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martes, 26 de enero de 2016

UN CRÓNICA TOTAL DE LA BATALLA DE VERDÚN



JANKOWSKI, P.: “Verdún 1916. Crónica de la batalla más célebre de la Primera Guerra Mundial”. La Esfera de los Libros. Madrid, 2016.


Aprovechando el centenario del inicio de la batalla de Verdún, la Esfera de los Libros ha publicado el ensayo de P. Jankowski sobre esta batalla que comenzó el 21 de febrero de 1916. No es una crónica únicamente de los avatares militares, el autor trata de ir mucho más lejos, es una crónica total de una batalla a la que algunos calificaron como “matadero del mundo”.  No es para menos teniendo en cuenta que, en un espacio muy pequeño, hubo unas 375.000 bajas en cada bando contando a muertos, heridos y desaparecidos (una relación prácticamente de 1:1).  Cuando acabó, la línea de frente no había variado prácticamente nada. Una batalla de desgaste total.

El profesor Jankowski analiza los acontecimientos bélicos más significativos de la batalla, las innovaciones tácticas, el papel de la artillería cada vez de mayor calibre y más alcance, las nuevas formas de reconocimiento gracias a la aviación antes denostada y ahora considerada imprescindible,  el nuevo rol de los soldados de infantería, las tácticas y nuevas formas de lucha, el constante cambio de situación de las tropas que alternan entre ser defensores y atacantes, la solución a los problemas de abastecimiento  (nunca se había visto nada igual que la interminable fila de camiones que a diario abastecían a las tropas francesas recorriendo la denominada Voie Sacrée que llegaba al frente desde Bar-le-Duc).

Hasta aquí todo parece propio de un manual al uso. Sin embargo, el profesor Jankowski dedica la mayor parte del libro a buscar  respuesta a una serie de interrogantes que pueden ayudar a comprender mejor lo que sucedió en Verdún y en la Guerra en general. He aquí algunos de ellos:

  • ¿Cómo una batalla, que no fue decisiva (mucho menos que la del Marne) ni tuvo consecuencias políticas drásticas, se convirtió en referencia, incluso en guerra patriótica, para ambos bandos, especialmente para los franceses?
  • ¿Por qué Falkenhayn eligió Verdún? Desde la Guerra Franco-Prusiana e incluso antes, era un sector fortificado, pero de dudosa importancia estratégica. Es verdad que ambos contendientes buscaban romper el frente después de su inmovilización, pero no parecía ésta la zona más apropiada para hacerlo. Ni para Falkenhayn ni para Joffre Verdún era el sitio donde se decidiría la Guerra. ¿Qué buscó, entonces, Falkenhayn con su ataque? ¿Una maniobra de distracción? ¿Un golpe psicológico? ¿Una guerra de desgaste en la que se buscaba el agotamiento del enemigo provocando en sus filas más bajas que las propias? ¿Una victoria moral? El Memorándum que Falkenhayn redactó para justificar sus objetivos (perdido en los bombardeos de los aliados sobre Alemania en 1945) parece más bien una justificación a posteriori que algo realmente creíble. Falkenhayn un general arrogante, que contaba con el apoyo del Kaiser, tuvo que admitir que había subestimado a los franceses. Su obstinación en Verdún iba a costarle el relevo por el tándem Hindenburg-Ludendorff.
  • ¿Por qué Joffre, el alto mando francés y los dirigengtes políticos aceptaron un reto que iba a ocasionar tantas bajas? ¿No hubiera sido mejor una retirada estratégica? Petain, que llegó a Verdún para tomar el mando a los pocos días de iniciada la batalla, se propuso conservar el terreno a toda costa. Se hizo popular el grito “no pasarán”, un slogan que hizo fortuna ahora y lo haría posteriormente en otros contextos. El prestigio de Francia estaba en juego. El general Joffre sería acusado más tarde de poco previsor, de no hacer caso a los avisos de un posible ataque, de descuidar las defensas, etc. pero esto no alteró la decisión de resistir.
  • ¿Por qué ni Falkenhayn, ni Joffre, ni Petain querían el repliegue? ¿Cuestiones de prestigio, vanidad, sed de gloria, patriotismo…?
  • ¿Cómo pudieron soportar los soldados durante tanto tiempo esta pesadilla? Las condiciones de vida en el frente fueron extremas, especialmente durante el invierno cuando la lluvia, el barro y el lodo lo hacían todo más difícil.  Incesantes bombardeos acompañaban a unos soldados que sufrían la incomodidad de los refugios, la falta de comida y agua algunas veces, la malas condiciones higiénicas (piojos, ratas…), la falta de atención médica a los heridos, etc. ¿Qué hizo que los soldados siguiesen allí? ¿Patriotismo? ¿Odio al enemigo? ¿Resignación? ¿La obligación de hacer su trabajo, a veces sin demasiado entusiasmo? ¿Lealtad a los compañeros? ¿Sentimiento del deber?
  •  ¿Cómo lograron los mandos mantener la moral de la tropa tan propensa a caer? Los generales de ambos bandos vieron en esta cuestión como un problema no menor. En los dos bandos, se reconoció la importancia de mejorar la comida,  dar más permisos (las rotaciones de las topas fueron más frecuentes en el bando francés), dotar a tropa de ropa adecuada, facilitar la comunicación con sus familias... y de no exponer a los soldados a ataques o contraataques que solo podían conducir a ocasionar más bajas. Los censores buscan afanosamente en las cartas de los soldados muestras de pacifismo, derrotismo y rebelión para perseguir y controlar a sus autores (por eso estas cartas, tan abundantes, son una fuente que hay que tomar con ciertas precauciones).
  • ¿Por qué no hubo rebeliones, deserciones o amotinamientos masivos en Verdún? Estos fueron un peligro latente desde 1917, pero no en Verdún. Detectar y cortar de raíz su existencia fue una preocupación máxima para el mando. Es verdad que hubo descontentos, faltas de disciplina y algunas deserciones que fueron castigadas generalmente de forma no muy severa aunque buscando la ejemplaridad. Pero nunca adquirieron importancia generalizada.
  • ¿Cómo se presenta al enemigo? El enemigo era la palabra más utilizada por la prensa de ambos bandos. En Francia se presenta al enemigo alemán como bárbaro, masacrador, bastardo, granuja… En Alemania se ve a los franceses como cobardes, desorganizados, malos soldados… Se busca generar un odio que mantenga la moral y los deseos de combatir. Los mandos trataron de evitar algunos conatos de confraternización en momentos puntuales. Y, a pesar de todo, a veces, también se muestra admiración del enemigo, los altos mandos mostraron varias veces respeto por él.

El intento de dar respuesta a estas preguntas es, sin duda, la mayor aportación de esta obra. Para ello, P. Jankowski utiliza muchos testimonios de combatientes de ambos bandos y los va incluyendo de forma ágil en el texto.

También dedica el autor una especial atención al papel de una prensa sujeta a censura y a  cómo se ha tratado la batalla en la historiografía, en los manuales de Historia, en los textos escolares, en la literatura, el cine, etc.

La obra se completa con un par de mapas de la zona imprescindibles para seguir el relato, una colección de fotografías, un índice onomástico y, lo más interesante, una completísima bibliografía clasificada (fuentes primarias inéditas, fuentes primarias publicadas, fuentes secundarias).

En resumen, la obra de P. Jankowski, una crónica total de la batalla, es de lectura muy recomendada para profesores, estudiantes y aficionados a la historia de la Primera Guerra Mundial.



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