencia ejerció en otros pintores. Dedica capítulos al
Barroco francés donde, aparte de las
grandes iglesias y plazas parisinas, destaca la abundante arquitectura
palaciega que tiene su punto culminante en Versalles, máxima expresión del
poder absoluto de la monarquía; a la pintura barroca de Flandes y los Países
Bajos tan variada en temática y enfoques (Rembrandt, Rubens, Vermeer, van Dyck,
Franz Hals, Ruysdael…); al Barroco anglosajón y a la arquitectura en el centro
y norte de Europa.
El autor dedica tres capítulos al Barroco español marcado por
su religiosidad y realismo. A pesar de las graves dificultades políticas y
económicas por las que atravesó España en esta época, hubo un florecimiento sin
igual de las artes y las letras. Analiza el clasicismo del primer Barroco: la
arquitectura, sus autores, escuelas regionales y obras; la peculiar imaginería española
donde lo religioso, las esculturas de
reyes y altas personalidades y la escultura funeraria son las temáticas que se
imponen; la escultura castellana de retablos y pasos procesionales (destacando
la figura de Gregorio Fernández); las realizaciones de la escuela andaluza.
Dedica otro capítulo a la pintura española en su cumbre cuyas obras más
importantes responden a encargos de la
Iglesia, la realeza o la nobleza, sin olvidar lienzos que plasman la realidad
cotidiana incluso en toda su crudeza: Ribera,
Zurbarán, Murillo, Valdés Leal y, sobre todos ellos, Velázquez. El tercer
capítulo de los dedicados a España trata del Barroco monumental del s. XVIII:
importantes obras en algunas grandes catedrales, palacios (Palacio Real de
Madrid como obra cumbre, Palacio de La Granja de San Ildefonso), plazas mayores
como una de las grandes aportaciones españolas a la historia del urbanismo
(Valladolid, Madrid, León, Salamanca…), el estilo churrigueresco, la imaginería
policromada y sus variedades regionales.
Cierra la obra un capítulo dedicado al Rococó, una exageración de la ornamentación barroca
que obedece al amor y al lujo de los altos estamentos del XVIII.
Un buen repertorio de imágenes y un amplio glosario de 20
páginas ayudan a interpretar ciertos conceptos de la obra.
El prologuista es Catedrático Universidad Alcalá.
ResponderEliminarMe resulta muy interesante el Barroco centroeuropeo, poco habitual en libros de bolsillo.
ResponderEliminar