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miércoles, 22 de noviembre de 2017

RESEÑA DE "BREVE HISTORIA DE LOS FENICIOS"

CÓRDOBA DE LA CRUZ, J. L.: “Breve historia de los fenicios”. Edit. Nowtilus. Madrid, 2017


Cuando hablamos de grandes civilizaciones, pasadas o presentes, nos vienen a la mente el nombre de héroes, reyes o caudillos o de importantes gestas y batallas que contribuyeron a su origen o  consolidación. No es el caso de la civilización fenicia que, en este sentido, es un tanto atípica. Su historia es la de un pueblo de  activos comerciantes que recorrieron todo el Mediterráneo fundando colonias comerciales en lugares estratégicos para realizar intercambios comerciales. A veces se identifica fenicio con comerciante, así lo recoge el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, una de cuyas acepciones es un adjetivo “que tiene habilidad para comerciar o negociar y sacar el máximo beneficio”. Buscaron activamente metales (estaño, plata, plomo)  y productos alimenticios ofreciendo a cambio maderas nobles (cedro, sándalo, ciprés), manufacturas de lujo (cerámicas, textiles exclusivos con el tinte púrpura que se extraía del Murex tras complicados procesos físico-químicos), joyas, objetos de marfil, etc. Pero este contacto con los fenicios trajo algo más que relaciones comerciales; al compás del comercio, propagaron el cultivo de la vid y el olivo, aportaron algunas novedades revolucionarias (como el torno alfarero) y, algo de suma importancia cultural, legaron su alfabeto base para la comunicación y las transacciones comerciales. En definitiva, la llegada de los fenicios transformó las formas de vida de sociedades indígenas con las que entraron en contacto. Curiosamente, ellos no se denominaron fenicios, su nombre se lo puso la historiografía griega derivándolo de phoinix, un tinte de color púrpura extraído de un molusco genero Murex  por gentes que habitaban el actual espacio líbano-israelí.

La civilización fenicia se extiende desde la crisis de los pueblos del mar (siglo XII a. C.) hasta la conquista por Babilonia en el s. VI a. C. siendo su época de esplendor los siglos X-VIII a. C. De la historia de los fenicios, un tanto abandonada por la historiografía, se ocupa este ensayo divulgativo de José Luis Córdoba de la Cruz en el que explica el origen de este pueblo, la importancia y expansión de su comercio, su organización política y social, las creencias y ritos religiosos, su cultura… Una tarea un tanto difícil ya que la mayoría de las fuentes fenicias para su estudio se han perdido, así que las noticias de otros pueblos y la arqueología adquieren un papel protagonista para el conocimiento de este pueblo.

La obra, en primer lugar, se centra en explicar los orígenes del pueblo fenicio y el contexto histórico y geográfico en el que tuvo lugar, un espacio enormemente civilizado y poblado: Egipto, Hatti, ciudades micénicas, Babilonia, Ugarit. En el s. XII a. C. se rompió el status en la franja líbano-israelí con la invasión de los denominados pueblos del mar. El autor se detiene en explicar quiénes pudieron ser estos pueblos, sus ataques a Ugarit, Hatti y diversas ciudades de la costa del Mediterráneo Oriental y su fracaso ante el faraón Ramsés III en la Batalla del Delta. A pesar de esta victoria, Egipto se retiró de la zona siria-palestina lo que aprovecharon los cananeos para afianzar su autonomía. Los fenicios son los cananeos que se adaptaron a las nuevas circunstancias históricas. Es muy difícil hacer una nítida distinción entre cananeos y fenicios.

En los sucesivos capítulos de la obra el autor se ocupa de los principales aspectos de la civilización fenicia comenzando por la organización político administrativa. Fenicia nunca fue un estado centralizado, se componía de una serie de ciudades-estados autónomas que tenían una cultura común. Estaban regidas por reyes con muchas competencias (incluidas religiosas) pero sin llegar a ser monarcas absolutos. Los sufetes (importantes magistrados con competencias civiles y militares) y la Asamblea de la ciudad (nobleza, gente relevante y ancianos de la ciudad) eran el contrapeso al poder real. Se analiza la evolución de las principales ciudades: Biblos, Sidón y Tiro.

La sociedad fenicia que, como en la mayoría de los casos era muy jerarquizada, aunque existen algunas posibilidades de ascenso para comerciantes y artesanos de éxito. En el capítulo 3 se hace un análisis de la pirámide social: el rey y la aristocracia (tanto la de sangre como la económica) en la cúspide, el clero que disfrutaba de una posición elevada, los activos comerciantes, manufactureros (que deben abastecer de productos a los comerciantes), marineros (expertos y especializados), agricultores y trabajadores agrícolas (pequeños propietarios, jornaleros y esclavos).

No podían faltar algunos capítulos dedicados al estudio de la actividad comercial, una de las señas de identidad de este pueblo. Las pocas posibilidades agrícolas de los terrenos circundantes a las ciudades, debido a su poca extensión y su escasa fertilidad (aridez), empujaron a los fenicios a centrar su principal actividad en el comercio por todo el Mediterráneo, mar del que conocieron bien sus corrientes y vientos. También eran grandes navegantes fuera del Mediterráneo, llegaron a las costas del norte de Francia y de Inglaterra, hay quien afirma que circunnavegaron África dos mil años antes de que Bartolomé Díaz doblara el cabo de Buena Esperanza. Establecieron unas activas redes comerciales entre las ciudades fenicias y  sus colonias. El autor analiza los productos con los que comercian, las rutas comerciales y su duración, los barcos (barrigones, de gran capacidad de carga, con su vela cuadrada) para realizar este comercio. Conocemos estos barcos por algunos hallazgos como los dos encontrados junto a las costas de Mazarrón.

Aunque las condiciones geográficas y climáticas no eran las mejores, no abandonaron la agricultura, hacía falta alimentar a los habitantes de las ciudades. Es más hicieron aportes: riego por gravedad, aterrazamientos para aprovechas las pendientes, mejora de las técnicas para el cultivo de vid y producción de vinos (los vinos fenicios gozaban de gran fama), perfección del cultivo de aceitunas y obtención de aceite (antes de la expansión fenicia apenas se conocía el aceite en las riberas del Mediterráneo)… todo esto lo extendieron a sus colonias.

En el capítulo seis se trata de la presencia fenicia en la Península Ibérica haciendo especial hincapié en la fuerte relación comercial con Tartessos y la importante colonia de Gadir. El contacto con los fenicios trajo enormes transformaciones sociales (forma de las casas, modos de vida, formas y rituales de los enterramientos...), en la producción (agricultura, cerámica más depurada con nuevo diseño y colores, tejidos…), culturales (el alfabeto). El esplendor económico y cultural de Tartessos duró aproximadamente dos siglos, se acabó a mediados del s. VI a. C. sin que sepamos muy bien las causas: ¿agotamiento de los yacimientos metalíferos? ¿competitividad entre las élites locales? ¿apertura de rutas más rentables, por ejemplo en el sur de Francia? ¿crisis en las ciudades fenicias atacadas por los babilonios?

Una de las principales aportaciones fenicias fue su alfabeto. Aunque se puede decir que la escritura nació alrededor del cuarto milenio a.C. en la zona de Mesopotamia (famosas arcillas sumerias de caracteres cuneiformes), no se trata de un alfabeto como tal, son pictogramas que simbolizaban palabras u objetos, pero no conceptos abstractos (como los jeroglíficos egipcios). Los fenicios popularizaron el uso de letras y grafemas para la representación del idioma. Su alfabeto ayudaba a la formulación de conceptos abstractos y, debido a su sencillez, facilitaba su aprendizaje lo que hizo que hubiera más gente que accediera a la lectura y escritura. El alfabeto, compañero de la expansión comercial, se fue extendiendo por el Mediterráneo desde el s. IX a. C. y de él nacieron los alfabetos hebreo, árabe y arameo, y fue la base para el griego y sus descendientes directos. El castellano tiene muchas palabras importadas del fenicio.

Dedica un capítulo a la religión fenicia emparentada en muchos aspectos con las religiones orientales más importantes de su época.  Los dioses o su importancia cambian de unas ciudades a otras. Va a dedicar unas líneas a los dioses más importantes: El (dios supremo), Athirat (madre de numerosos dioses), Baal (muy importante en la religiosidad popular, dios de la vegetación y la fertilidad), Astarté (que se transformó en la Tanit púnica), Melkart (la divinidad más famosa del panteón fenicio), Eshmun (un dios sanador), Moloch (representación del fuego purificador)… No disponemos de fuentes directas para conocer los ritos. Más datos nos aportan las necrópolis sobre las formas de enterramiento (cremación y la inhumación, más extendida ésta) y los ajuares funerarios.

Cierra el libro un capítulo dedicado a la arqueología fenicia en el que se hace un repaso a lugares de gran interés visitables, algunos con sus correspondientes museos: Ugarit (aunque no es una ciudad fenicia como tal tiene una base cultural común), Biblos, Castillo de Dona Blanca en la localidad gaditana de Puerto de Santa María, los dos barcos fenicios hallados en la década de los noventa en la costa de Mazarrón, el yacimiento arqueológico de Gadir y Parque Erytheia, el yacimiento de El Carambolo, Cancho Roano, yacimiento de Sa Caleta en Ibiza, yacimiento de Toscanos en Vélez-Málaga, Cartago y Lixus (llegar a los restos de estas dos últimas ciudades es muy difícil ya que se encuentran bajo las ciudades púnica y romana).

La lectura de “Breve historia de los fenicios”, en sus aproximadamente trescientas páginas, nos proporciona una visión de la historia de esta civilización y su importancia, expuesta de manera amena y rigurosa. Se insertan en el texto numerosas ilustraciones y varios mapas que ayudan a comprender el texto. Se finaliza con una amplia bibliografía que ofrece, al lector interesado, posibilidades de ampliación sobre el tema.

La obra en la Web de la Editorial (se puede ver el índice y leer la primeras páginas):


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