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domingo, 13 de noviembre de 2016

HACER PAGAR A ALEMANIA: LA CUESTIÓN DE LAS REPARACIONES TRAS LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

En el Tratado de Versalles se estableció que Alemania debía pagar por ser la responsable (juntos con sus aliados) de la guerra, debía reparar los daños causados ("las reparaciones"); el objetivo fue "hacer pagar a Alemania".

Artículo 231. Los gobiernos aliados y asociados declaran, y Alemania reconoce, que Alemania y sus aliados son responsables, por haberlos causado, de todos los daños y pérdidas infligidos a los gobiernos aliados y asociados y sus súbditos a con secuencia de la guerra que les fue impuesta por la agresión de Alemania y sus aliados.

Artículo 232. Los gobiernos aliados y asociados reconocen que los recursos de Alemania no son suficientes —teniendo en cuenta la disminución permanente de los mismos, que resulta de las demás disposiciones del presente Tratado— para asegurar la reparación completa de todos los expresados daños y pérdidas. Los gobiernos aliados y asociados exigen, sin embargo, y Alemania se compromete a ello, que sean reparados todos los daños causados a la población civil de cada una de las Potencias aliadas y asociadas, o a sus bienes, mientras cada una haya sido beligerante con Alemania, en virtud de dicha agresión por tierra, por mar y por los aires, y, en general todos los daños (…)

Artículo 233. El importe de dichos daños, cuya reparación corresponde a Alemania, será fijado por una Comisión interaliada, que llevará el nombre de Comisión de Reparaciones.

Los Aliados europeos, especialmente Francia, exigían unas cuantías desmesuradas. Las opiniones públicas presionaban a los gobiernos para que exigieran fuertes reparaciones. Para Francia, que había sufrido los principales daños durante el conflicto, los pagos alemanes eran vitales para su recuperación y, a la vez, privarían a Alemania de los medios económicos para una posible revancha. La cuantía pretendida dejó estupefacto al propio presidente Wilson. Por ejemplo, Bélgica pretendía una cifra mayor que su riqueza nacional y Francia quería que Alemania cargase con todos los gastos de la guerra, incluso con el pago de las pensiones de guerra. Los europeos no querían comprender que la capacidad de Alemania para pagar era limitada. Wilson insistió que la reparación total era imposible, pero para los europeos era una cuestión emocional. Algunos economistas,  incluso ajenos a Alemania, por ejemplo de J. M. Keynes, señalaron lo disparatado de las pretensiones de los vencedores. Keynes sostenía que empobrecer a Alemania era empobrecer a Europa. Hubo un fuerte debate entre los vencedores sobre lo que se debía incluir en las reparaciones.

“Si lo que nos proponemos es que, por lo menos durante una generación Alemania no pueda adquirir siquiera una mediana prosperidad; si creemos que todos nuestros recientes aliados son ángeles puros y todos nuestros recientes enemigos, alemanes, austríacos, húngaros y los demás son hijos del demonio; si deseamos que, año tras año, Alemania sea empobrecida y sus hijos se mueran de hambre y enfermen, y que esté rodeada de enemigos, entonces rechacemos todas las proposiciones y particularmente las que puedan ayudar a Alemania a recuperar una parte de su antigua prosperidad material. (...).
Si tal modo de estimar a las naciones y las relaciones de unas con otras fuera adoptado por las democracias de la Europa occidental, entonces, ¡que el Cielo nos salve a todos¡ Si nosotros aspiramos deliberadamente al empobrecimiento de la Europa central, la venganza, no dudo en predecirlo, no tardará.”
J. M. Keynes. Las consecuencias económicas de la paz. 1919.



Resultado de imagen de flota alemana en scapa flow

Mientras se negociaba el Tratado de Versalles, 74 buque de la armada alemana fueron escoltados por buques aliados hasta el fondeadero de Scapa Flow. Para evitar que esta flota cayese en manos de los Aliados, su comandante L. von Reuter dio orden de hundirla (21 de junio de 1919), 52 barcos quedaron en el fondo del mar.



Como establecía el Tratado, debía ser una comisión interaliada la que determinase la cuantía de lo que Alemania debía pagar y el modo de hacerlo. 

Durante semanas, los Aliados estuvieron discutiendo sobre fijar la cifra total de las reparaciones. Los ingleses propusieron 800 mil millones de marcos oro pagaderos en 50 años, los franceses lo elevaron a 800 mil y los americanos las limitaron a 120 mil pagaderos en 35 años. Mientras se ponían de acuerdo se exigió un anticipo de 25.000 millones de francos oro.

En la Conferencia de Spa (julio, 1.920) se fijaron los porcentajes del reparto de las reparaciones: 52 % para Francia, 22% para Inglaterra, 10% para Italia, 8% para Bélgica, 6,5% para Grecia, Rumania y Yugoslavia, 0,75% para Japón, 0,75% para Portugal.

En abril de 1.921, se abrió una nueva Conferencia en Londres en la que los Aliados obligan a los alemanes, bajo amenazas concretas, a aceptar una deuda de 140.000 millones marcos/oro de los que ya habían pagado 8.000. Así que la cifra de las reparaciones pendientes se fijó en 132.000 millones de marcos/oro pagaderos en 15 años. El gobierno alemán se mostró indignado.


Caricatura alemana sobre las repaciones
Alemania daba largas al pago, explotaba la actitud más tolerante del primer ministro francés A. Briand. Ante la posibilidad de una flexibilización del pago y la presión en sentido contrario de la opinión pública francesa, A Briand fue sustituido por Poincaré, más intransigente con Alemania.


En mayo de 1922 se celebró la Conferencia de Génova en la que se reunieron 34 países, entre ello Alemania y Rusia. El objetivo era tratar los graves problemas económicos de la paz y reintegrar a Rusia al concierto europeo. Fue un gran fracaso. Tras esta Conferencia, Alemania y Rusia (países derrotados y marginados del orden europeo) firmaron el Tratado de Rapalló (1922) en el que acordaron una colaboración económica y militar. Este tratado inquietó a Poincaré que se convenció de la necesidad de tomar medidas  drásticas si fuera preciso para que Alemania cumpliese con las reparaciones.


En 1922, Alemania solicitó una moratoria en el pago. Ante esta situación, en enero de 1923 soldados franceses y belgas (los británicos se negaron a unirse) invadieron el Ruhr, el corazón minero e industrial de Alemania. Se trataba de cobrarse las reparaciones directamente.  

Imagen
Tropas francesas entrando en el Ruhr

Los habitantes del Ruhr mostraron una resistencia pasiva que apoyó el gobierno alemán de Cuno que incluso sufragó a los huelguistas. Los franceses tuvieron que desplazar obreros propios para poner en funcionamiento minas y fábricas. Los momentos de gran tensión entre los habitantes y las tropas de ocupación fueron muy abundantes.

La ocupación tuvo efectos inmediatos tanto económicos, llevó a la economía alemana al colapso. Se produjo una hiperinflación tan enorme que el marco llegó a perder su valor totalmente, valía más como papel que como moneda.

Evolución del precio de un alimento básico como el pan y devaluación total del marco respecto al dólar. En la imagen de la derecha, niños jugado con paquetes de marcos
También Francia experimentó serias dificultades económicas y vio cómo su moneda se debilitaba. Además, la explotación del Ruhr conllevaba muchos gastos.

En Alemania, el gobierno de Cuno fue sustituido por un gabinete presidido por G. Stresemann que llamó al cese de la resistencia pasiva y se mostró dispuesto a colaborar con los vencedores.

"... Para mantener la vida del pueblo y del Estado, nos encontramos hoy ante la amarga necesidad de cesar el combate (…). No olvidaremos jamás lo que han sufrido aquellos que, en los territorios ocupados, fueron objeto de severos castigos. No olvidaremos jamás lo que han abandonado aquellos que prefirieron marcharse de su país natal antes que romper su fidelidad a la patria (…). El presidente y el Gobierno del Reich afirman aquí solemnemente ante el pueblo alemán y ante el mundo que no aceptarán ningún acuerdo que arrebate el más pequeño trozo de tierra alemana al Reich alemán (…)" Llamamiento del Gobierno Alemán al cese de la resistencia pasiva, 20 de septiembre de 1923

Esta política de Stresemann no gustó a sectores nacionalistas y de derecha, le tacharon de traidor. Este fue el contexto político y económico en el que Hitler intentó asaltar el poder en Munich (Putsch de la cervecería, noviembre de 1923).

Pero la política de apaciguamiento de Stresemann comenzó a dar sus frutos. Los aliados aceptaron la propuesta norteamericana de crear un comité, presidido por el financiero norteamericano Ch. Dawes, para estudiar el tema de las reparaciones. Fruto de los trabajos de este comité fue la aceptación del Plan Dawes para cinco años. Los pagos alemanes estarían garantizados por una hipoteca sobre los ferrocarriles y la industria, las anualidades sería más pequeñas el primer año y luego irían creciendo (de mil a dos mil quinientos millones de marcos oro). La actitud conciliadora de Stresemann y la llegada  de nuevos hombres de centro izquierda más proclives a la negociación (Herrior en Francia y R. MacDonald en Gran Bretaña) hicieron posible este pacto. Entre el 1 de julio y el 17 de agosto de 1925, franceses y belgas abandonaron el Ruhr.



En 1929, el Plan Young sustituyó al Plan Dawes. Pretendía dar una solución definitiva a la deuda alemana, se alargaba el plazo hasta (59 años, hasta 1988) y se reducía considerablemente la cuantía establecida en el Plan Dawes (en un 17 %). Además, Alemania se libraba de la hipoteca sobre sus ferrocarriles e industria.

A pesar de esta reducción una buena parte de la sociedad alemana rechazaba las reparaciones.

Después de otras reducciones durante la gran depresión que siguió a la crisis del 29 y la negativa de Hitler a pagar reparaciones, Alemania terminó de saldar su deuda en octubre de 2010.




http://www.publico.es/internacional/alemania-paga-ultimas-deudas-primera.html


Este interesante vídeo, el primero de los dedicados por la BBC a la Historia del s. XX, explica muy bien las cláusulas del Tratado de Versalles en general y, en particular, el tema de las reparaciones.

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